La Plaza del Teatro, Quito-Ecuador, algo de historia y hermosas fotografías.
La imagen que tiene el quiteño actual de la Plaza del Teatro
es la de un espacio que combina, al menos, 3 estilos urbanísticos.
Por un lado están las edificaciones ubicadas en los costados
oriental y norte con el característico estilo heredado de la Colonia y algunas
de corte neoclásico, al igual que ocurre con la edificación que hoy por hoy le
da nombre al espacio: El Teatro Nacional Sucre.
Sobre la acera occidental, en cambio, y separado del
conjunto por la calle Guayaquil, se muestra un edificio de estilo moderno al
que se conoce como El Gran Pasaje y que funciona como un centro comercial desde
la década de 1970. Los usos y el nombre del espacio, sin embargo, han variado a
lo largo de la historia de la ciudad, a la que ha estado unido.
La historia del sitio se remonta a mediados del siglo XVI
cuando en uno de sus costados habría funcionado un matadero donde se
sacrificaban a las reses para comercializar su carne en los alrededores. Es por
esto que muchas personas empezarían a tildar al lugar como ‘La Plaza de las
Carnicerías’.
A inicios del siglo XVII, el Cabildo de la ciudad decide
cerrar las carnicerías civiles y construir un solo edificio estatal destinado a
esas labores, realizando así la primera ‘limpieza’ del sector y permitiendo de
esa manera la instalación de casas y mansiones señoriales cuyos dueños antes no
se atrevían a construir en las cercanías.
En algunas de las primeras fotografías captadas de la
ciudad, se puede observar todavía la antigua edificación.
En el libro Quito, guía de arquitectura, publicado en 2004,
se indica que para 1763 el Ayuntamiento habría construido en el centro de la
plaza, una fuente para el uso común de los vecinos, entre ellos los
comerciantes y moradores que no disponían de agua en sus lugares de trabajo o
viviendas.
“Esta obra costaría más de 1.000 pesos en materiales,
jornales, herramientas, piedras sillares y acueductos”, señala el texto.
Luego de 23 años, el entonces presidente de la Real
Audiencia de Quito, José de Villalengua y Marfil, levantó en ese mismo espacio
una plaza de toros, en donde se realizaron varias corridas que despertaban el
interés de los amantes de la tauromaquia.
Estas actividades se desarrollaron más o menos regularmente
hasta que, en 1867, el Congreso Nacional de la época autorizó la construcción
del actual Teatro Nacional Sucre en el lugar.
La edificación del escenario se inició en 1879, cuando
gobernaba el país el dictador Ignacio de Veintemilla. La obra concluiría en
1886, bajo el mando del presidente José María Plácido Caamaño.
Su inauguración ocurrió el 25 de noviembre de aquel año,
causando gran impacto entre la ciudadanía de la época. Desde entonces, el emblemático
espacio cambió su nombre a Plaza del Teatro.
El edificio siguió un modelo de inspiración europea, pues se
trata de un teatro a la italiana. Es una de las salas de ópera más antigua de
Sudamérica, fue inaugurada antes que el Teatro de Cristóbal Colón de Bogotá
(1892), que el Teatro Amazonas de la ciudad brasileña de Manaos (1896) y que el
Teatro Colón de Buenos Aires (1908).
En el gobierno del presidente Galo Plaza Lasso, el teatro
fue cerrado para una primera reconstrucción y modernización, la cual concluyó
en 1952.
En 1994, el edificio fue cerrado nuevamente para ser
rehabilitado. Se re inauguró a los 117 años de su primera apertura, el 24 de
noviembre de 2003 con la presentación de la Ópera Rigoletto en coproducción con
la Asociación Pro-Lírica del Perú. Desde entonces la actividad artística que se
desarrolla en este escenario ha sido interrumpida.
El 13 de noviembre de 2006 se estrenó allí la primera ópera
ecuatoriana, Manuela y Bolívar, del compositor Diego Luzuriaga.
Este despliegue de ‘arte elevado’, sin embargo, no impidió
que otras manifestaciones de corte popular se apropiaran del teatro y sus
alrededores. Algunas de manera ocasional y otras de forma cotidiana.
En el escenario, por ejemplo, se representaron con
frecuencia entre la década de 1930 y la de 1970 las famosas Estampas Quiteñas
protagonizadas por el popular artista Ernesto Albán Mosquera, quien daba vida
al personaje Evaristo Corral y Chancleta.
Las comedias costumbristas reflejaban en gran parte el hacer
y sentir de los capitalinos y se burlaban de los gobiernos de turno, con gran
aceptación por parte de las clases menos favorecidas.
En tanto que la plaza sumó a su condición de espacio público
natural y sitio obligado de paso la función de lugar de encuentro durante las
celebraciones. Esto sucedió, por ejemplo, a finales del siglo XIX y principios
del XX con ocasión de la Fiesta de Inocentes y los carnavales quiteños,
momentos en los que el uso de disfraces cumplía el objetivo de ‘democratizar’
la urbe mediante la celebración generalizada.
Más tarde, a finales de la década de 1950, la plaza se
convirtió en uno de los escenarios preferidos por los quiteños y la entonces
abundante población migrante para recordar la fundación española de la ciudad.
Incluso, el equipo de fútbol de la capital (Deportivo Quito)
fue fundado en la zona, por lo que pasó a ser conocido por como ‘el equipo de
la Plaza del Teatro’.
Datos
El diseño del proyecto del Teatro Sucre fue realizado por el
arquitecto alemán Francisco Shmidt y su estilo recuerda las grandes casas de
ópera europeas.
El teatro dispone de 4 localidades: Platea principal,
Primera fila de palcos, Segunda fila de palcos y Luneta. El número total de
asientos es de 804, correspondiéndole a la Platea principal la mayoría (404).
El escenario se ubica tras un telón de terciopelo rojo que
está allí desde su inauguración en el siglo XIX; este se recoge de manera
vertical en dos secciones. Delante cae un telón metálico anti incendios.
Durante las presentaciones, en la actualidad, es común que se
coloquen pantallas gigantes en la plaza para que la ciudadanía disfrute de los
espectáculos.
En la esquina sur oriental de la plaza funcionó durante
décadas el Cine Variedades. En ese espacio funciona hoy el Teatro Variedades
Ernesto Albán.
Fotografías del recuerdo:
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