¿Quién y cómo se escribió la Biblia?
La Biblia, tal y como la
conocemos, fue recopilada por primera vez en la historia en el siglo III antes
de Cristo, cuando setenta sabios judíos fueron invitados por el rey Ptolomeo II
a acudir a Alejandría para aportar a la famosa biblioteca la historia del
pueblo de Israel (lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento). Durante meses,
pusieron por escrito la memoria de miles de años del pueblo de Israel, desde
Adán, hasta Moisés, incluyendo los libros históricos, sapienciales y
proféticos.
Su trabajo se tradujo del
arameo y hebreo antiguos al griego. Así nació la llamada Biblia de los Setenta
o Alejandrina (también Septuaginta), en la que se basa el texto cristiano
actual.
Una recopilación hebrea de
la historia de pueblo de Israel, llamado texto masorético ('tradición', en
hebreo), se hizo en el siglo IX DC. Es la versión hebraica que no incluye el
Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento y la
recopilación de los Evangelios que retrataron la vida de Jesús, tuvo numerosas
fuentes y autores. El papiro más antiguo del Nuevo Testamento es un fragmento
de Juan que data de los años 125-130 d.C.
Sin rastro físico
De aquellos originales de
la Biblia alejandrina, al igual que los textos de los filósofos griegos
presocráticos, no hay ningún rastro físico. Todo aquello se esfumó debido a los
saqueos e incendios de la legendaria biblioteca, pero también debido a su débil
soporte de transmisión: el papiro, la vitela y el cuero, no resisten el paso
del tiempo. Lo mismo les sucedió a los escritos evangélicos
¿Cómo sobrevivió ese
conocimiento?
Durante años, se han hecho
miles y miles de copias de copias. Sin embargo, eso produjo una duda
hermenéutica: "Los textos antiguos fueron copiados por batallones de
escribas, frecuentemente en los monasterios, y sufrieron numerosas afrentas que
van desde la simple falta de ortografía o de atención del copista, hasta la correccción
doctrinal y voluntaria", afirman Roselyne Dupont-Roc y Philippe Mercier, en Los manuscritos de la Biblia (Ed. Verbo Divino). Como cada copia siempre
tenía algún error de interpretación o de transcripción, la paleografía
cristiana se ha esmerado en comparar copias con otras copias para recomponer un
texto lo más parecido al original.
¿Se había hecho un buen
trabajo o había pasajes falsos o equívocos? ¿Estaban los cristianos de todo el
mundo confiando en unos textos erróneos?
Los manuscritos del mar Muerto
Cuando dos pastores
beduinos penetraron por error en 1947 en una cueva en busca de una cabra
perdida, y descubrieron antiguos rollos encerrados en vasijas, se desató una de
las disputas paleográficas más fascinantes de la historia.
Esos rollos contenían
extractos o pasajes enteros de los libros de la Biblia. Se les denominó los
rollos del Mar Muerto. Procedían del año 150 a.C hasta el 70 d.C. Muy pronto
surgieron teorías curiosas sobre su contenido: unos afirmaban que esos textos daban
una vuelta a los Textos Sagrados, los cuales habían sido deformados a lo largo
de los siglos por la historiografía cristiana.
Otros, añadieron que la
Iglesia no quería dar a conocer su contenido pues contenían reveladoras
contradicciones sobre Jesús. Los hubo que dijeron que era el mejor testimonio
del Nuevo Testamento, y hasta que Jesús formó parte de la comunidad de los
esenios, la secta enigmática que había escrito y guardado esos textos en
vasijas.
Nada de eso es verdad.
Los textos hallados en las
cuevas de Qumrán, a orillas del Mar Muerto, son fragmentos procedentes de unos
800 manuscritos que, en su origen, se presentaron en forma de rollos. Muchos de
esos manuscritos son copias de copias, pues en la antigüedad, el papiro era
desgraciadamente, la forma más popular de transmitir el saber. Y el papiro se
deteriora fácilmente.
Antiguo Testamento
¿Qué contenían entonces?
En parte son textos bíblicos, del Antiguo Testamento, y en parte son textos
religiosos no bíblicos de diverso signo, como reglas morales y legales. Existen
unos 200 manuscritos bíblicos entre los que se encuentran 32 copias del Libro
de los Salmos, 28 copias del Deuteronomio, 21 copias del Libro de Isaías, citas
ínfimas (los teffilim, o pequeñas tiras de cuero), con citas del Éxodo y del
Deuteronomio, tiras que se ponían en un estuche y que se llevaban en el brazo o
sobre la cabeza.
Los manuscritos esenios
permitieron completar algunos pasajes oscuros de las Sagradas Escrituras, pero
no descubrieron nada realmente fascinante, a pesar de que se trató de uno de
los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX.
Reconstrucción exacta
Al cotejarse los
manuscritos de Qumrán con las versiones modernas de la Biblia, muchos exegetas
y paleógrafos respiraron tranquilos al comprobar que la historiografía
cristiana, después de todo, había trabajado con enorme exactitud: había logrado
componer unos escritos sagrados bastante certeros.
Los manuscritos de Qumrán
demostraron que el trabajo de los doxógrafos y paleógrafos cristianos fue serio
y atinado durante siglos, y que en Qumrán solo había textos del Antiguo
Testamento.
