Las clases sociales en el Imperio Romano.
La civilización romana es una de las más complejas
sociedades de la historia universal. Dada su extensa duración (desde el siglo
VIII a. C. hasta el siglo V d.C) los historiadores han dividido la Historia de
Roma en distintos períodos históricos: Monarquía, República e Imperio. Hoy les
proponemos internarnos en los años de mayor esplendor del Imperio (s. I y II
a.C.), pero alejándonos de los grandes personajes, para tener una idea más
global de cómo estaba compuesta esta sociedad.
Pintura de una mujer de origen Patricio practicando música
La sociedad romana estaba dividida en distintas clases,
con diferentes derechos civiles y políticos y también diferencias económicas.
Veamos, entonces, cuáles son los principales grupos sociales y algunas de sus
características más relevantes:
Clases sociales en el Imperio Romano: Patricios,
Plebeyos Nobles y Plebeyos Caballeros
Se denominaba Patricios a las familias más antiguas de
Roma, quienes formaban una aristocracia de propietarios de tierras. Poseían
todos los privilegios tanto fiscales, como judiciales, políticos y también
culturales. Eran ciudadanos de pleno derecho. El nombre de Patricios le venía
dado porque provenía de “padre”, en referencia a que eran hijos de los padres
fundadores de Roma.
En un principio los patricios eran los que componían el
Senado Romano, sin embargo, un cúmulo de escándalos durante la época de la
República provocó que solo algunos patricios designados por el propio emperador
formaran parte del Senado y de su propio consejo personal.
Cabe decir que con el paso del tiempo el patriciado fue
cediendo importancia en favor de cierto sector de los plebeyos, que estaban
adquiriendo importantes riquezas y derechos. Así, el número de plebeyos terminó
siendo mayor que el de los patricios, e incluso comenzaron a ocupar rangos
importantes en el ejército, algo que había estado destinado exclusivamente a
los patricios.
Entre los derechos de los patricios estaba ocupar las
magistraturas y cargos importantes en el consejo del emperador y en el Senado,
ser jefes de las legiones romanas, estaban autorizados a tomar posesión de las
tierras conquistadas, podían entrar en colegios y círculos de Sacerdotes, así
como ejercer el culto de la ciudad. Además, tenían el derecho a poseer 3
nombres.
Los Plebeyos
Así se denominó en la Roma primitiva a todos aquellos
que estaban por fuera del grupo de los Patricios. Originalmente carecían de
derechos, pero a través de siglos de luchas sociales se les fueron reconociendo
derechos similares a los de los Patricios. Entre ellos el de ser Ciudadanos
Romanos, a elegir representantes y a tener sus propias instituciones políticas.
Entre los plebeyos había grandes diferencias
económicas, por lo que dentro de los denominados Plebeyos se pueden distinguir
los siguientes grupos: nobles, caballeros y clientes.
Nobles: Eran los plebeyos más ricos, que se igualaban a
los patricios por su fortuna y por ocupar los cargos políticos más importantes.
Caballeros: Eran plebeyos con una fortuna intermedia,
que obtenían por sus trabajos como comerciantes, agricultores o profesionales,
llegaban a ocupar cargos políticos de mediana importancia.
Clientes: Eran plebeyos que no tenían recursos propios
y se ponían al servicio de un patricio (para ir a la guerra, votarlo en los
comicios). A cambio su patrón les daba alimentos y/o dinero. Con el correr del
tiempo, los clientes fueron empobreciéndose cada vez más, hasta convertirse en
una masa de desocupados fácil de manipular con fines políticos.
Estos tres grupos sociales conformaban el sector más
favorecido política y económicamente en la sociedad romana. En contrapartida,
otros grupos sociales se encuentran en menores condiciones económicas, siendo
los estratos más bajos de la sociedad romana. En el Imperio Romano también se
podían distinguir miembros de otras clases sociales, aunque la mayoría, salvo
los esclavos, formaban parte generalmente de los plebeyos. Veamos qué otros
grupos sociales existieron durante el imperio aparte de monarcas y emperadores,
patricios, caballeros y plebeyos.
