‘La Torera’, un personaje tradicional de la ciudad de Quito-Ecuador.
‘La Torera’, Anita Bermeo,
merece un capítulo especial en cualquier historia de Quito ¡ni faltaba más!,
pues se trata de uno de los personajes notables que han transitado por las
calles de nuestra ciudad. Quienes hemos
atravesado la segunda mitad de la vida y que allá, en los años cincuenta del
siglo XX, fuimos niños, la recordamos en su pleno vigor.
Era una mujer delgada que
vestía estrafalariamente, con blusas llenas de encajes de muchos colores,
paraguas o una vara de eucalipto lo
suficientemente gruesa, como para que una vez descargada sobre los huesos de
muchachos altaneros, les creara suficiente experiencia y nunca más le
agredieran con sus burlas. Pero sin duda
lo más notable de su vestimenta era el sombrero de ala ancha, con un velo que
cubría parcialmente el rostro a la manera de una viuda.
La Torera. Pintura de Ramiro Jácome, 2001.
A fines de los años
cincuenta, y antes de que los festejos por el 6 de diciembre, tomaran tanta
fuerza como para eliminar otros acontecimientos; en la ciudad, a la conclusión de las celebraciones de
Inocentes y Carnaval, se realizaban elegantes “corsos de flores”, como se decía
en Quito en aquella época, y que consistían en desfiles de carros alegóricos,
en los que participaban jóvenes hermosas que repartían claveles por
doquier. Pues en buen contraste con esas
ninfas, a Anita Bermeo, le dio por
intervenir en uno de esos eventos, nada menos que encabezándolo. Los presentes le aplaudieron a rabiar y a nadie se le ocurrió gritarle por esa vez:
“¡Torera!”.
Anita Bermeo, en el desfile de los estudiantes del Colegio Mejía.
¿Quién fue ‘La Torera’?,
pues como todo personaje legendario, cuenta con algunas versiones sobre su
origen, ya que ha sido objeto de hondo interés por articulistas de periódicos y
de exaltación de poetas que vieron en ella, la encarnación de algo del alma de
Quito. Varias ciudades se disputarían ser su cuna: Ambato, Baños, Riobamba y
para algunos la propia Quito.
Habría llegado de empleada
de alguna familia aristocrática y
pudiente, con quienes viajó hasta California, en donde presenció los amores de
la dueña de casa con un personaje exótico, lo que produjo un embarazo y el
nacimiento de un niño que le fue entregado a ella. Se ha dicho también que se
ganaba la vida como costurera y que un buen día decidió dejar la capital para
ir a Ambato. En la plaza de toros de esa ciudad se celebró una corrida en la
que participó un diestro de excelentes dotes, habilidades que cautivaron a
Anita, quien se prendó de tal manera del torero, que fue una de las últimas en
salir del coso. El matador también se
había fijado en ella y como dicen los jóvenes de hoy “llegaron a salir”. En la entrevista hubo la oferta del galán de
contraer matrimonio, para lo cual en pocos días le seguiría hasta Quito. Feliz,
‘La Torera’, volvió a su hogar a esperar
a su futuro esposo. Mas pasó el tiempo y la promesa no se cumplió. Regresó a
Ambato y a pesar de sus indagaciones no lo encontró. Retornó a su taller de costura llena de
dolor.
Con el tiempo se volvió
una mujer extraña, los síntomas de la alteración mental fueron evidentes,
viéndosela pasear por las calles con sus raros atavíos. Anita Bermeo, habría sido entonces presa de
una locura de amor, al igual que Juana de Castilla.
‘La Torera’, fue una mujer
trágica y célebre que animó a la ciudad, convirtiéndose en bufón de los jóvenes
y en una pasión de los artistas.
Fuente: Diario El
Comercio. Revisión, diseño y fotografías: elcofresito.
Saludos, he leído el blog sobre este importante personaje. Puede alguien conversar conmigo sobre los derechos de las imágenes? Trabajo en un programa de televisión en donde abordaremos esta historia. Gracias.
ResponderEliminarSaludos amigos, las fotografías que publica este blog son extraídas en su mayoría de Internet para efectos meramente ilustrativos de las entradas así como las otras que componen el entorno de la publicación. Es muy difícil saber a quién pertenecen porque no figuran los autores o propiedades, en las que si lo dicen anotamos ese dato al pie de cada una de ellas.
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