Personajes del Quito antiguo: El Águila Quiteña, un hampón de Caché.
En una encuesta realizada
a decenas de colegiales y universitarios, sobre si habían oído hablar del
delincuente apodado el Águila Quiteña, la mayoría respondió que no. Cuando a
los jóvenes se les preguntó que cómo se imaginaban que fue el Águila Quiteña,
los muchachos contestaron que de seguro se vestía como el zorro de las
películas y el dinero que robaba a los ricos se lo daba a los pobres. Cuán
lejos de la realidad estaban los muchachos.
Para Leonardo Tejada, un
jubilado que a diario concurría a la Plaza Grande, manifestó que los jóvenes
respondieron eso porque se guiaron, probablemente, por la película La Marca de
El Zorro, que filmó Antonio Banderas.
El personaje del que
hablamos, en la década de los años 1930, fue muy famoso, especialmente en el
campo policial, dijo Tejada. Según el archivo de la Policía, el Águila Quiteña, fue el más famoso de esa década.
Llamado Luis Aníbal Paz,
nació en el año de 1908, fue expulsado de su casa junto con su madre. Su padre
era sastre y alcohólico. Según la galería de la capucha (Policía) como se la
conocía antes en la ciudad de Quito, existían tres hampones que les quitaba el sueño a los investigadores de antaño. Todos ellos tenían sus apodos con el
alias de El Águila, por lo que fueron conocidos como los tres Águilas. Ellos
fueron: el Águila Quiteña, el Águila Riobambeña y el Águila Negra.
El archivo policial dice
que el Águila Quiteña, era conocido como punguista, carterista, cuentista y
estruchante. Un mérito de este personaje fue el que jamás cometió un crimen y
tampoco robos a mano armada, muy común
en los hampones de hoy.
Quienes aún recuerdan al Águila Quiteña y se dieron el “lujo” de ser sus amigos, dijeron que el hombre
jamás asaltaba a los borrachos, sino que por el contrario, los protegía de
cualquier peligro, aunque era capaz de meter la mano hasta los tobillos sin que
nadie se diera cuenta.
En sus años de juventud,
el Águila Quiteña, fue amigo y confidente de Naún Briones, el Robin Hood
lojano. Según la policía, cuando el hombre entró en su madurez, llegó a ser
propietario de dos burdeles, uno el Happy Land y el otro La Araña, ambos ubicados en las avenidas diez de agosto y Colón.
Clientes de esos antros
fueron ricos y políticos de la época, entre ellos está, entre otros, Carlos
Guevara Moreno, Ministro de Gobierno del doctor Velasco Ibarra.
Como por regla general
todo hampón tiene un feo final, su época de rendir cuentas le llegó al ser
detenido en la ciudad de Lima. Fue acusado por narcotráfico y condenado a
cumplir su pena en la fortaleza llamada El Frontón, situada en el Océano Pacífico,
próxima de la costa de la ciudad de El Callao, igualmente cercana a Lima,
ciudad a la que había llegado para visitar a su hermana.
El hombre murió en su
propia ley, al ser apuñalado por sus compañeros de reclusorio, allá por los años
1956-57.
En aquella época era cónsul del Ecuador en Perú, el doctor Jorge Salvador Lara, quien personalmente
brindó la ayuda al más hábil y rápido de los rateros de los años 30. Algunos historiadores aseguran que recién a los diez años de su muerte, los quiteños se
enteraron sobre ese acontecimiento.
Con el águila quiteña se
cerró una página oscura y a la vez interesante de nuestra delincuencia criolla.
Fuente: Diario La Hora.
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