Esclavos
No tenían derechos de ningún tipo. Normalmente eran
prisioneros de guerra. El número de esclavos en Roma llegó a ser enorme con la
expansión del Imperio. Se les obligaba a hacer los trabajos más duros y ruines
de por vida. Se puede decir que su destino dependía de la benevolencia o
crueldad de su amo. Muchos de estos esclavos eran utilizados para satisfacer
las ansias de diversión del Emperador y del pueblo.
Los esclavos eran los principales actores de las
“funciones” que se realizaban en los coliseos y anfiteatros romanos, donde a
menudo debían luchar a muerte entre ellos, enfrentarse a guerreros provistos de
armaduras y grandes espadas, pelear contra animales salvajes o resistir en las
carreras de cuadrigas, entre otras lindezas. Cabe destacar que durante la época
del Imperio el número de esclavos y la crueldad hacia ellos llegó a sus límites
máximos, llegando hasta el punto de que algunos mandatarios decidieron legislar
en contra del maltrato a los esclavos. Se cree que en aquella época existían
solo en Roma casi 300.000 esclavos, y que algunas de las familias más ricas
podían llegar a tener 1.000.
Más clases sociales en el imperio romano
Ciudadanos honorarios: Eran ciudadanos que renunciaban
a su antigua nacionalidad y eran acogidos por el Imperio a cambio de obtener la
nacionalidad romana.
Miembros del ejército: Los miembros del ejército tenían
que someterse a un brutal entrenamiento durante 4 meses para poder entrar en el
cuerpo. Aquellos que no podían aguantarlo eran rechazados. Las pruebas
consistían en recorrer 30 kilómetros en menos de 5 horas. Después, deberían
hacer lo mismo pero provistos con la armadura reglamentaria, instrumentos de todo tipo necesarios para
levantar después de cada jornada de entrenamiento un campamento que incluyera
barreras defensivas. En un principio la mayor parte del ejército estaba formado
por patricios o soldados profesionales, pero a medida que el imperio creció y
los problemas también, se hizo necesario conseguir más y más efectivos, por lo
que comenzaron a aceptarse plebeyos, con lo cual el ejército sufrió una cierta
devaluación. Incluso los plebeyos, en la época de decadencia de los patricios,
llegaron a ser la clase social más presente en el ejército romano.
Colonos: Se podrían considerar como el paso intermedio
entre la esclavitud que reinó durante el Imperio Romano y el Feudalismo que
pasaría a dominar la Edad Media. En las últimas fases del Imperio, con los
sistemas de producción e infraestructuras mejorados, se hizo patente que Roma
no necesitaba tantos esclavos. Se procedió así a la liberación de muchos de
ellos, que pasaron a ser colonos libres, aunque generalmente muy pobres. En
definitiva, estos colones pasaban a vivir en libertad, pero tenían que seguir
trabajando la tierra de los terratenientes ricos para sobrevivir. Además, para
poder cultivar la tierra debía de pagar un canon o impuesto al terrateniente.
Por otro lado, los colonos no tenían derecho a ejercer
ningún cargo público, y en el caso de que el dueño vendiera sus tierras a otro
terrateniente, el colono también formaría parte del acuerdo, es decir, pasaría
a manos de otro terrateniente.
Conclusiones sobre las clases sociales en el Imperio
Romano
Cabe destacar para terminar que el Imperio Romano
estuvo marcado por la desigualdad entre las clases sociales, el lujo de unos y
la esclavitud de otros, y también en las continuas tensiones y luchas por el
poder y derechos entre diferentes clases, como los patricios y los plebeyos.
El Imperio Romano duró más de un milenio, con lo cual,
también sufrió numerosas evoluciones, tanto a nivel político, como económico o
territorial, pero también en los referente a las clases sociales. Por ejemplo,
algunos esclavos podían dejar de serlo, o algunos plebeyos podían llegar a
convertirse en personalidades muy importantes, incluso cercanas al Emperador.
Las mujeres en el Imperio Romano
Podemos considerar que las mujeres en el Imperio Romano
tenían una condición social en sí misma, independientemente de que las
diferentes circunstancias de su nacimiento pudieran darles un mayor poder de
decisión que a otras. Obviamente, las posibilidades, tanto a nivel social como
económico que tenía, por ejemplo, una emperatriz, no eran las mismas que las de
una esclava, pero, en cualquier caso, las mujeres se veían sujetas a unos
condicionamientos sociales específicos para su sexo en la Antigua Roma.
