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Mostrando entradas de diciembre, 2017

La Gelatina Estelar, la extraña substancia que se pensaba que caía con las estrellas fugaces.

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Gelatina estelar. Foto de David Adam Sketchbook. Desde hace siglos, documentada por lo menos desde el siglo XIV, se vienen reportando hallazgos de una curiosa substancia a la que se ha dado en denominar star jelly (gelatina estelar). El fenómeno suele ser recurrente en círculos conspirativos y seudocientíficos , con múltiples hallazgos todos los años, incluso actualmente. El nombre refleja la creencia de que la substancia cae de cielo durante las lluvias de meteoritos y estrellas fugaces, pero evidentemente existe una explicación científica, lo que pasa es que los investigadores no se ponen de acuerdo en cuanto a su origen y naturaleza. Una de las razones para esto la explica Brian Dunning, en el famoso sitio Skeptoid, que es una de las principales referencias en el análisis y desmitificación de fenómenos considerados extraños. Y es que nunca se han hecho análisis de ADN de ninguna de las substancias englobadas en este curioso nombre. Los casos de gelatina estelar ra

Recorriendo el país de los cátaros.

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El conocido cuadro sobre la expulsión de los cátaros de Carcassone. Sobre los cátaros existen multitud de preguntas, muchas de ellas sin respuesta. La causa hay que buscarla en la sistemática destrucción de todo lo referente a esta religión, por parte de la iglesia católica, tras acabar con los mismos a principios del siglo XIV. Aún así podemos decir que estaban en contra del Antiguo Testamento y evidentemente de la Iglesia Católica de Roma. Dado que esta última, para los cátaros, había perdido su esencia primitiva de la que hacían gala los primeros cristianos. En concreto en aspectos como la fe, la sencillez o el voto de pobreza. Lucharon también en contra de la religión católica en un aspecto esencial para ellos. En concreto el miedo a la muerte, en el cual se basaba gran parte de poder de la Iglesia. De ahí por ejemplo, las continúas peregrinaciones en pos de acercarse a las reliquias de los santos para conseguir el perdón eterno. Ellos no profesaban este miedo, en parte

Heliogábalo, el escandaloso emperador romano.

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Las rosas de Heliogábalo (Lawrence Alma-Tadema), Imagen de dominio público en Wikimedia Commons. Heliogábalo, fue un emperador romano de principios del siglo III que no ha pasado a la historia con buena fama. Kovaliov, lo describe como “corrompido al extremo” y “pervertido sexual”, mientras que Gibbon dice: “que se abandonó a los placeres más groseros y a una furia sin control”. Tampoco sus contemporáneos dejaron un retrato positivo: ni Dión Casio, en su historia romana, ni Herodión, en su obra de idéntico título, ni los anónimos autores de la historia Augusta, aunque entonces los posicionamientos políticos de los historiadores dejaban siempre una sombra de duda. La verdad es que a Vario Avito Basiano, que tal era su verdadero nombre, si bien al ascender al trono lo cambió por el de Marco Aurelio Antonino Augusto (Heliogábalo era un apodo), no le tocaron vivir tiempos fáciles. El siglo III d.C. fue el de la crisis del imperio por excelencia, tanto en el plano económico como

La Cueva Lovelock: Historia de Gigantes.

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Parte del interior de la Cueva Lovelock. Los Paiutes, una tribu indígena americana nativa de la zona de Nevada, Estados Unidos, posee una tradición oral que relataron a los antiguos colonos blancos sobre una raza de gigantes pelirrojos, blancos o 'bárbaros' que sus antepasados conocían como los "Si-Te-Cah", que habitaban en una antigua cueva conocida como Lovelock. Dicha historia fue escrita en 1882 por Sarah Winnemucca Hopkins, hija de un jefe indio Paiute en su libro Life Among the Paiutes: Wrongs and Claims ("La Vida entre los Paiutes: Agravios y Reivindicaciones”). Estos gigantes fueron descritos como seres sanguinarios, hostiles y caníbales. En este relato, los Paiutes narran  una gran batalla, ocurrida en el lugar conocido actualmente como la Cueva de Lovelock, que condujo a su exterminio. A principios del siglo XX los arqueólogos encontraron miles de objetos dentro de la cueva dando pie a una prolongada excavación y a especulaciones sobre la posibil

Aruj Barbarroja: el más famoso pirata de los corsarios de la Berbería.

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Corsarios de Argel. Aruj Barbarroja, conocido también en turco como Oruç Reis, es uno de los piratas más famosos de la historia. Vivió entre los siglos XV y XVI, y fue uno de los corsarios de la Berbería más célebres. Al ser aliado de los otomanos, las habituales víctimas de Aruj y sus corsarios eran navíos cristianos y de naciones no islámicas que navegaban por el Mediterráneo occidental. Los corsarios de la Berbería eran piratas o corsarios que operaban desde puertos de la costa de la Berbería, es decir, la región occidental del norte de África, desde Trípoli por el este hasta Marruecos por el oeste. A lo largo de la vida de Aruj, la costa de la Berbería formaba parte del Imperio Otomano. En 1517, Aruj sometió Argel a los otomanos cuando su imperio se adueñó de la región. Vida de Aruj Barbarroja Aruj Barbarroja nació en torno al año 1474 en la isla griega de Lesbos, arrebatada a los genoveses por los otomanos en 1462. El padre de Aruj, Yakup, quizás fue sipahi (‘ci

Roy Bean, el juez de la horca.

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Fue uno de los personajes más peculiares y excéntricos del Viejo Oeste, era dueño de un salón, se autonombró juez y se hacía llamar "La ley al Oeste del Pecos”. Durante la conquista del Oeste de los Estados Unidos, la administración de justicia muchas veces recayó en figuras poco convencionales. En un proceso de constante expansión que iba creando ciudades de la nada, la ley y sus representantes –sheriffs, marshalls, policías, cazadores de forajidos y jueces– a menudo se improvisaban también sobre la marcha. Fue así, de forma sobrevenida, como Phantly Roy Bean Jr. (1825-1903) llegó a ser uno de los más famosos agentes del orden en el Salvaje Oeste del siglo XIX, apodado "el juez de la horca". Aunque él prefería hacerse llamar The Law West of the Pecos ("la ley al Oeste del Pecos"), río que discurre entre Nuevo México y Texas, pues fue en dicha área –en concreto, en Val Verde County, Texas– donde dictó sus sentencias este peculiar personaje.