Casa Mena del Hierro, Quito, Ecuador.
Un verdadero castillo fue construido en 1890 en lo que hoy se denomina avenida 10 de Agosto y Mercadillo, donde habitaba una de las más notables familias capitalinas, los Mena del Hierro.
Varias de las opulentas familias quiteñas decidieron salir del centro histórico, escapando del bullicio, para acomodarse en una de las zonas residenciales de la ciudad.
La mansión que ocupa la mitad de una manzana era habitada por tan solo dos personas, que jamás tuvieron descendencia, pero sí muchos empleados que ocupaban cada espacio de la enorme edificación.
La monumental casa fue construida por uno de los mejores arquitectos italianos de la época, el modelo está basado en las tendencias que se marcaban en la Europa del siglo XIX.
Luego de 122 años el antiguo palacio fue remodelado para convertirse en uno de los elegantes y originales hoteles quiteños. Además, dicha construcción, está considerada como un bien patrimonial.
La mansión cercana al hotel, denominada con el mismo nombre, La Circasiana, actualmente es la sede nacional del Instituto de Patrimonio Cultural del Ecuador y del Archivo Histórico de la ciudad de Quito. En esa gigantesca construcción habitaba la familia Jijón Caamaño y Flores.
El lugar fue bautizado con el citado nombre por sugerencia de la madre del historiador, arqueólogo y político Jacinto Jijón. Dicha dama sugirió el nombre para hacer alusión a la región de Circasia, en Rusia, de donde se decía venían las mujeres más bellas del mundo, tan hermosas como el palacio.
Regresando al hotel y mirándolo en la noche, desde afuera, su fachada llama la atención, no es para menos, pues con ver las tenues luces podemos imaginar que en su interior nos espera un cuento de hadas o de miedo.
Una de las mejores sorpresas que guarda este hotel es la zona conocida como “las cuevas”. Una puerta negra, con toques del Quito colonial, se abre lentamente para dejar ingresar a quienes quieren arriesgarse a conocer un oscuro pasillo, rodeado de tétricas figuras tridimensionales.
Para dar la bienvenida a los arriesgados se encuentra un fúnebre hombre con la mirada fija.
Sin embargo, mientras las personas se desplazan por el lugar parecería que el inerte sujeto persigue a los visitantes con su mirada.
A unos cuantos pasos se encuentran las antiguas cuevas, en donde hace dos siglos se castigaba a los indígenas y a los siervos, según comenta un trabajador del hotel. En medio de nervios combinados con curiosidad, dicho empleado abre una de las puertas y todo lo que adentro de ella se veía era como vivir un sueño.
Gruesas paredes de piedra rodean una cómoda y amplia cama, adornada con finos detalles y lo que más llama la atención son los bellos cuadros que se encuentran en todas las habitaciones, obras hechas con manos nacionales, pues el hotel se encarga también de promover el arte.
El restaurante de la Circasiana, es también sorprendente, pues con una suave música y pequeñas luces como para ver únicamente el reflejo de los ojos y la sonrisa, se sirven los más deliciosos platos tradicionales.
Para los que prefieren conservar la calma y dormir serenos, también se ofrecen habitaciones en el piso Colonial. Es necesario subir un churo de gruesas escaleras para conocer la segunda planta del lugar.
Todos los detalles que mantiene el hotel La Circasiana son clásicos del Quito antiguo.
El pasamano brilla como un espejo, mientras que en el techo los adornos coloniales le dan un toque diferente.
Veinte habitaciones están adecuadamente preparadas para recibir a los huéspedes.
En uno de los corredores los visitantes pueden deleitarse viendo objetos antiguos, como radios, planchas, cañones, escopetas y otros instrumentos que para aquel entonces solo podían ser utilizados por las familias con gran poder económico y social.
La idea del hotel La Circasiana fue convertirse en un lugar que permita mantener vivo el Quito antiguo, junto a sus tradiciones, en medio de las comodidades que ofrece el siglo XXI.
La idea del hotel La Circasiana fue convertirse en un lugar que permita mantener vivo el Quito antiguo, junto a sus tradiciones, en medio de las comodidades que ofrece el siglo XXI.
Fuente: María Belén Merizalde. Extra ec. Imágenes de Google. Revisión y diseño: elcofresito.












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