LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA: NI SUCUMBIÓ A UN INCENDIO NI PERDIMOS TODO EL SABER DE LA ÉPOCA.

En Cleopatra, la famosa superproducción dirigida por Joseph L. Mankiewicz, que vieron en su momento millones de personas de todo el planeta, uno de los ayudantes de la reina le dice esto a quién representaba a la mandataria egipcia, Elizabeth Taylor, mientras la pantalla nos mostraba la devastación casi total de la ciudad: “César ha quemado hasta los cimientos la más rica biblioteca de la historia, el mayor refugio del saber que por entonces contaba la Humanidad, haciendo retroceder quién sabe cuántos siglos los posibles avances de aquellos pueblos que estaban intuyendo que la Tierra era redonda o que el vapor, encauzado mediante máquinas, podía tener utilidades prácticas”. Esta hollywoodiense recreación histórica ha sido una de las muchas ficciones que nos han hecho creer que un día, de forma categórica, la Biblioteca de Alejandría desapareció para siempre pasto de las llamas. Una metáfora viva sobre la fragilidad del saber y lo rápido que puede acabar el sueño de nues...