PEDRO DE LAGASCA: "EL PACIFICADOR"



La conquista de América estuvo llena de  hazañas, epopeyas, logros personales y hasta una guerra civil, la cual es justamente, una que ocurrió en el Perú, entre los conquistadores Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Esta guerra fratricida entre españoles, fue el producto de la codicia, la ambición y la envidia, un conjuro de desavenencias entre los conquistadores, que prosiguieron en sus hermanos y parientes.

Veremos dos escenarios y dos momentos de una sola decisión y solución, la pacificación del conflicto intesto entre pizarristas y almagristas; para ello, veremos, ¿quién fue Pedro de Lagasca?, como pacificador o negociador de la guerra civil que se había desatado en el Perú entre 1937 y 1946, año en que arriba el clérigo Pedro de Lagasca. Y para poner en contexto histórico, los reyes de España Carlos V (Carlos I de España) y  Felipe II,  de la Casa de los Habsburgo, desarrollaron una política colonial hegemónica, dándole un esplendor y prosperidad económica a esa nación. Las ingentes cantidades de metales preciosos que venían del nuevo mundo, hizo que se le prestara mayor atención, ya que se había implementado y puesto en rigor "las leyes nuevas" (1542) como una de las medidas avanzadas para la época.


Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Hernando de Luque, eran los socios de la conquista del Perú, se conoce que Luque y Almagro financiaron la campaña, pero, como sabían que no contaban con un numeroso ejército capaz de enfrentar al ejército incaico, Pizarro viajo a España a fin de pedir ayuda económica, hombres y armas, antes de iniciar su conquista. Posteriormente Carlos V, lo nombraría Caballero de la Orden de Santiago, Gobernador del Perú y adelantado Mayor del país. Este nombramiento despertó recelos y sospechas en Almagro, quién denotaba cierta  ambición en Pizarro, y no se equivocaba,  aunque consigue por la Capitulación de Toledo (1529), y la Real Cédula el 21 de mayo de 1534, la Gobernación de Nueva Castilla para Pizarro y, 200 leguas al sur, la Gobernación de Nueva Toledo, para Almagro, (adviértase que Hernando de Luque, el otro socio, había fallecido en Panamá en 1533). Como veremos, desde el inicio estuvieron mal barajadas las cartas, Diego de Almagro, consideró que fue estafado y pensó que desde el Cuzco, (antigua capital del imperio incaico) hacia el sur estaban las 200 leguas de su gobernación.


Pizarro, convence a Almagro que haga uso y posesión de las tierras asignadas en La Capitulación de Toledo, es decir, efectuar una campaña hacia Chile, armado y pertrechado con unos 1200 hombres entre españoles y nativos. Así se dirigió al sur. Después de 2 años infructuosos y casi nada conquistado, vuelve con desazón y hace descanso en Arequipa, avanza hacia el Cuzco y toma posesión de la ciudad el 8 de abril de 1537. Almagro siempre consideró al Cuzco como parte de sus dominios, pero los hermanos de Francisco Pizarro, Hernando y Gonzalo, le consideraban como un usurpador de sus dominios, así, en estas disputas, Almagro toma prisioneros a los hermanos de Pizarro, mientras Alonso de Alvarado un fiel aliado a los Pizarro, escapa rumbo a Lima junto a una nutrida hueste de guerreros para dar aviso del revés sufrido,  pero, Diego de Almagro logra darles alcance y los derrota en una batalla cerca de Abancay y el ejército de Alvarado es obligado a sumarse a las filas almagristas.

Batalla de Abancay.

Como era de esperar, Almagro parte rumbo a Lima, junto a Hernando Pizarro, su prisionero y su garantía de negociación, Francisco Pizarro, se entera del viaje y les da alcance en Mala, una pequeña localidad del sur de Lima, ahí, promete dirimir este entuerto de la medición de las doscientas leguas, recayendo este arbitraje en Francisco de Bobadilla, clérigo, juez y jurista, para que revise esta partitura haciendo una nueva medición. Bobadilla dicta sentencia en el sentido de que la ciudad del Cuzco, se encontraba dentro de la Gobernación de Pizarro, y ordena liberar a su hermano Hernando y a desalojar la ciudad del Cuzco, Almagro no acepta tal decisión y pretende radicarse allí, no obstante, liberando a Hernando Pizarro. Francisco Pizarro en ese momento tenía todo a su favor y ordena a su hermano Hernando, que se rearme y se provea de un ejército para pelear con Almagro, a todo esto, Almagro lo espera en el Cuzco, donde se lleva a cabo la batalla de Las Salinas, Diego de Almagro es hecho prisionero sentenciándolo a muerte, para luego ser ejecutado.


