Masada, la fortaleza de Herodes.
El rey de las provincias
romanas de Judea, Galilea y Sumaria, construyó la inexpugnable Masada, donde
refugiarse si estallase una rebelión contra él, y se convirtió en el último
bastión judío.
Situada al sur de
Jerusalén, en una región extraordinariamente seca y calurosa, especialmente en
el calcinante verano, –aunque hay evidencias de que hace 2.000 años el clima
había sido ligeramente más húmedo–, la fortaleza de Masada ofrece –todavía hoy–
soberbias vistas hacia el mar Muerto.
El rey Herodes I “El
Grande”, la mandó construir durante el primer siglo antes de Cristo. Con el
tiempo, el monarca se instaló allí en los últimos años de su construcción, para
salvaguardarse de sus enemigos. Cuando en el año 4 murió Herodes, la ciudadela
fue capturada por los romanos que la ocuparon hasta el año 66.
La fortaleza fue
construida en la cima de una colina de unos 440 metros de altura, flanqueada de
barrancos verticales. Hoy en día se pueden visitar sus ruinas y para llegar a
la cima se emplea un teleférico.
Esta inexpugnable
construcción erigida por el rey Herodes, estaba compuesta de varios edificios
agrupados principalmente es dos zonas: al norte se hallaba el complejo
palaciego, los baños y almacenes, y al oeste se ubicaba un grupo de
habitaciones para huéspedes.
En el extremo norte,
separado del resto de la fortaleza por una muralla, se encontraba la residencia
de Herodes, una villa que se halla espectacularmente apostada como en la proa
de un barco. La vivienda se construyó en tres terrazas unidas por una escalera
empotrada en la roca.
El conjunto estaba rodeado
de una doble muralla de seis metros de alto, intercalada con torreones. La
muralla se extendía 1.400 metros y era interrumpida por tres puertas
fortificadas.
Se transportaba el agua en
burro y se almacenaba en inmensas cisternas (se conserva alguna, y se pueden
visitar). De esta forma se podía sobrevivir durante mucho tiempo en el interior
de la fortaleza en caso de ser sitiada.
Las paredes fueron
construidas con piedra dolomita y cubiertas de estuco. El espesor de las
paredes tenía fines antisísmicos y también climáticos, para contrarrestar las
variaciones térmicas entre el día y la noche.
Esta antigua villa del
Imperio Romano en Judea, Masada, uno de los más impresionantes sitios
arqueológicos ubicados en Israel y un valioso ejemplo de integración de
arquitectura a su contexto, –además de símbolo de la resistencia judía contra
los romanos–, ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
El sanguinario Herodes
Al ser colaborador del
Imperio Romano invasor, Herodes, era odiado por sus propios súbditos. Sabedor de
esa antipatía, buscó congraciarse con los judíos reconstruyendo el gran templo
de Jerusalén.
Sin embargo, vivía siempre
pensando que algún día conspirarían contra él y lo matarían. Esa paranoia lo
llevó a matar a su propia esposa, a tres de sus hijos, suegros, yernos y otros
miembros de su familia, y a construir fortalezas inexpugnables como Masada y
Herodium.
Para estos proyectos de
construcciones faraónicas, Herodes, gastó grandes sumas de dinero. También se le acusó de realizar grandes regalos a otros gobernantes, incluyendo a los
romanos, vaciando así las arcas de Judea.
Pero, sobre todo, por lo
que es conocido Herodes, es por la masacre que se relata en el Nuevo Testamento
cristiano. El gobernante de Judea ordenó la llamada "Matanza de los
Inocentes" en la época del nacimiento de Jesús.
Fuente: María Fernández
Rei, Muy Historia. Fotografías de dominio público. Revisión y Diseño: elcofresito.
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