Y a pesar de que, más
recientemente, el padre Josep O'Callahan, (experto papirólogo), vio en algunos
de estos trozos de Qumrán pequeñas frases del Nuevo Testamento, un examen más
profundo constató que la vida de Jesús no estaba recogida en los manuscritos.
¿Quiénes eran estos
esenios?
Según se desprende del
texto referido a la Regla de la Comunidad, los esenios eran un grupo judío
"fuertemente estructurado, con su propia jerarquía y sus funcionarios,
cuyos miembros ponían en común todos sus bienes, participaban en comidas
comunitarias, y se hallaban sometidos a una disciplina muy estricta, con penas
y castigos para cualquier transgresión", comenta Florentino García Márquez
en la reseña 'Los manuscritos de Qumrán'. En suma, un grupo de judíos
conviviendo hace más de dos mil años bajo mismas reglas que los kibutz del
siglo XX.
¿Por qué se habían
retirado al desierto, imitando al profeta Isaías? Según se desprende de otro
texto encontrado en Qumrán, (la Regla de la Guerra), se llamaban a sí mismos
Los Hijos de la Luz, se habían retirado para purificarse, y esperaban volver a
Jerusalén "al final de los tiempos", después de haber vencido a Los
Hijos de las Tinieblas.
Textos en Google
La colaboración de Google
con el Museo de Israel permite consutar por internet los manuscritos de Qumrán.
Los textos del Mar Muerto
son públicos desde 1991, cuando las autoridades arqueológicas de Israel (que
controlan el acceso a los documentos desde la Guerra de los Seis Días en 1967),
permitieron la libre consulta a todos los documentos. Desde esa fecha, se han
ido fotografiando, y desde hace pocos años, se podían consultar en internet en
este formato. Pero ahora, con Google, se pueden consultar de una forma mucho
más cómoda: digitalizados. Y además, Google Maps aporta la localización exacta
de aquellos manuscritos.
¿Y la vida de Jesús?
Aunque parezca increíble,
reunir las partes del Nuevo Testamento fue una tarea incluso más ardua para los
eruditos. Tras la muerte de Jesús, en la primera mitad del siglo I, sus
milagros y obras fueron pasando de boca en boca hasta extenderse por todo el
Mediterráneo. En la segunda mitad del siglo I había decenas de versiones: en
siríaco, en copto, en latín, en griego culto, en armenio.... Algunas
coincidían. Otras no.
El caso es que a medida
que pasaba el tiempo, aumentaba el número de versiones. Cuanto más famoso era
Jesús, y más se extendía el cristianismo por el mundo, más difícil era
encontrar 'la versión' fiable de su vida.
En el 370 se elaboró una
lista que contenía cuatro evangelios creíbles, además de epístolas o cartas de
San Pablo, hechos de Apóstoles y el Apocalipsis de San Juan. En un concilio
celebrado en 397 después de Cristo fueron consagrados después de cotejar unos
con otros, y descartar varias versiones.
El evangelio de San Mateo
es el más directo, pues Mateo fue uno de los discípulos de Jesús, a quien fue
encomendada una misión de apostolado por el mundo.
San Marcos y San Lucas no
conocieron a Jesús pero oyeron de él por los relatos de San Pablo. Eran sus
discípulos.
Por último, está el evangelio
de San Juan, el más joven de los discípulos. Este evangelio diferente a los
otros tres en su redacción y en su estilo.
Ahora bien, estos evangelios
pudieron haber sido escritos por ellos, o por comunidades de fieles que
recogieron estas versiones y las compilaron entre el siglo I y el III. Luego,
esas versiones fueron copiadas centenares de veces hasta que los concilios las
consagraron.
¿Y dónde están los
manuscritos?
Los eruditos de hoy
calculan que hay a su disposición hasta 150.000 manuscritos antiguos.
Pero dentro de esa
marabunta de manuscritos, se ha determinado cuáles son los más fiables.
Son manuscritos que se hallan
hoy en el Vaticano, en San Petersburgo, en París, en Cambridge... De alguno
solo hay pequeños trozos que han tenido que ser complementados con versiones
posteriores.
El manuscrito más antiguo
y completo del Nuevo Testamento es el Codex Sinaiticus, conservado en la
Biblioteca Británica de Londres. Está escrito en griego uncial (un tipo de
letra mayúscula), y data del 330-350 después de Cristo.
Pero si hablamos de trozos
sueltos, el más antiguo procede del 125-130 después de Cristo, se llama el
papiro Rylands y procede del evangelio de San Juan. Está escrito por ambas
caras y se conserva en la Biblioteca Rylands de Manchester.
Cada año, aparecen nuevos
'trozos' del Nuevo o del Antiguo Testamento, y entonces se desata una pelea
para saber si es copia fiel, o si es una versión mal trabajada.
El último texto apareció
en 2012 y provocó un pequeño revuelo en marzo de 2014, cuando fue dado por
cierto por la Harvard Theological Review. Se trata de un pequeño pasaje del
Nuevo Testamento datado entre el VI y el IX d.C. y que expone esta frase:
"Jesús les dijo: mi esposa...".
Todavía se duda de su
autenticidad.
Fuente: La Información.
Revisión y Diseño: elcofresito.
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