Los Incas: El Imperio de las alturas.
La civilización incaica se desarrolló en una región
geográfica bastante compleja; los Andes. Con paisajes muy diferentes entre sí,
tales como: la costa (oasis y desiertos), la sierra (valles húmedos y
altiplanos secos) y la selva (bosques tropicales lluviosos). Así y todo, ellos
lograron habitarlas gracias a la implementación de complejos cultivos en
terrazas, inmensas obras de infraestructura y una gran eficacia en la
producción y distribución de alimentos que, incluso, les permitió almacenar los
excedentes. Por eso, es sorprendente pensar que su historia no haya durado más
de cien años.
La historia de los incas se mezcla fuertemente con sus
relatos legendarios, debido a que esta civilización no desarrolló un sistema de
escritura que diera cuenta de sus orígenes. Sin embargo, se sabe que desciende
de antiguas culturas andinas que se establecieron en los Andes Centrales, entre
ellas el pueblo de Chavín de Huantar, una pequeña villa cordillerana en el
norte del Perú, cuyo mayor aporte fue ayudar por primera vez a la unificación
de dichas culturas.
Con posterioridad, alrededor del año 300 a. C., declina la
cultura chavín y surgen otros reinos, como el Moche, Nazca, Tiahuanaco y Huari,
todos ellos con su respectivo tiempo de apogeo.
Los últimos reinos en aparecer fueron el Chimú en el norte y
el Inca en el sur. La influencia de este último fue la que derivó finalmente en
la constitución del magnífico imperio andino.
Civilizaciones precedentes.
La diversidad geográfica del territorio inca y el relativo
aislamiento local, facilitaron los desarrollos regionales. Por lo mismo, no
existe valle que no haya sido asiento de diferentes culturas, algunas de las
cuales mencionamos a continuación.
Luego de que América fue poblada (30.000 aC.) y de la
transformación de los pueblos de nómadas a sedentarios en los Andes Centrales
(4.000 a.C.), surge el pueblo de Chavín de Huantar, una pequeña villa de los
Andes en el norte del Perú, a 3.200 metros de altura. Su importancia radica en
que ayudó a unificar por primera vez las culturas andinas, aunque más en el
ámbito artístico y religioso que en el político.
Alrededor del 300 a.C. comienza el declive de Chavín y
empiezan a formarse los reinos Moche, Nazca, Tiahuanaco y Huari.
Los moche o mochica fueron un pueblo agrícola de tradiciones
pesqueras y tenían una compleja organización social.
Ubicada cerca del lago Titicaca, a 4.000 metros de altura
sobre el nivel del mar, se desarrolló la civilización de Tiahuanaco. En su
apogeo construyeron templos y palacios que embellecieron la ciudad.
Paralelamente a la expansión de Tiahuanaco, otro centro, Huari,
inició la conquista de territorios vecinos. Actuando conjuntamente, ambos
volvieron a unir, cultural y políticamente, las sociedades regionales de la
zona.
Una vez rota la cohesión lograda por Tiahuanaco-Huari,
surgen el reino Chimú en el norte, y el Inca en el sur, imponiéndose este
último por la fuerza.
Aparecen los incas.
Los incas, llegaron al Cuzco (también escrito Cusco o Qosqo
y que significa en idioma quechua “ombligo del mundo”) alrededor del año 1.200
dC. Probablemente procedían del sur. De alguna forma su emigración debió estar
conectada a la desintegración urbana que siguió a la caída de Tiahuanaco.
Una vez establecidos en el Cuzco, iniciaron una dinastía
cuyo primer gobernante fue Manco Cápac, los que le siguieron, como Sinchi Roca
y Lloque Yupanqui, no destacaron en particular. En cambio el cuarto, denominado
Mayta Cápac, inició la expansión del pueblo inca, motivado por una sequía que
asoló los Andes Centrales. Esto, con el fin de asegurarse abastecimiento en los
valles cercanos.
Los siguientes gobernantes, como Cápac Yupanqui, Inca Roca,
Yahuar Huacac y, sobre todo, Viracocha, se ocuparon de resguardar los
territorios ocupados con el establecimiento de funcionarios incas y
guarniciones militares.
Lo que se conoce como imperio histórico comenzó con
Pachacutec Inca Yupanqui, que ocupó el trono hacia 1438, siendo un gran
conquistador y organizador del reino. A su mandato se atribuyen obras como los
planos del Cuzco, la construcción de cultivos en base a terrazas y la
construcción del templo del Sol. Además, mientras gobernaba se inició la
expansión incaica que alcanzó por el sur el lago Titicaca y por el norte la
región de Huanuco. Igualmente, comenzó la unificación de las tribus vecinas y
sometió con sus ejércitos a las que no accedían a integrarse. Se dice también
que fue Pachacutec, quien propuso la práctica de las mitimas, mediante la cual
grupos de pobladores, llamados mitimaes (del quechua mítmaq, colono,
advenedizo), eran trasladados a otros lugares para evitar rebeliones.
