La conquista de Irak por los árabes
El profeta Mohammad o Mahoma murió en el año 632 d.C.
(año 10 de la Era Musulmana), tras haber conquistado las ciudades sagradas de
La Meca y Medina, además de contar con la lealtad de las principales tribus del
Desierto Arábigo.
Sin embargo, no había dejado establecido un mecanismo
para nombrar sucesores. Hasta el momento de su muerte se había ocupado
personalmente de todas las decisiones legales, políticas y religiosas.
A fin de evitar enfrentamientos, las diferentes
facciones de la comunidad islámica acordaron que su sucesor o khalifa fuera su
suegro Abú Bakr. Este montó un poderoso Ejército con el que unificó la
Península Arábiga en las Guerras Ridda, antes de morir en el el año 634 d.C. (año
12 EM). Su sucesor Umar ibn Al-Khattab conquistó las provincias de Siria y
Palestina, a manos del Imperio Bizantino, y se propuso conquistar la provincia
de Irak, en el Imperio Persa-Sasánida.
El Imperio de los sasánidas estaba en crisis desde la
muerte del rey Cosroes II, lo que los dejaba en una posición de debilidad ante
el crecimiento del poder árabe. En el 633 d.C. (año 11 EM) estos tomaron la
ciudad fronteriza de Al Hira, antigua capital del reino de los lajmies, que era
parte del Imperio. Los sasánidas se reorganizaron bajo el liderazgo del joven
monarca Yazdegerd III y contraatacaron al año siguiente, derrotando a los árabes
en la Batalla del Puente. Luego de esto el khalifa Umar decidió reemplazar al
general Khalid ibn al-Walid por un devoto soldado musulmán: Saad Ibn Abi
Waqqans.
Saad contaba por entonces con 40 años y era primo de
Mohammad. La tradición considera que fue el primero en derramar sangre en
nombre del islam, cuando en La Meca golpeó con la quijada de un camello a un
hombre que se burlaba de los seguidores de Mohammad. También se le atribuía ser
el primero en disparar una flecha en la Batalla de Badr y había participado en
las conquistas posteriores.
En los años 636 o 637 d.C. (años 15/17 EM) condujo al
Ejército árabe musulmán hasta las riberas del Eufrates, en el centro de Irak,
donde establecieron un campamento. Durante un tiempo subsistieron alimentándose
de camellos y ovejas que les enviaban desde Medina, además de los granos
saqueados en los pueblos vecinos. Desde allí, Saad envió una embajada de 20
hombres hacia la capital Ctesifonte, para reunirse con el sha Yazdegerd III.
Las vestimentas y el aspecto descuidado de los representantes árabes, que
contrastaba con el lujo del Palacio, arrancaron sonrisas a los presentes. Sobre
todo, cuando el portavoz tuvo el descaro de invitar al Sha a convertirse a la
fe islámica o pagar una yizia (tributo) a los árabes por su protección. El
joven monarca decidió burlarse de la insolencia de estos extranjeros y ordenó
cargar un saco de tierra sobre la montura de sus caballos o camellos antes de
expulsarlos. De regreso al campamento, exclamaron:
“¡Los persas
nos han entregado la tierra de su país!”.
El sha ordenó al general Rostam Farroksâd que atacara
inmediatamente el campamento. Este, con la cautela de un hombre conocedor del
arte de la guerra, propuso esperar con su Ejército del otro lado del río para
evitar que los árabes lo cruzaran, ya que no es aconsejable luchar con el río
en la retaguardia. Pero ante la insistencia del Sha se vio forzado a montar un
puente para cruzar el río, aunque sabía que probablemente marcharían hacia una
derrota. Se calcula que su Ejército era de 60 o 120 mil hombres, muy superior a
los 30 mil de Saad. Pero estos tenían la ventaja de conocer el desierto a sus
espaldas, mientras que los persas tenían el Eufrates que podía convertirse en
una trampa mortal en caso de tener que retroceder.
La Batalla de Qadisiyya se desarrolló en las cercanías
de la actual ciudad iraquí de Hilla. El
primer día los árabes fueron derrotados debido a la confluencia de dos
factores: el uso de elefantes por parte del Ejército persa que trasladaban
arqueros en sus lomos, y la ausencia del comandante Saad que se encontraba
convaleciente por una afección en la ciática o por forúnculos, según las
diferentes fuentes.
El segundo día la suerte mejoró para los árabes con la
llegada de refuerzos enviados por el califa Umar y por la ausencia de elefantes
que se encontraban heridos. El tercer día los temibles paquidermos regresaron y
Saad –aún enfermo- ordenó que los atacaran a pie con lanzas, lo que resultó
efectivo dejando ciegos a algunos y desbandando al resto. Además, se levantó en
horas de la mañana una tormenta que por azar del viento dio en el rostro de los
persas. En horas de la noche, guerreros beduinos acostumbrados a la oscuridad
atacaron el campamento persa, causando estupor. A la mañana los árabes atacaron
un ejército maltrecho matando al general Rostam, lo que terminó por
desmotivarlos y forzarlos a la huida. Muchos soldados murieron ahogados al
intentar cruzar el Éufrates, cumpliéndose el temor de Rostam.
Ante la derrota, Yazdegerd retiró sus tropas a la
capital, situada en la orilla oriental del Tigris. Destruyeron los puentes y
retiraron embarcaciones, pero las fuerzas de Saad consiguieron atravesarlo,
forzando la huida del sha con sus tropas y familia.
Saad se estableció en el palacio real y confiscó en
nombre del khalifa los bienes del Sha y sus seguidores, pero no confiscó las
tierras de los pobladores, ya que temía que los beduinos, inexpertos en la
agricultura, se hicieran con ellas. En lugar de ello impuso a los conquistados
un impuesto de acuerdo a su producción. Si bien propuso incentivos fiscales a
quienes aceptaran la fe islámica, se toleraron las diferentes creencias de la
región y no se hizo mucho proselitismo a favor de la propia.
A fin de evitar la dispersión de su pueblo entre la
población nativa se emplazó una nueva ciudad en Kufa, que reemplazó a
Ctesifonte como capital. En los años siguientes el resto del Imperio Persa
caería bajo control árabe, como ahora lo estaba Irak.
Fuente: Lic. Luciano Andrés Valencia, Revista de
Historia
Revisión y Diseño: elcofresito
Comentarios
Publicar un comentario
Todos los comentarios deberán guardar el respeto y la consideración hacia los demás, así como el uso de términos adecuados para explicar una situación. De no cumplirse con estos requisitos los comentarios serán borrados.