La banda de ladrones de joyas más grande que ha existido: Los Pink Panthers.
Suponemos que todo el mundo habrá visto la película de Blake
Edwards, La Pantera Rosa (The Pink Panther) y quien no, ya está buscándola para
pasar dos horas cinematográficas muy divertidas. Recordaremos que el actor
David Niven, interpreta al Fantasma, un ladrón de alto standing especializado
en el robo de joyas que tiene como objetivo robar una costosa gema llamada La
Pantera Rosa por la silueta de un felino que se aprecia en su interior. El
torpe inspector Clouseau, de la policía Sureté, francesa, tratará de
impedírselo y atraparle.
Pues bien, ojeando la prensa es posible encontrar
referencias bajo el epígrafe Pink Panthers, que es el nombre asignado muy
oportunamente por la Interpol a una banda internacional de ladrones dedicada a
sustraerse joyas. La diferencia con el Fantasma es que éstos son muchos en vez
de una persona solitaria, y además no son precisamente caballeros británicos
sino criminales -algunos ex militares y con pasado violento- de varios países
de la Europa balcánica: en concreto, de Serbia, Montenegro, Croacia y Bosnia,
lo que conecta su origen inevitablemente con los efectos de las guerras que
asolaron la región entre los años 1991 y 2001. De hecho, se trata de un grupo
muy numeroso compuesto por decenas de personas -no está claro el número- con
predominio de gente procedente de la ciudad montenegrina de Podgorica.
Esta cosmopolita red de delincuentes tiene un largo
historial de robos, algunos de los cuales fueron tan audaces que a despecho de
su carácter punible no puede sino provocar cierta admiración y no falta quien
los cataloga casi de obras de arte. Buen ejemplo de ellos sería el primero
destacado de su currículum, realizado en 2003 en el exquisito barrio londinense
de Mayfair, donde se sustrajeron un diamante valorado en medio millón de libras
esterlinas ocultándolo en un frasco de crema de afeitar. Quien sea seguidor de
la saga cinematográfica citada recordará que en El regreso de la Pantera Rosa había
una escena muy parecida, de ahí el nombre con que fue bautizada la banda.
Pero no fue el único caso ni mucho menos. La primera década
del siglo XXI está tachonada de actuaciones de calibre similar que se pueden
resumir en más de un centenar y medio de tiendas asaltadas a todo lo largo y
ancho del mundo. Los países que sufrieron los ataques de los Pink Panther con
incidencia especial son aquellos donde hay un mercado más importante de piedras
preciosas: Holanda, Inglaterra, Japón, EEUU, Dinamarca, Mónaco, Suiza, Francia,
Emiratos Árabes, Austria, Dubái, Liechtenstein, Australia e incluso España,
entre otros -hasta treinta y cinco-. En ellos suman alrededor de trescientos
ochenta robos desde 1999.
Algunos fueron víctimas varias veces, en diferentes
ciudades. Londres, por ejemplo, donde la joyería Graff fue atracada en dos
ocasiones en el 2002 y 2005, perdiendo mercancía por un valor de veintitrés
millones y un millón de euros en efectivo, respectivamente; como uno de los
ladrones fue capturado en el año 2004, el infortunado joyero pudo recuperar una
pequeña parte del botín (tres millones) mientras al culpable se le condenaba a
quince años de prisión. El célebre distrito Ginza de Tokio, también fue
escenario de dos espectaculares operaciones -en una lanzaron gas lacrimógeno a
los locales para dejar fuera de juego al personal- en el 2004 (tres millones y
medio de yens en gemas) y en 2007 (joyas por un valor total de doscientos
ochenta y cuatro millones de yens, algo más de dos millones de euros).
Lo cierto es que los Pink Panthers, planeaban cuidadosamente
cada detalle del robo y de la posterior huida. Y tenían una amplísima gama de
variantes que les daban un toque cinematográfico. En el atraco a una joyería de
Saint Tropez, en el año 2005, entraron vistiendo todos camisas hawaianas,
escapando después en una lancha motora; tres años después recurrieron al
alunizaje (Procedimiento utilizado para robar en un establecimiento consistente
en estrellar un vehículo contra el escaparate para romper la luna y facilitar
la rápida entrada de los ladrones) con dos vehículos marca Audi en Dubái; en
2009 asaltaron la joyería parisina Harry Winston, disfrazados de mujeres; para
actuar en otra de Biarritz, se aseguraron de que no habría testigos casuales
cerca pintando un banco de madera que había justo a la puerta del
establecimiento y pusieron el correspondiente cartel de “Recién pintado”; en
Londres actuaron a cara descubierta pero se cree que llevaban prótesis de
maquillaje…
Una característica de la banda era que sus golpes iban
creciendo en tamaño y audacia con el paso del tiempo. El de Saint Tropez, les
supuso un botín de cien millones de dólares; el de Londres de 2009 fue de
sesenta y cinco millones; el de la citada Harry Winston ochenta millones de
euros… Claro que ninguno como el del Hotel Carlton de Cannes en 2013, en el que
un pink panther que ocultaba su rostro tras una bufanda y gorra se llevó ciento
treinta y seis millones de dólares en diamantes y joyas que se habían reunido
en una exposición. Hay quien lo considera el robo más grande de la historia de
su tipo, pero es que, según los cálculos de la Interpol, los Pink Panthers eran
responsables de haberse llevado en total más de quinientos millones de dólares
en oro, diamantes y gemas en un plazo de dos décadas.
