Bayas, la ciudad romana, hoy sumergida, que fue Las Vegas de la Antigüedad.
Situada en la costa noroeste del golfo de Nápoles, la
ciudad de Bayas (en italiano Baiae) fue durante siglos el lugar más famoso del
Imperio Romano, una especie de Las Vegas, donde los ricos y poderosos acudían a
disfrutar hedonísticamente de sus riquezas, y de la oferta de ocio, lujo y
corrupción que ofrecía, muy superior en todos los sentidos a Pompeya, Herculano
o Capri.
Su nombre deriva de Bayo, el timonel de la nave de
Odiseo (Ulises) según Homero, cuya tumba se suponía estaba allí, según escribió
el poeta Licofrón de Calcis en el siglo III a.C. Estaba situada sobre un área
con mucha actividad volcánica, lo que propició la construcción de numerosas
termas y casas de baños, donde el agua caliente era directamente tomada de los
manantiales sulfurosos subterráneos mediante una compleja red de canales y
cámaras.
A partir del siglo II a.C. la fama del lugar como
centro de tratamiento de enfermedades se extendió por la península Itálica, gracias a Tito Livio, que mencionó sus propiedades terapéuticas en 176 a.C., y
los romanos que se lo podían permitir acudían a realizar tratamientos médicos.
Para finales de la época republicana, durante el siglo
I a.C., Bayas ya se había puesto de moda como una especie de resort de lujo, y se sabe que
Mario, Lúculo y Pompeyo, eran asiduos y que Julio Cesar, tenía una villa en el
lugar más alto de la zona, el actual Castello. Augusto, el primer emperador,
expropió buena parte de la ciudad para convertirla en residencia imperial, lo
que hizo aumentar su atractivo entre las clases poderosas. Para entonces ya
contaba con casino y se dice que el tamaño de las piscinas de sus villas
privadas era memorable.
Nerón, se hizo construir su propio palacio a mediados
del siglo I y Adriano, murió precisamente en Bayas en el 138. Casi todos los
emperadores frecuentaban el lugar, destacando especialmente a Calígula. Según
cuenta Suetonio, en el año 39 el astrólogo Trasilo de Mendes, predijo que
Calígula, tenía las mismas probabilidades de llegar a ser emperador que de
atravesar el Golfo de Bayas a caballo. De modo que el excéntrico personaje hizo
construir un puente de barcas de casi 5 kilómetros de largo, unidas con tablas
y niveladas con arena, que atravesaba todo el golfo hasta el puerto de Puteoli.
Cuando estuvo terminado lo cruzó a lomo de su caballo.
Según el historiador Dion Casio, incluso hizo levantar
a intervalos pequeñas habitaciones para descansar, con agua potable incluida.
De hecho, parece que todavía en el siglo XVIII los lugareños enseñaban a los
turistas los restos del puente de Calígula. Algunos historiadores consideran
que, más allá de la excentricidad de un loco, la idea de construir un puente
sobre el golfo fue una idea revolucionaria y muy conveniente para la ciudad.
Las fuentes históricas y documentales cuentan como la
vida en Bayas, ofrecía toda clase de vicios y posibilidades de ocio. Sexto
Propercio, la describe como el cubículo del libertinaje y el vicio, y Séneca, como un torbellino de lujo y puerto del vicio. Parece que las fiestas en la
playa eran legendarias en todo el Imperio, aunque no más que las competiciones
de los bebedores.
La fiesta duró hasta el saqueo de las invasiones
bárbaras y todavía se alargó hasta que los musulmanes la asolaron en el siglo
VIII. Consta que en el siglo XIII Federico II de Suabia, todavía frecuentaba las
termas. Para 1500 una plaga de malaria acabó por dejar desierta la ciudad. No
obstante, en el siglo XVI Pietro di Toledo, construyó allí el castillo de Baja, para Carlos V, sobre las ruinas del palacio imperial romano, cuando hacía ya
mucho que la juerga era solo un recuerdo borroso.
Durante el siglo XVI la actividad volcánica y varios
terremotos acabaron por sumergir la ciudad, que hoy forma parte de un parque
arqueológico subacuático, tan impresionante, que atrae anualmente a miles de
submarinistas. Bajo el agua se pueden ver numerosas esculturas, mosaicos,
restos de edificios y calzadas, ya sea a bordo de barcos turísticos con fondo
transparente, o mediante la práctica del snorkel y submarinismo. Los restos de
la ciudad se extienden desde la misma orilla hasta los 15 metros de
profundidad.
Exterior de la cúpula del templo de Mercurio.
Aquí se encontró, en algún momento antes de 1803 cuando
el anticuario inglés Thomas Hope, la exhibía ya en su galería de Londres, la
famosa Afrodita de Bayas. Entre las ruinas que se hallan fuera del agua destaca
el circular Templo de Mercurio, también conocido como Templo del Eco por sus
propiedades acústicas, que con sus 22 metros de diámetro poseía la mayor cúpula
del mundo hecha de un solo bloque de toba y argamasa, hasta la construcción del
Panteón de Agripa, en Roma, en el año 128 d.C. No era un templo, pero sus muros
curvos propiciaron que se le confundiese con uno cuando fue re descubierto. Su
función real continúa sin estar clara.
Fuente: Guillermo Carvajal, LBV Magazine Cultural
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