Si bien todos estos conflictos fratricidas entre los conquistadores españoles por avaricia y codicia fueron comunicados al Rey Carlos V, quién seguía los pormenores con honda preocupación, la guerra civil se acentúa cada vez más así, Diego de Almagro <el mozo> hijo de Diego de Almagro <el viejo>, venga la muerte de su padre, organiza y asalta el Palacio de Lima, residencia de Pizarro y le dan muerte en 1541. Una victoria parcial para los almagristas y, Diego de Almagro, <el mozo>, se proclama Gobernador del Perú.


Ante todo éste bochornoso espectáculo que brindaban los conquistadores españoles, Agustín de Zarate, cronista e historiador llegado a Perú, en 1544, a noticiado de todo lo ocurrido en esta guerra civil, escribió: “Ningún español de grande ni pequeña calidad, que no estuviese tan apasionado por estas dos parcialidades como si sobre ello le fuese la vida y hacienda, lo cual se había extendido hasta los mismos indios de la tierra, que muchas veces había entre ellos grandes batallas y diferencias y otras contiendas particulares a título de estas opiniones, que ellos llamaban a los de Don Diego los de Chile, y a los del Marqués los de Pachacarna”(1). Como se dijo antes, los hechos ocurridos en el Perú consternaban a la corona, así Carlos V, envía a Cristóbal Castro de Vaca, con los títulos de Gobernador del Perú, éste llega al Perú en 1544, pero al no contar con tropas reales,  no tiene opción a aceptar el apoyo de Gonzalo Pizarro y sus huestes, como se supone, Gonzalo quería vengar la muerte de su hermano Francisco, y en la Batalla de Chupas, Diego de Almagro cae herido y es ejecutado.

 La batalla de Chupas.

A raíz de lo sucedido, Gonzalo Pizarro toma protagonismo, se revela contra la autoridad del Virrey, desconoce sus órdenes y se retira al Cuzco, donde recibe el apoyo de los vecinos y los indios, y es proclamado Gobernador del Perú. Gonzalo Pizarro, se había hecho muy rico, era encomendero de Charcas, gozaba de un ejército bien pertrechado y su ego, así como su avaricia, lo hizo tentar la Gobernación del Perú, desconociendo al primer Virrey enviado y nombrado en 1543, Blasco Núñez Vela. Este renombrado Capitán General, llega al puerto Nombre de Dios en 1544 y de ahí a la Audiencia de Lima, donde inmediatamente trata de poner orden y fin a la guerra civil; el Virrey se entera de las osadas pretensiones de Gonzalo Pizarro, y ordena la deposición de su actitud y deslealtad al Rey de España, lejos de hacer caso, Gonzalo Pizarro arremete a las autoridades y Blanco Núñez de Vela se retira al norte a Trujillo y luego a Tumbes, desde donde escribe y relata a la corona las malas intenciones del usurpador, junta 500 hombres leales, y acompañado , entre otros, por Sebastián de Benalcázar, libran la batalla en Iñaquito, donde son derrotadas las tropas reales, hecho prisionero el Virrey y decapitado en el campo de batalla.

Batalla de Añaquito o Iñaquito.

Nuevamente, las noticias consternaron a la corona, no salían del estupor ante los levantamientos y actos sediciosos desconociendo la autoridad, Gonzalo Pizarro, había cruzado el límite de la tolerancia, y aun así, pretendía ser reconocido por el Rey, como Gobernador del Perú.

PEDRO DE LAGASCA

El desorden y la anarquía en el Perú era completa, el príncipe Don Felipe, se reúne con el Real Consejo de Castilla, el de Cuenca, Presidencia de la Cancillería, Consejo Real de Indias, algunos militares y clérigos, para solucionar de una buena vez el problema, había dos opciones, enviar un militar enérgico con tropas reales o un "pacificador", mote ganado por el clérigo Pedro de Lagasca. Sin duda, quién propuso a éste pacificador, fue el Duque de Alba, por quien decía, " Señor,  -dirigiéndose a Don Felipe - de Lagasca tiene más carácter y energía que yo", entonces, y por decisión, se votó a favor de Pedro de Lagasca.

