Las Cuevas de Hércules y la Mesa del rey Salomón.
El rey Salomón y su mesa, óleo de Cerezo Moreno - imagen cedida por Juan Eslava Galán.
Dicen que el sabio monarca
Salomón, grabó el nombre secreto de Dios en un mítico objeto del Templo de
Jerusalén y que aún hay quien lo busca en tierras españolas. He aquí su leyenda:
Don Rodrigo, debía saber
el trágico destino que le aguardaba con la entrada de los musulmanes en la
Península y no sólo por las consecuencias que hubiera podido intuir de sus
relaciones con La Cava legendaria. Otra de las leyendas que le atañen, cuenta
que nada más llegar al trono osó entrar en las Cuevas de Hércules, desafiando
la inscripción disuasoria de su formidable puerta que venía a decir «Rey,
abrirás estas puertas para tu mal», según narra el escritor José María Merino
en su obra «Leyendas españolas de todos los tiempos: Una memoria soñada»
(Siruela).
En una enorme cueva en
Toledo se cuenta que Hércules guardó sus tesoros y cerró su boca con un torreón
o palacio que aseguró con una gigantesca cerradura. Hasta la llegada al trono
de Rodrigo, cada rey había ordenado colocar una cerradura más en la puerta,
convirtiéndose el acto en un rito más de la coronación. Se dice que el último
rey godo rompió 27 cerrojos antes de abrir las puertas junto a sus hombres.
En el interior del
torreón, Rodrigo encontró un arca que guardaba un lienzo muy fino
cuidadosamente plegado, según el relato de Merino. Al extenderlo, contempló la
escena de una batalla entre «guerreros a caballo, vestidos con los ropajes
propios de los pueblos que vivían al sur, en la otra orilla del mar» y figuras
con sayales que parecían huir, mientras al pie de una fortaleza yacían muchos
guerreros cristianos muertos. En el centro, abatidos y rotos, se representaban
«las banderas del ejército de Rodrigo, el blasón de su escudo de armas y la
bandera y el blasón del propio reino de España», señala el escritor antes de
añadir que al ver aquella representación tan elocuente, «Rodrigo ordenó a todos
retirarse, sin que nadie dijese una sola palabra».
El relato del historiador
árabe Ahmed al Razi (s.IX-X) fue el primero en dar cuenta de la decisión de Don
Rodrigo de entrar en el palacio construido por Hércules. Según Al Razi,
conocido como el moro Rasis, la casa guardaba los secretos de un antiguo rey
griego dominador de Al Andalus. Allí encontró «una arca de plata e con piedras
preciosas» con dibujos de árabes y un escrito que decía: «Cuando sea abierta
esta casa y se entre en ella, gentes cuya figura y aspecto sea como los que
aquí están representados invadirán este país, se apoderarán de él y lo
vencerán».
En esta casa o cueva de
Hércules, otros relatos sitúan la legendaria Mesa del Rey Salomón donde el
sucesor del rey David habría plasmado todo su conocimiento del universo y la
formulación del nombre verdadero de Dios que no puede ser pronunciado ni
escrito, el Shem Shemaforash, la llave de la sabiduría y el poder. La mesa de
oro que el tercer rey de Israel ordenó colocar en el Templo de Jerusalén, según
el I Libro de los Reyes (7,48), fue descrita posteriormente por algunos autores andaluces como una pieza (mesa o espejo) tallada en una única esmeralda con
365 patas como días del año.
De Jerusalén a Roma y
Toledo
Tras la destrucción del
Templo en el año 70 d.C., los romanos se habrían llevado la Mesa de Salomón a
Roma. Así lo contó Flavio Josefo: «Entre la gran cantidad de despojos, los más
notables eran los del Templo de Jerusalén: la mesa de oro, que pesaba varios
talentos, y el candelabro de oro». De la exhibición de Tito con los tesoros da
fe un relieve en el arco triunfal que erigió Roma a su general victorioso.
Los godos se hicieron con
el tesoro del Templo de Jerusalén tras el saqueo de Roma en el 410 d.C. El
historiador Procopio lo menciona expresamente entre las riquezas depositadas en
Tolosa, la capital del reino entonces. Un siglo después, éste acabaría siendo
trasladado a Toledo ante el avance de los francos, tras pasar por Carcassone,
Rávena y Barcelona. Otras leyendas hacen llegar la mesa a la capital del reino
visigodo desde el norte de África a través de reyes míticos que habrían
participado en campañas contra Jerusalén.
Ningún autor cristiano de
la época, como Isidoro de Sevilla, menciona sin embargo la mesa ni su presencia
en Toledo, según señaló el escritor y catedrático Jon Juaristi en una
conferencia sobre «La leyenda de la Mesa del Rey Salomón» en 2006. «El tesoro
sagrado de los godos, entre el que se encontraría la mesa, no se tocaba, ni
siquiera se veía en aquel tiempo porque se creía que en él residía la fuerza de
la tribu. Eso justificaría que no se haga ninguna mención», considera el historiador
Juan Eslava Galán. El hecho es que la primera noticia que se tiene de la Mesa
de Salomón en la Península aparece en las narraciones árabes de la toma de
Toledo por Tariq, aunque otras leyendas sitúan el hallazgo en Complutum (Alcalá
de Henares).
