Los papas más terribles de la historia
La historia occidental
está marcada, quiéralo o no, por la historia de la religión, y del Vaticano
específicamente. En un contexto en donde la religión y el poder están
íntimamente vinculados, es fácil que se produzca la corrupción y la distorsión
de ideales, que se suponía debían ayudar a la humanidad a acercarse a Dios y a
la perfección.
Pero nada más lejos. Las
luchas y las intrigas, en el propio núcleo de la “ciudad de Dios”, desdicen la
santidad del cargo. Los Estados Pontificios tenían ejércitos y hacían alianzas
con quien mejor les convenía para mantener la hegemonía religiosa, cultural,
política y económica. Por eso queremos que conozcan a los papas más terribles
de la historia de la iglesia católica.
Esteban VI (896-897)
Fue elegido papa con el
apoyo del rey de Italia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Lamberto
de Spoleto. Se le conoce sobre todo por la exhumación del cadáver del papa
Formoso, muerto previamente, en lo que se ha dado en llamar “concilio
cadavérico” o “sínodo del terror”.
Esteban VI desposeyó al
cadáver de sus vestiduras sagradas, mandó a cortarle dos dedos de la mano
derecha y ordenó arrojar el cuerpo al Tíber, pero esto produjo tal escándalo
que terminó en el encarcelamiento de Esteban y su consiguiente muerte por
estrangulamiento.
Sergio III (904-911)
Se dice de él que ordenó
el asesinato de sus dos predecesores inmediatos, León V y Cristóbal, y además
que tuvo un hijo ilegítimo que luego se convertiría también en papa (Juan XI).
Cuentan que tuvo una
amante 30 años más joven; provenía de una noble familia italiana, y ejerció su
poder sin tapujos para favorecer a su clase. Mantuvo una vida sexual
escandalosa y su pontificado fue calificado como “lamentable y triste”. A
partir de él, la iglesia comenzó “los siglos oscuros”.
Juan XII (955-964)
Según la Enciclopedia
Católica, la guerra y la persecución gustaban más a Octaviano, luego Juan XII,
que las funciones eclesiásticas. De hecho, su sobrenombre era “el papa
fornicario”.
Su pontificado es
considerado como uno de los más nefastos de la historia de la iglesia católica,
y es con creces uno de los papas más terribles de los que se tiene noticia.
De una paupérrima moral,
era aficionado a placeres carnales y a la vida disoluta, sin ningún tipo de
inhibición. Dicen que prácticamente convirtió el papado en un burdel, y Roma
padeció una corrupción moral como pocas veces en su historia.
Se alió a Otón I, a quien
coronó como emperador (en el año 962) del Sacro Imperio Romano Germánico. Esta
alianza, conocida como Privilegium Othonis, otorgaba al emperador el poder de
aprobar la consagración de los papas; pero Juan XII rompe con el juramento de
fidelidad y llamó a los bizantinos, a los húngaros y a los príncipes italianos
para luchar contra Otón.
Dos versiones hay de su
muerte: una, que murió asesinado por el marido de una de sus amantes –que lo
había encontrado in fraganti en la cama con su mujer–, y otra, de una apoplejía
en pleno acto sexual.
Benedicto IX (1032-1048)
La Enciclopedia Católica
dice de este papa que “fue una desgracia para la Silla de Pedro”. Aunque fue
sobrino de quienes lo precedieron, su comportamiento fue totalmente distinto:
se sabe muy poco, pero sí se conoce que gustaba de pervertir a niños pequeños
en el palacio de Letrán. Su nombre secular era Teofilacto.
Fue elegido papa muy joven
(no a los 12 años, como cuentan algunas leyendas, pero sí probablemente a los
20 o 25), y mantuvo el pontificado en tres períodos distintos: de 1032 a 1044,
de abril a mayo de 1045 y de noviembre de 1047 a julio de 1048, durante los cuales
fue expulsado de Roma y atacó la ciudad para volver a ser papa. De él escribió
san Pedro Damión: “fue un desdichado que festejaba la inmoralidad, un demonio
del infierno disfrazado de sacerdote”.
Inocencio IV (1243-1254)
Se llamó Sinibaldo dei
Fieschi, y fue quien aprobó la tortura para obtener así confesiones de herejía.
No sólo eso, excomulgó a Federico II Hohenstaufen, quien controlaba para la
época los estados pontificios, por no organizar una nueva cruzada, y dictó la
bula Agni sponsa nobilis, donde declaraba el poder supremo de la Iglesia frente
a cualquier gobernante.
Mediante intrigas y
guerras, recuperó el reino de Sicilia para el papado y lo ofreció a diversos
príncipes, y también intervino en la política de Inglaterra, Austria, Hungría y
Portugal.
Fue también quien proclamó
la pena de muerte de los herejes relapsos –eran los que se resistían a abjurar
de sus creencias–.
Urbano VI (1378-1389)
Fue protagonista del Cisma
de Occidente, cuando hubo nada menos que tres papas. Su nombre secular fue
Bartolomeo Prignano, y el primero de nacionalidad italiana luego del “papado de
Aviñón”, lapso de casi 70 años; también fue el último papa elegido sin ser
antes cardenal.
Se ganó la antipatía
cardenalicia por su actitud altanera y colérica, reprochándoles públicamente a
los cardenales su lascivia, lujo y vida disoluta. Era tiránico y cruel, y no
dudaba en aplicar la tortura a quien se le pusiera en contra, sin importar si
era un campesino o un rey.
Sixto IV (1471-1484)
Francesco Della Rovere
perteneció a la orden franciscana, y como muchos otros, practicó el nepotismo.
Aunque estuvo en contra de los abusos de la Inquisición, que bajo la amenaza de
Fernando II de Aragón de retirarle su apoyo militar tuvo que suscribir, vendió
indulgencias. Estableció la inquisición en Sevilla, y nombró a Torquemada Gran
Inquisidor de Castilla, y luego de Aragón.
Bajo su papado se hizo la
Capilla Sixtina (en homenaje a él lleva su nombre), pero también, al mismo
tiempo, impuso un tributo a las prostitutas romanas por sus servicios, a las
cortesanas que vivieran con miembros de la Curia, y a los nobles que quisieran
acostarse con vírgenes de familias nobles romanas. Fue considerado también uno
de los más importantes urbanistas del Vaticano.
Dicen las malas lenguas
que quiso legalizar la sodomía, pero la muerte se lo llevó antes de poderlo
hacer.
Sin duda se nos quedan
muchos otros pontífices, otros papas más terribles de la iglesia católica que
son un testimonio de las luchas por el poder, desvergonzados y actores de una
época desalmada, cínica y cruel. Por ejemplo, el papa Borgia.
Fuentes:
Imágenes: Giampaolo
Macorig, The Catholic Publication Society of America, Maître de la Cité des
dames, Siren-Com, Commons Wikimedia.
Revisión y Diseño:
elcofresito.
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