AMBROISE PARÉ Y LA CIRUGÍA RENACENTISTA


Los descubrimientos revolucionarios de Vesalio en el campo de la Anatomía opacaron los éxitos de otros médicos del Renacimiento. Sin embargo, hay uno que merece ser destacado específicamente por sus aportes a la Cirugía: Ambroise Paré.

Desde la Antigüedad y en la Europa Medieval, la Cirugía era considerada una disciplina separada y de menor dignidad que la Medicina. Algo más propio de barberos y soldados. Acaso por el horror al cuerpo y a la carne en las culturas romanas y cristianas. Sin embargo, a comienzos de la Modernidad, con la introducción de la pólvora en Europa, y las guerras de conquista y de religión se dio un nuevo impulso a la disciplina.

Ambroise Paré nació en Bourg-Hersent, en la región de Maine (Francia), en 1510, en el seno de una familia de bajos recursos. Su hermana Catalina estaba casada con un barbero y su hermano Juan fue barbero militar en Vitre (Bretaña). De ellos aprendió el oficio y, más tarde en Paris, obtuvo un cargo de interno en Hôtel-Dieu, donde permaneció entre 1533-1536.



Francia se encontraba entonces librando guerras contra España, Inglaterra, el Imperio Alemán y los estados italianos, así como la guerra civil contra los hugonotes (calvinistas). No había entonces un Cuerpo Médico Militar organizado, sino que los médicos y cirujanos partían con las tropas ofreciendo sus servicios de manera privada. A esto se dedicó Paré. Su primer servicio fue durante la toma de Turín en 1537, en el marco de la Guerra del Piamonte. En sus Voyages fait en divers lieux relata que en esa campaña:

encontró un camino para aprender cirugía”.

A los soldados heridos procedió a tratarlos, como se aconsejaba entonces, con aceite de sauco muy caliente. Pero un día el aceite se acabó y debió improvisar: preparó una mezcla con un digestivo de huevos, agua de rosas y trementina (aguarrás). A la mañana siguiente comprobó que los tratados de esta forma no tenían dolores ni inflamaciones, a diferencia de la mayoría de los tratados con aceite caliente. Descubrió además que las heridas de pólvora no tenían “propiedades ponzoñosas” como se creía entonces, por lo que no necesitaban de un tratamiento radical. Más tarde escribiría que:

aprendí a curar las heridas de arma de fuego en la práctica y no en los libros”.



Su siguiente servicio fue en Bretaña, donde se esperaba un desembarco inglés. Este nunca se produjo, pero Paré obtuvo empleo atendiendo a los luchadores de los populares Torneos de Box. Más tarde participaría en una batalla contra la Armada inglesa. En las campañas de Alemania salvó a dos soldados que sus camaradas ya daban por muertos, y durante el sitio de Calais salvó al duque de Guisa de una herida cuando todos lo habían desahuciado.

Je le pansait, die le quarit (yo lo cuido, Dios lo cura)”

era la frase que repetía en esos casos. Participó también en el sitio de Metz y en la Batalla de San Quintín.

El 29 de junio de 1559 el rey de Francia Henri II fue herido en el ojo derecho durante un torneo amistoso con el capitán de la Guardia escocesa, conde de Montgomery. Paré fue convocado junto con Vesalio y otras eminencias a fin de poder salvarlo, pero no lo consiguieron. El rey falleció, dejando a su esposa Catalina de Médici y a tres hijos débiles y enfermos. Lo sucedió Francisco II, esposo de la reina escocesa María Estuardo, que falleció 18 meses después que su padre, posiblemente de una meningitis de origen otítico. Se acusó a Paré de haber puesto veneno en el oído del joven monarca instigado por la reina madre, al mejor estilo de Hamlet, pero resultó absuelto de la acusación y conservó su cargo. Fue médico de Carlos IX, que murió de tisis en 1574, y de su sucesor, Enrique III, quien murió apuñalado en 1589. Su estancia en la corte estuvo teñida por la tragedia.



El 22 de agosto de 1572 se produjo la Masacre de San Bartolomé, un verdadero genocidio contra los hugonotes de Francia. Dos días antes, Paré había atendido al almirante hugonote Gaspard de Coligny, mortalmente herido por un asesino. Por esto fue acusado de pertenecer a este culto –algo que todavía se discute-, pero el rey Carlos y la reina madre Catalina, instigadores de la masacre, lo defendieron diciendo que:

no era razonable que quién valía más que todos los hombres fuese así asesinado”.

Los aportes de este innovador no se limitaron solo a la cirugía: expuso en detalles el tratamiento de fracturas y dislocaciones, abolió las castraciones en casos de hernia, sugirió que la sífilis causaba aneurismas, inventó nuevos instrumentos quirúrgicos, probó la efectividad de algunas recetas de comadronas y curanderos, demostró que se podía dar vuelta al feto antes del parto si presentaba complicaciones, inventó un método para atar las arterias a los muñones en caso de amputaciones, y diseñó una mano ortopédica capaz de mover los dedos mediante un sistema de cilindros y pistones.



En los últimos años tuvo un debate con el decano Gourmelen de la Facultad de Medicina de París, que lo acusaba de ser un simple “cirujano-barbero” que no llegaba al nivel de los “cirujanos de bata larga” (graduados universitarios). Esto no era del todo cierto, ya que Paré fue tres años interno en un Hospital de París. Pero además tuvo numerosa experiencia práctica en el campo de batalla y se dedicó a investigar nuevas formas de curación.

En sus Cánones y reglas para el Cirujano destacó la importancia de la ética profesional:

El que se hace cirujano solo por el dinero no hará nunca nada bueno”;

de la práctica profesional:

la mera sabiduría sin experiencia no da al cirujano confianza en sí mismo”;

y en la comprobación científica:

un remedio antiguo de efectos probados es mejor que otro remedio de reciente invención”.

Falleció a una edad avanzada el 20 de diciembre de 1590. Dejó numerosas obras y su ejemplo, y hoy es considerado el padre de la Cirugía Moderna, de la Teratología y de la Sanidad Militar.

Fuente: Luciano Andrés Valencia, Revista de Historia

https://revistadehistoria.es/ambroise-pare-y-la-cirugia-renacentista/

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