Entre los años 1471 y 1493, con el hijo de Pachacutec, Tupac
Inca Yupanqui, el imperio alcanzó su máximo esplendor. En esa época se
conquistó todo el altiplano andino y los territorios septentrionales de Chile y
Argentina.
El sucesor de Inca Yupanqui fue Huayna Cápac, cuyo período
se caracterizó por varios levantamientos que, no obstante la dificultad,
pudieron ser controlados. En su gobierno se alcanzó la mayor extensión
geográfica, con un número cercano a los 900 mil kilómetros cuadrados. Cuando
falleció, el imperio quedó dividido en dos partes a cargo de sus hijos: a
Atahualpa le otorgó la región de Quito y a Huáscar, la del Cuzco. Sin embargo,
ambos hermanos se enfrentaron en una guerra civil en el momento de la llegada
de los españoles.
Gobernantes divinos.
El imperio incaico estaba firmemente dominado por una
teocracia sagrada e inviolable. El Inca, máxima autoridad política y religiosa,
se consideraba hijo del Sol. Gobernaba asistido por una aristocracia selecta,
llamada orejones, a causa de los adornos que deformaban sus orejas; además, se
consideraba noble a los generales y a los altos oficiales.
Bajo esta aristocracia se encontraban los kurakas (o
curacas), los señores. En una posición privilegiada se hallaba también la clase
sacerdotal, integrada por el willaq uma (cabeza sagrada), las aqllas o
escogidas y los sacerdotes. Luego, formando la base de esta pirámide social,
estaba la masa del pueblo, dividida en llacta runa (originarios) y mitimaes
(trasplantados de otras regiones o pueblos). Fuera de estas clases se
encontraban los yanacunas o yanaconas (literalmente: los esclavos).
La agricultura era la base fundamental de subsistencia. El
poder central, fuerte como era, fue capaz de encauzar el enorme trabajo
tributario hacia el desarrollo de canales, terrazas y acueductos, multiplicados
incesantemente. Las cosechas de maíz, papas y otros artículos alimenticios se
incrementaron por el uso de abonos y el aporte de la taclla, especie de arado
que se manejaba con el pie.
No había propiedad privada. Los campesinos debían laborar
primero en las tierras asignadas al Inca y a los dioses, cuyas cosechas se
almacenaban en bodegas gubernamentales, destinadas a alimentar soldados,
burócratas y artesanos.
El trabajo de realizar censos, en los que se basaban todas
las decisiones imperiales, correspondía al quipu-kamayoc, quien disponía solo
del quipu para llevar tales contabilidades.
El estado incaico estableció tres preceptos morales
fundamentales: Ama Suway, Ama Qella y Ama Llulay, que significa no robar, no
ser ocioso, no mentir.
Generalizó el culto al Sol (Inti), al que acostumbraban
representar por un gran disco de oro circundado de rayos. Igualmente adoraban a
la Luna (Mama Quilla), así como a divinidades que simbolizaban a otras fuerzas
de la naturaleza, como truenos, estaciones, etc.
En el comercio, aplicaron el trueque de productos en pequeña
escala. Organizaron la explotación de las minas y trabajaron el oro, el cobre,
la plata, el bronce, el estaño y el plomo. En la textilería produjeron obras
maestras, y la cerámica alcanzó un notorio desarrollo.
Organización Política y Social.
La sociedad era muy jerárquica, siendo la máxima autoridad
el Inca o emperador, es decir, el monarca que gobernaba con poder absoluto,
pues provenía directamente de Inti el dios Sol, y que por lo mismo debía ser
venerado por todos sus súbditos.
El ayllu, venía a ser como una extensión de la familia, que
se caracterizaba por ser una colectividad agraria unida por lazos de
parentesco, en la que los miembros se consideraban descendientes de un
antepasado común. Cuando este parentesco era de tipo real y tenía una
organización territorial estricta, era conocido como ayllu real o panaca. El
ayllu real estaba formado por todos los descendientes varones de un determinado
inca, salvo el sucesor, quien creaba a su vez un nuevo ayllu real.
Cada uno de los ayllu ponía a disposición diez hombres, que
se encargaban de cultivar las tierras del emperador, participar de las guerras
cuando así se requería y trabajar en minas y obras públicas.
La sociedad era muy jerárquica, siendo la máxima autoridad
el Inca o emperador, es decir, el monarca que gobernaba con poder absoluto,
pues provenía directamente de Inti el dios Sol, y que por lo mismo debía ser
venerado por todos sus súbditos. El monarca habitaba en un palacio en el Cuzco
y por lo general se casaba con su hermana mayor. La sucesión de su trono la
ocupaba un hijo legítimo, que no necesariamente debía ser el mayor. El Inca
gobernaba asistido por una aristocracia selecta llamada orejones, quienes
recibían esa denominación como consecuencia de los grandes adornos que les
deformaban sus orejas.