Pero, aunque su carácter internacional les facilitaba
moverse sin demasiados problemas, al final cayeron. No todos simultáneamente
porque se trataba de una banda descentralizada, pero sí poco a poco. Los
primeros, en 2005, fueron dos hombres y una mujer serbios detenidos en Belgrado
por el robo de la mencionada joyería japonesa de Ginzo, donde estaba el
fabuloso collar Comtesse de Vendôme, que tiene más de un centenar de diamantes,
el central de ciento veinticinco quilates y está tasado en unos veinte millones
de libras esterlinas. Al líder de la banda le cayeron siete años de condena, si
bien sus compañeros se llevaron penas menores. Por un segundo atraco en Ginza,
el de 2007, la policía de Chipre arrestó a un montenegrino llamado Rifat
Hadžiahmetović, que viajaba con pasaporte búlgaro y cuya extradición reclamó
también España (donde en 2014 fue detenido Borko Ilincic, por el asalto de
Dubái). La condena fue de diez años; su cómplice, Radovan Jelušić, sería
capturado en Italia en 2010 y extraditado a Montenegro.
En 2008 se atrapó a otros tres miembros serbios en Francia
-los autores del robo en Biarritz y Saint Tropez, entre otros, que recibieron
penas de seis a diez años de prisión. Un año más tarde la policía francesa
encontraba en Mónaco a otro trío de ladrones cuando planeaban el asalto a una
joyería; uno de ellos era el serbio Dragan Mikić, que estaba en la lista de los
más buscados porque se le consideraba uno de los jefes. En 2012 pillaron en
Roma a otro pez gordo, Mitar Marjanović, gracias a que se detectaron sus
huellas dactilares en varios artículos robados que se incautaron a dos
cómplices. Ese mismo año cayó otro trío de delincuentes en Atenas cuando dos de
ellos se disponían a atracar una joyería, porque unos policías trataron de
identificarlos al percatarse de que llevaban pelucas; durante la consiguiente
persecución uno de los agentes resultó herido de un disparo pero al final
pudieron cogerlos y eso llevó a una tercera detención, la de una mujer serbia
llamada Olivera Vasić Ćirković que pocos meses después consiguió evadirse de
prisión.
No fue la única en protagonizar una fuga porque en mayo de
2013 un pink panther escapó de la cárcel de Lausana, acompañado de otros cuatro
presos, al parecer con ayuda exterior. Y en julio de ese mismo año Milan
Poparić, que también cumplía en Suiza una condena de siete años, hizo otro
tanto de la prisión de Orbe, junto a un secuestrador y pirómano que además
solía blanquear dinero; este suceso fue de película porque recibieron
asistencia desde fuera abriéndoles un hueco en las vallas y facilitándoles
escaleras de mano mientras se entretenía a los guardias disparándoles con un
AK-47. Un sistema contundente que, sin embargo, no era nuevo: en 2005 otro
también se evadió de forma similar.
Los últimos mazazos recibidos por los Pink Panthers tuvieron
lugar en España. El primero en Barcelona durante el verano de 2016, al intentar
atracar una joyería del Paseo de Gracia. En menos de un minuto lograron entrar
y reunir cuatrocientos mil euros en joyas pero los GEO les esperaban camuflados
a la salida y los apresaron. El segundo en Gran Canaria, donde se detuvo a dos
integrantes y se recuperó el botín sustraído de la joyería Saphyr. No obstante,
la opinión policial es que la banda ha crecido hasta alcanzar los ochocientos
miembros incorporando efectivos de los países del Este, contando asimismo con
sus propias redes de información y distribución. Toda una multinacional del
robo.
Fuentes: Routledge handbook of transnational organized crime
(Felia Allum y Stan Gilmour, eds)/War crimes, atrocity and justice (Michael J.
Shapiro)/The Mazzel Ritual. Culture, customs and crime in the Diamond Trade
(Dina Siegel)/Wikipedia, Jorge Alvarez, LBV. Revisión y Diseño:
elcofresito.
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