Recorriendo el país de los cátaros.
El conocido cuadro sobre la expulsión de los cátaros de Carcassone.
Sobre los cátaros existen
multitud de preguntas, muchas de ellas sin respuesta. La causa hay que buscarla
en la sistemática destrucción de todo lo referente a esta religión, por parte
de la iglesia católica, tras acabar con los mismos a principios del siglo XIV.
Aún así podemos decir que estaban en contra del Antiguo Testamento y
evidentemente de la Iglesia Católica de Roma. Dado que esta última, para los
cátaros, había perdido su esencia primitiva de la que hacían gala los primeros
cristianos. En concreto en aspectos como la fe, la sencillez o el voto de
pobreza.
Lucharon también en contra
de la religión católica en un aspecto esencial para ellos. En concreto el miedo
a la muerte, en el cual se basaba gran parte de poder de la Iglesia. De ahí por
ejemplo, las continúas peregrinaciones en pos de acercarse a las reliquias de
los santos para conseguir el perdón eterno. Ellos no profesaban este miedo, en
parte gracias a sus creencias en la dualidad. Para los cátaros existía un bien,
que se hallaba en el alma, y un mal que se encontraba en el cuerpo, este era
susceptible a ser dominado por los
demonios. Al morir estos se liberaba el
alma del cuerpo consiguiendo la paz eterna. De ahí que fuera habitual al
enfermar dejarse morir tranquilamente al sujeto en cuestión.
Todo esto les llevó a
vivir una vida austera, sin grandes necesidades, en convivencia con los suyos y
en contacto con la naturaleza. En definitiva una vida destinada a hacer el bien
a los demás, de ahí que fueran conocidos como los hombres buenos.
¿Donde vivieron los
cátaros?
Se hace difícil de
delimitar la expansión del catarismo, en parte, debido a la no existencia de un
poder firme. Pero es conocida dicha expansión gracias al conocimiento de los
reinos o condados que apoyaron la causa cátara.
En concreto en la más célebre de las batallas, la batalla de Muret. Esta se llevó a cabo en el año 1213 durante el
periodo conocido como la Cruzada Albigense, mandada a realizar por la Iglesia
de Roma, y que contó con la ayuda del Rey de Francia y los cruzados cristianos.
A favor de los cátaros lucharon la Corona de Aragón y los condados de la Occitania, como por
ejemplo Foix, Cominges o Tolosa entre otros.
En la imagen se puede apreciar las grutas donde se escondían durante las persecuciones.
Caminando por el país de
los cátaros.
Después de esta
introducción podemos ubicar mejor, el denominado en esta entrada, país de los
cátaros. Así mismo dos puntos que serán muy importantes, uno como lugar de
salida y el otro de llegada.
Santuario de Queralt.
Nos encontramos ante un
santuario dedicado a la Virgen de Queralt, situado en una montaña a 1.200
metros en la localidad de Berga, provincia de Barcelona. Construido sobre las
ruinas de un antiguo castillo de los señores de Berguedá, vasallos del Condado
de Cerdeña. Ambos pertenecientes a la Corona de Aragón y por lo tanto
protectora de los cátaros entre los siglos XII y XIII.
Sobre la localidad de Berga, podemos decir que
fue uno de los bastiones del catarismo en Cataluña. En concreto la familia
Bretós, ya que uno de sus miembros, Arnau de Bretós, fue capturado en el exilio
tras haber pasado por Montsegur. También quedó constancia en 1254, tras la
caída en el sur de Francia del catarismo, de que Berga, seguía reuniendo a los
cátaros. En dicho año, 178 de ellos fueron acusados de herejes y expulsados del
municipio.
Castillo de Montsegúr.
Situado sobre una colina
del departamento francés de L’Ariege. Conocido como uno de los
últimos refugios de los cátaros en el sur de Francia, concretamente donde
fueron asesinados y quemados más de 200 de ellos, tras soportar un asedio de
más de diez meses, por parte de los cruzados cristianos.
Estos dos puntos han dado
origen al denominado Camino de los hombres buenos. Una magnifica travesía de
cerca de 200 kilómetros que sirve para unirlos. Es de suponer que fue un camino
muy concurrido entre los siglos XII y XIV.
Además usado como ruta de huida de los cátaros de estos condados
catalanes hacia Francia y viceversa. En concreto hacia y desde el Condado de
Foix, uno de los más fieles a la causa cátara.
Camino de los hombres
buenos.
A partir de este momento
no pretendemos hacer una guía del recorrido, para eso pueden entrar en el
siguiente enlace: Camí dels Bons Homes.
Sin duda este camino es un
contacto con la naturaleza, y la historia de estos pequeños condados por los
que un día vivieron los cátaros. El camino se puede hacer tranquilamente en
ocho jornadas. Existen alojamientos
distribuidos en los finales de etapa, pero mi consejo es que los reserven previamente. Es necesario recordar que es un camino de montaña, por lo que se
debe hacer con una mínima preparación física, y provistos del material
adecuado.