Pero ¿por qué eligieron a un clérigo? ¿qué antecedentes tenía? Pedro de Lagasca Avilés, venía de origen noble, de gran cultura y sapiencia, estudio en Salamanca, llegando a ser Rector de la Universidad, el Cabildo lo nombró juez, después, Lagasca llega a Toledo como Vicario de Alcalá y Juez Metropolitano. Estando ahí, se le encomienda la tarea de revisar y ordenar los casos por el Consejo General de la inquisición de Valencia, acusado de excesos y sacrilegios, muchos no esclarecidos, Lagasca, en solo año y medio,  aclara y resuelve los casos acusatorios del Consejo, la prolijidad y la imparcialidad en sus dictámenes fueron apreciados y llegaron a las cortes, su prestigio se hace valer, es nombrado por las Cortes de Monzón, visitador contra fuero, alto cargo como veedor justo, sin embargo, ante este intachable legajo del clérigo, Carlos V lo nombra Visitador de los Tribunales de todo el Reino, este alto cargo prueba sus dotes de inteligencia, tacto, prudencia y sagacidad para negociar. El Duque de Alba, tenía razón, ése era el hombre.


A Pedro Lagasca o de La Gasca, el Emperador le concedió tan altísimos poderes firmados en Vento (Güldres) el 16 de septiembre de 1545 acompañando a su título de Presidente de la Audiencia, cédulas reales para todas las autoridades de las Indias y cartas firmadas en blanco. Ultimando los preparativos viaja acompañado de su hermano Juan y del valeroso caballero avilés Alonso de Alvarado, el 26 de mayo de 1546 embarcó en Sanlucar y el 27 de julio arribaba a Nombre de Dios, de ahí a Panamá, el Gobernador de Panamá, Alonso de Hinojosa le brinda su apoyo y sabiendo que venía con todas las cartas y cédulas reales, muchos toman partido a su favor, a su vez, Gonzalo Pizarro estaba al tanto de la llegada del pacificador y en su afán de seguir en el poder, le escribe una carta ofreciéndole 50 mil pesos de oro para que retorne a Castilla o sería envenenado o sufriría un naufragio, era tal la osadía de Gonzalo Pizarro, que subestimó el poder de la palabra y la ley que traía consigo Lagasta, el pacificador le devuelve la misiva haciéndole constar que recibía el perdón del Rey, y que recibiría clemencia, siempre que deponga su actitud sediciosa.

En el puerto de Manta, al norte de Lima, LaGasca recibe noticias de su emisario Rodrigo Salazar, de que muchos pueblos y vecinos estaban a favor del perdón y la pacificación del lado real, así, las cosas se le complicaban a Pizarro, quién vio como sus propios aliados le iban quitando el apoyo, el Capitán Centeno, otrora aliado de los pizarristas, recibe el perdón del clérigo y se pasa a sus filas, ya se miraba el desenlace, Pizarro iba a dar batalla y no tenía más opción, se anunciaba el final, el ejército imperial en corte táctico se reúne en Xaquisaguana, donde entran en batalla, sin embargo, antes del enfrentamiento, muchos leales a Pizarro desertan y se ponen a disposición del pacificador, el perdón del Rey y la condonación de su deslealtad era más fuerte que la espada, Pizarro ve disminuida sus huestes y arremete con lo poco que le quedaba, pierde la batalla y es hecho prisionero.

Por más clemencia, ruego y perdón pedido por Pizarro, es juzgado por sedición, haber matado a un Virrey, usurpación del poder y ser desleal al Rey, es declarado culpable, es ejecutado y su cabeza se la pone en una pica, su aposento es derruido hasta los cimientos, se hecha sal y se deja una nota de advertencia. Se acabó la tiranía de Gonzalo Pizarro y con ello se puso final a la guerra civil.

Ejecución de Gonzalo Pizarro.

Fuente: Agustín de Zarate, "Historia del descubrimiento y conquista del Perú" 1555, impreso en Amberes.

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