En la Antigua Roma, las mujeres nacidas en libertad
eran consideradas como ciudadanas romanas, pero no podían hacer práctica de los
derechos y deberes que la misma consideración le daba a los varones. Por
ejemplo, no podían votar ni tener ningún puesto de tipo público, salvo en el
ámbito religioso y únicamente en puestos muy concretos, como es el caso de las
vestales. Asimismo, las mujeres estaban subordinadas a la autoridad legal de un
pater familias o tutor.
Aunque prácticamente todos los miembros de la familia
estaban subordinados a la autoridad del mencionado pater familias en mayor o
menor, bien es cierto que, salvo casos muy contados, las mujeres no alcanzaban
nunca una independencia total, algo a lo que sí podían aspirar los hombres. En
todo caso, hay que tener en cuenta que la familia romana estaba concebida como
un colectivo y no como una individualidad, por lo que aspectos como los
matrimonios estaban siempre vinculados al pater familias y al conjunto de la
unidad familiar. De hecho, las mujeres romanas siempre pertenecían a su familia
de origen, aun después de su matrimonio y de mudarse a la casa de su marido,
siendo posible el divorcio.
En todo caso, se consideraba que las mujeres siempre
debían estar bajo la protección legal de un varón, que podía ser más o menos
estricta, aunque tenían libertad de actuación.
Además, también es cierto que las leyes romanas
protegían los intereses de las ciudadanas, pues podían tener propiedades,
presentarse a juicios o, incluso, emanciparse si se seguía un procedimiento
legal muy estricto, algo muy diferente a lo que les ocurría a las mujeres de
otras culturas antiguas, como la griega o la mesopotámica. En todo caso, en
diferentes momentos de la dilatada historia de Roma, algunas normas
relacionadas con las mujeres fueron variando, proporcionándoles mayor o menor
libertad. Por ejemplo, durante la época del primer emperador, Augusto, durante
el último siglo antes de nuestra era, la visión conservadora que quiso imponer
hizo que promulgara leyes como la que prohibía a las mujeres adúlteras volver a
casarse o que las penaba perdiendo una parte importante de sus propiedades. Por
lo tanto, hay que tener en cuenta el periodo en el que nos movamos, aunque las
mujeres siempre estuvieron en plano de desigualdad con los hombres, apartadas
oficialmente de todos los desempeños públicos y, salvo excepciones, vinculadas
en mayor o menor grado a la autoridad masculina.
En el caso de las libertas, tenían las mismas
condiciones que los hombres en esta misma situación social, teniendo más o
menos los mismos derechos que las mujeres que nacían libres. Sin embargo, dado
que lo más común era que no tuvieran padres o que estos también fueran esclavos
y, por lo tanto, no tuvieran derechos ciudadanos, el dueño anterior o patrón
podía hacer las veces de pater familias en aquellos asuntos legales que
requirieran su vinculación a uno. En el caso de las esclavas, su caso es
prácticamente igual al de los hombres, dado que ninguno de los dos tenía
derechos y eran considerados como simples bienes materiales.
Por otro lado, las mujeres podían desempeñar trabajos y
era muy habitual verlas hacerlo a partir de cierta consideración social pues,
si bien es cierto que las mujeres vinculadas a las familias ricas no solían
desempeñar tareas laborales, el resto sí lo hacía. El tipo de trabajo que
podían desempeñar eran muy variados y se sabe que había mujeres romanas que
tenían oficios tradicionalmente vinculados al ámbito femenino (como sirvientas,
peluqueras, matronas, etc.), pero también podían tener un negocio en propiedad
y se tiene noticia de mujeres que llegaron a ser médicos o secretarias, por
citar algunos ejemplos. En el caso de las esclavas, sobre todo si habían
adquirido esta condición con posterioridad a su nacimiento, la labor que solían
desempeñar dependía en cierta medida de su educación y habilidades.
Las esclavas sin educación ni formación, como en el
caso de los hombres, solían dedicarse a tareas manuales o, también, podían ser
obligadas a prostituirse, pero si tenían una formación distinta, podían ser
profesoras o, como se ha demostrado recientemente, incluso gladiadoras.
Fuentes: Ángeles, SobreHistoria. GoNxll, Taringa.
Revisión y Diseño: elcofresito.
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