Sobre la época del año
recomendada, nos gustaría proponerles dos. En primer lugar la primavera, en
concreto entre los meses de mayo y junio, aunque se deberá tener cuidado en los
puestos más altos del recorrido, donde puede haber nieve. Aunque sin duda es la
época de mayor esplendor de la naturaleza, con el deshielo de la nieve y la
explosión de colores de la montaña.
El segundo periodo sería
el otoño, entre septiembre y octubre, donde solo se debe tener en cuentas las
lluvias. Aquí también lo mejor vendrá del espectacular color de los bosques y
de una costumbre muy arraigada en la zona, la recolección de setas, la cual
convierte los pueblos por los que pasa el camino en continuo trasiego de
personas, fiestas y exquisitos manjares culinarios.
Los pueblos del camino.
En este apartado solo
atenderé a los principales, además en el tramo catalán del camino coinciden con
los finales de etapa.
Gósol.
Final de la dura primera
etapa, en ella podemos encontrar los restos de un antiguo castillo del siglo
XI, que a buen seguro sirvió de cobijo a los cátaros. Además durante gran parte
del final de este día podremos observar la imagen de la montaña más mítica del
excursionismo en Cataluña, me refiero al Pedraforca. Es necesario también
destacar la visita al museo de Picasso, que vivió un corto periodo de tiempo,
en dicho municipio en el año 1906.
Bagá.
Precioso pueblo medieval,
de los mejores conservados de la zona, y final de la segunda jornada. En este
pueblo fundado en el siglo XIII encontraremos un museo dedicado al mundo de los
cátaros, y por lo tanto de visita obligada en la ruta. Además podemos destacar
la visita a la Iglesia de Sant Esteve construida en la transición del románico
al gótico, y no debemos abandonar el pueblo sin visitar su plaza medieval.
Bellver de Cerdaña.
Último pueblo de entidad
antes de traspasar la frontera. Su origen debemos buscarlo en el siglo X,
aunque su época de mayor esplendor medieval corresponda a la llegada de Jaime I
en el siglo XIII. A partir de ese momento se consolidó como uno de los pueblos
frontera, que padecerá como tal, las vicisitudes de las guerras entre España y
Francia a partir de finales de la Edad Media. No debemos irnos sin visitar la
Iglesia de Santa María de Talló, convertida en santuario desde el siglo XIX.
Ermita de Santa María de Talló.
Los pueblos de la
vertiente francesa.
Tras el traspaso de la
frontera, los pueblos son más pequeños, pero a la vez más numerosos. En torno a
los ríos de montaña se han ido sucediendo estas pequeñas poblaciones. Destacan
por encima de todos Merens les Vals y Orgeix, ambos de origen medieval.
Precisamente en el primero de ellos existen los restos de la Iglesia Románica
más representativa del camino.
Iglesia románica de Merens les Vals.
El pequeño pueblo de Orgeix.
Una cosa que llama poderosamente la atención a los apasionados de la historia, son los monolitos
de los caídos durante la Primera Guerra Mundial. Estos están presentes en todos
y cada uno de los pequeños municipios del recorrido.
Un camino de naturaleza.
Sin duda es lo más
destacable de los ocho días de ruta. En concreto durante los tres primeros días
de la misma, se atraviesa el espectacular Parque natural del Cadí-Moixero. En
él existen puntos tan emblemáticos como el referido con anterioridad, Pico de Pedraforca.
Pero también otros como el Coll de Pendis a más de 1.700 metros de altura,
y que sirve para cambiar de vertiente y
llegar a la Cerdaña. A parte en el mismo existen varios refugios de montaña que
hacen más llevadera la travesía.
El cuarto día toca el
plato fuerte, traspasar los Pirineos, para llegar a Francia. Dicho paso se
realiza a más de 2.500 metros en la denominada Portella Blanca, en la etapa más
dura del camino.
La Portella Blanca, llegando a Francia.
Lo que espera tras la
frontera también es espectacular, en especial l’Ariege francesa está plagada de
ríos. No debemos olvidar que nos encontramos en una zona con origen cárstico, y
por lo tanto repleta de cuevas y cañones. Pero no exenta de dificultad, ya que
son numerosos los puertos de montaña que encontremos los últimos cuatro
días de ruta.
La llegada al Castillo de
Montsegur.
Sin duda el momento
culminante de este camino de ocho días, es la llegada al Castillo de Montsegur. Tras llegar al pueblo, que aconsejamos que se reserve incluso para comer, se
acomete la última subida del recorrido.
De la visita al castillo solo me queda destacar la gran soledad que se
trasmite en este lugar, desde la explanada donde fueron quemados los cátaros,
hasta el interior del castillo. Es muy recomendable efectuar una visita a horas
sin mucha afluencia, para conseguir conectar con esa sensación.
No queremos terminar sin
subrayar, que existen muchas guías de este camino, lo único que pretendemos con esta entrada es
animarlos a todos a hacerlo.
Fuente: Caminando por la
Historia. Revisión y Diseño: elcofresito.
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