«La Mesa estaba hecha de
oro puro, incrustado de perlas, rubíes y esmeraldas, de tal suerte que no se
había visto otra semejante», escribió el historiador Al Maqqari, que coincidía
con el cronista Aben Al Hakam: «Tenía tanto oro y aljófar como jamás se vio
nada igual».
Existe la creencia de que
Tariq habría llevado la Mesa de Salomón a Medinaceli, probablemente por el
topónimo. La localidad fue llamada Medina Talmeida (Ciudad de la Mesa) y
Madinat Salim (ciudad fundada por Salim ibn Waramad), que sería una deformación
de Madinat Shelim, Ciudad de Salomón.
Tras desembarcar en la
Península, Musa reclamó a Tariq la famosa Mesa de Salomón junto al resto del
tesoro real godo. Se cuenta que Musa le humilló y maltrató para conseguirla y
éste, antes de cedérsela, le arrancó una pata y la hizo sustituir por una
falsa. Ambos fueron llamados a Damasco por el califa Suleimán y dicen que
cuando Musa le entregó la mesa presentándose como el conquistador de España,
Tariq mostró la pieza que faltaba desautorizándole.
En este punto se pierde la
pista de la Mesa de Salomón. Unos dicen que fue desmontada por orden del califa
en Damasco, otros que acabó en Roma, otros que fue despiezada y sus gemas
adornan la Kabba de la Meca...
Otros sostienen, sin
embargo, que no llegó a salir de España y aún lo sitúan en Toledo y en Jaén,
donde se cree que pudo extraviarse de camino a los puertos andaluces.
El investigador toledano y
escritor toledano, José Ignacio Carmona, cree que los tesoros visigodos fueron
ocultados ante la llegada del invasor musulmán, como se constata con el tesoro
de Guarrazar, en la localidad de Guadamur .«Obviamente, si las coronas aparecen
en Guarrazar, no es disparatado pensar, por proximidad, en su complejo gemelo,
Melque, para ocultar el tesoro de Salomón», manifestaba a ABC el autor del
libro «Santa María de Melque y el tesoro de Salomón». Ambos lugares están
unidos por un antiguo camino secundario romano, la vieja Alpuébriga.
La lápida templaria de
Arjona
Otra vía de investigación
conduce a la provincia de Jaén, donde en 1924 un labriego encontró en
Torredonjimeno otro tesoro visigodo del que solo se conservan hoy unas pocas
piezas menores, y donde fue hallada en 1956 una lápida templaria que, según el
cabalista Álvaro Rendón, reproduce los símbolos grabados en la Mesa de Salomón.
La lápida de mármol, que actualmente se encuentra en el Ayuntamiento de Arjona,
se encontró en una extraña cripta de estilo bizantino que se había hecho
construir el barón de Velasco en la localidad jienense. «Es un libro mudo, una
especie de mandala para que quien sepa interpretarlo lo descifre», señala el
historiador Juan Eslava Galán, coautor junto a Rendón de «La lápida templaria
descifrada» (2008).
El barón de Velasco era
miembro de la sociedad secreta de los «Doce Apóstoles», cuya existencia fue
descubierta casualmente por el joven funcionario Joaquín Morales en 1937
durante el inventario de los tesoros artísticos de la catedral de Jaén. El
objetivo de esta sociedad a la que habrían pertenecido destacadas
personalidades de finales del siglo XIX y principios del XX habría sido la
búsqueda de la Mesa del Rey Salomón, que se creía oculta en Jaén. «Los miembros
de esta logia pseudo-masónica no la buscan por su valor material, sino por ser
un tesoro iniciático al tener el sello salomónico», apunta Eslava Galán. La
cripta del barón de Velasco, añade, «fue construida para albergar una
reproducción de la Mesa de Salomón».
Para Juaristi, sin
embargo, la Mesa del Rey Salomón «es un símbolo de España» y lo fue siempre
desde la conquista. De ahí el interés de Musa por arrebatársela a Tariq.
En busca de las cuevas de
Hércules
En 1546, el cardenal Juan
Martinez Siliceo ordenó explorar bajo la iglesia toledana de San Ginés, hoy
desaparecida, para acallar a quienes sospechaban que bajo ese lugar se
encontraban la mítica Cueva de Hércules. «A cosa de media legua toparon una
mesa de piedra con una estatua de bronce (...), después pasaron adelante hasta
dar con un gran golpe de agua» y regresaron. En 1839, una nueva expedición
encontró vestigios antiguos, pero la posible entrada a la cueva estaba tapada
por escombros. Doce años después se descubrió una sala subterránea al parecer
romana. En 1929 el sacerdote Ventura Lopez dedujo que la cueva había albergado
un templo asirio fenicio, según relata Eslava Galán en su libro «España
insólita y misteriosa». La última exploración se llevó a cabo en 1974 y se
descubrieron galerías, pero tampoco dio con ningún rastro relacionado con la
Mesa de Salomón.
Fuente: Mónica
Arrizabalaga, ABC Cultura. Revisión y Diseño: elcofresito.
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