Curiosidades de la ‘no muerte’: Tapefobia, Catalepsia y el Delirio Nihilista.
Uno de los mayores temores del ser humano es que le den
por muerto y ser enterrado vivo.
Este miedo es conocido como ‘tapefobia’ y fue precisamente ese temor a ser enterrados
vivos lo que propició que en la antigüedad comenzara una tradición que
actualmente todavía seguimos realizando, a pesar de que hoy en día no cumple el
objetivo original, el velatorio.
El hecho de velar un cadáver durante un buen puñado de
horas (normalmente toda una noche) no comenzó a realizarse para llorar al
difunto o acompañar a sus familiares, sino que el objetivo principal era
comprobar que el finado había realmente fallecido. La etimología de velatorio o
velorio proviene de velar y este del latín ‘vigilare’, cuyo significado literal es ‘vigilar’, que
era lo que realmente se realizaba.
En la historia muchos han sido los casos en los que al
abrir una tumba (tiempo después de haber enterrado a alguien, ya fuera porque
tenían que cambiarla de ubicación o enterrar un nuevo cadáver) se dieron cuenta
de que la persona enterrada tiempo atrás tenía un gesto de haber querido salir
y arañazos en el interior de la tapa del ataúd.
Y es que existe un curioso trastorno llamado catalepsia,
que consiste en perder la conciencia durante un periodo de tiempo (que puede
ser unos escasos minutos o incluso alargarse varias horas). Junto a esa pérdida
de consciencia viene un descenso del ritmo cardíaco y la respiración. Son tan
leves que casi no se aprecian y se puede dar como fallecido al cataléptico.
El hecho de no apreciar los signos vitales de una
persona en estado de catalepsia ha producido un buen número de entierros a
personas vivas durante la Historia.
Muchas son las novelas y relatos que se han escrito al
respecto, siendo uno de los autores más famosos Edgar Allan Poe, con su cuento
de terror ‘El entierro prematuro’.
Pero la tapefobia,
era un miedo muy común de todos aquellos que padecían de catalepsia y
aunque los velatorios ha evitado muchos entierros antes de hora, también dio
paso a que durante la historia se hayan ideado los más originales ataúdes,
tumbas y o nichos, al realizarlos con algún sistema de seguridad con el que se
pudiera avisar, una vez enterrado, que quien se encontraba dentro estaba
realmente vivo.
Tumbas con dispositivos que dejaban entrar el oxígeno e
incluso con mecanismos para poder accionarlo y hacer sonar una campana que
estaría colocada afuera y así advertir que no estaba muerto.
Erróneamente, muchas son las personas que explican que
este hecho fue el que dio origen a la expresión ‘salvado por la campana’, pero
no es así. Esta locución proviene del mundo del boxeo y se refiere al instante
en el que se agota el tiempo y suena la campana de aviso. Muchas son las ocasiones
en las que uno de los púgiles está siendo fuertemente golpeado y el sonar la
campana y acabarse el round le salvan de continuar recibiendo dicha paliza.
Esto se puso sobre todo de moda durante la segunda
mitad del siglo XIX, sobre todo a partir de la publicación del mencionado
relato de Edgar Allan Poe.
Entre los muchos casos de catalepsia que se han dado,
hay uno especialmente curioso: Washington Irving Bishop, fue un famoso
mentalista estadounidense que padecía de catalepsia. Varias eran las veces que
en sus 33 años de vida le había dado uno que otro desvanecimiento. Por tal
motivo siempre llevaba consigo una nota en el bolsillo de su chaqueta que
advertía de su condición de cataléptico y que bajo ninguna condición fuese
enterrado hasta transcurridas 48 horas desde el ataque.
Pero la noche del 12 de mayo de 1889, le sobrevino uno
de esos ataques mientras realizaba su show de ilusionismo y mentalismo en un
club de Nueva York. A nadie de los presentes se le ocurrió buscar entre sus
pertenencias y tras ser examinado por un médico, éste diagnosticó que había
fallecido. Washington Irving Bishop, fue llevado a la morgue y allí le
practicaron de inmediato la autopsia. Cuando su esposa y madre llegaron ya
estaba abierto en canal y su cerebro había desaparecido.
Resulta que hubo tanta prisa en hacer todo esto porque
uno de los médicos que intervino en la autopsia llevaba años intentando
averiguar cómo podía el mentalista adivinar y tener poderes sobrenaturales.
Como pueden imaginar este tipo fue quien se encargó de abrir la cabeza de
Bishop, sustraerse el cerebro y hacerlo desaparecer. Nunca más se supo que pasó
con ese órgano.
El término catalepsia proviene del griego ‘katálēpsis’
cuyo significado literal es ‘sorpresa’… y sí, más de una sorpresa se darían
cuando vieron resucitar a un cadáver de alguien que realmente no estaba muerto.
Y relacionado con la ‘no muerte’ nos encontramos con
otra curiosísima patología conocida como ‘Delirio Nihilista’ o ‘Síndrome de
Cotard’ la cual es una enfermedad mental relacionada con la hipocondría y que
consiste en tener la sensación de creer haber fallecido, sentir los síntomas de
la putrefacción de los órganos o simplemente estar convencido de no existir, de
que estás muerto.
A lo largo de la historia poquísimos son los casos que
se han dado de una persona, de la noche a la mañana, que asegure sentir que se
está muriendo por dentro y que nota cómo se le pudren los órganos.
Evidentemente todo está en su cerebro, pero les afecta tanto que son capaces de
oler el hedor a descomposición.
El primer científico en dar a conocer este trastorno
fue el neurólogo francés Jules Cotard, quien a finales de 1870 atendió a una
paciente de mediana edad que decía sentir todos los síntomas que acabamos de
describir.
Cotard, se refirió a ello como un ‘delirio
hipocondríaco’ provocado por una grave ansiedad melancólica y años después lo
rebautizó como ‘Delirio nihilista’, en clara referencia al nihilismo, corriente
filosófica y artística que consistía en la negación de todo principio
religioso, político y social y que fuera promovido en la Antigua Grecia.
Fuente: Alfred López, 20 minutos. Fotografías:
Wikimedia commons, Revisión y Diseño: elcofresito.
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