Esta aristocracia, compuesta por los familiares del
emperador, ocupaba las mejores tierras y era constituida igualmente por
generales y altos oficiales. Luego se ubicaban los curacas, nobles de carácter
local. Una posición de privilegio ocupaba también la clase sacerdotal,
integrada por el willaq uma o cabeza sagrada, las aqllas o escogidas y los
sacerdotes. Les seguían los hatunruna, que eran agricultores y artesanos que,
junto con cultivar sus propias tierras, debían trabajar gratuitamente las de la
nobleza a modo de tributo. Finalmente, se encontraban los yanaconas o siervos,
y los mitimaes o prisioneros de guerra.
El imperio se dividía en dos mitades y cuatro barrios o
partes que estaban determinados por los puntos cardinales. La mitad de abajo
era llamada Hurin Cuzco, mientras que la mitad de arriba era el Hanan Cuzco. A
la parte denominada Hurin Cuzco correspondían el Contisuyo en el oeste y
Collasuyo en el sur. A Hanan Cuzco, en tanto, le pertenecían los barrios de
Chinchaysuyo en el norte y Antisuyo en el este.
Cada uno de estos sectores era dirigido por un apo, que era
un familiar del Inca y, por tanto, perteneciente a la nobleza.
Religión incaica.
El concepto de huaca, que eran lugares sagrados ubicados en
distintos puntos del imperio inca donde se depositaban objetos a modo de
ofrendas, todavía perdura en algunos pueblos andinos.
Inicialmente los incas fueron politeístas, es decir,
adoraron a muchos dioses, a los que consideraban como benefactores y elementos
principales de la naturaleza. Entre ellos se encontraba Viracocha, dios
inmortal, creador del universo, que había enseñado a los hombres a cultivar la
tierra y tenía la mayor preponderancia.
También fueron adoradores de Inti, el dios Sol, que protegía
a la dinastía real y se consideraba el padre del emperador. Le seguía en
jerarquía el dios del Trueno o Illapa, y la Luna o Mamaquilla. Asimismo, las
diosas de la tierra, Pachamama, y del mar, Mamacocha, eran muy importantes para
asegurar la agricultura y la pesca.
Las ceremonias tenían lugar al aire libre y en ocasiones en
los templos, a los que solo podían acceder los sacerdotes y altos funcionarios.
El santuario más importante era el de Coricancha o templo del Sol, que contenía
los objetos de adoración y las tumbas de los emperadores.
Las ofrendas a los dioses eran colocadas en altares a la
vera de los caminos y recibían el nombre de huacas. Existían también santuarios
de piedra para orar, llamados apachetas.
Dentro de la religión incaica el culto de los muertos
ocupaba un lugar muy destacado. Por esto, después de la muerte las personas
eran momificadas y luego de un tiempo llevadas a sus casas.
Respecto a los sacerdotes, estos componían una poderosa
jerarquía que se dividía en categorías. El Sumo Sacerdote recibía el nombre de
Villac Umu y era siempre un pariente cercano del Inca.
Comunicaciones.
La civilización incaica destacó, entre otros aspectos, por
su extensa red caminera. El imperio tenía dos caminos principales, de norte a
sur: uno a lo largo de la costa y otro que atravesaba las tierras altas. Estos
trazados eran cruzados por otros caminos transversales y secundarios que
lograban unir aldeas y pueblos. Eran los llamados Caminos del Inca, que
atravesaban la sierra y llegaban hasta Quito en Ecuador, por el sur hasta Chile
y hacia el este hasta Argentina.
Quienes circulaban por estos caminos eran principalmente
unos mensajeros, llamados chasquis, que se relevaban en un sistema de postas.
Por lo mismo, durante el trayecto se situaban unos lugares, llamados tambos,
que servían como refugio para estos caminantes.
La economía inca.
Los productos como papas, maíz, lanas y manufacturas que se
guardaban en los tambos, eran utilizados por el Estado inca para suplir los
déficit de estos artículos en poblaciones azotadas por malas cosechas o
catástrofes.
Cuando se habla de la economía incaica necesariamente debe
hablarse de la agricultura, por cuanto esta, dirigida por el Estado, era la
base. Sus cultivos principales eran la papa y el maíz, aunque también sembraban
otras variedades de vegetales, como los porotos, zapallos, calabaza, quinoa,
algodón, maní y guayaba. Los incas habían descubierto la ventaja de abonar la
tierra con ciertos productos, utilizando los excrementos de animales como
fertilizante.
El paisaje geográfico en el que habitaron los impulsó a usar
sistemas de cultivo que consistían en terrazas hechas con paradores de piedras
en las laderas de las montañas. El sembrado se efectuaba abriendo la tierra con
mazas y las semillas se colocaban luego en las hileras de orificios que se
realizaban para este fin. La siembra se potenció con un completo sistema de
irrigación que contemplaba canales y acueductos.
La ganadería estaba constituida por llamas y alpacas,
animales que, además de otorgar productos como la leche, carne y lana, eran
empleados para el transporte.
A pesar de la extensa red de caminos que atravesaban todo el
imperio incaico, el comercio no tuvo un gran desarrollo. Tampoco se conocía la
moneda, por lo que la manera en que se pagaba era mediante el trabajo o el
trueque (intercambio directo de bienes y servicios).
Fuentes: Los Incas-Icarito. Taringa. Revisión y Diseño:
elcofresito.
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