La extraordinaria vida del oficial británico que luchó con arco y espada en la Segunda Guerra Mundial.
Los cuerpos de operaciones
especiales siempre han contado con hombres peculiares. Y los comandos
británicos no iban a ser menos. Entre sus filas sobresalía un hombre muy
pintoresco: Jack Churchill. Este extravagante capitán británico se distinguió
por su papel en la Segunda Guerra Mundial. En aquel conflicto en el que se
empleaban carros de combate, aviones, artillería pesada, submarinos y ametralladoras
de gran calibre, Jack Churchill acudía a la batalla provisto de arco, flechas y
una espada de doble filo conocida como “claymore”. Y es que Churchill se
lanzaba al asalto de las posiciones alemanas blandiendo su preciada espada. Su
modo de actuar, con armamento de la Edad Media en una guerra moderna, terminó
por valerle el apodo de Jack Mad Churchill (Jack el loco Churchill). Es más,
Jack Churchill fue el único combatiente que en un conflicto moderno logró matar
a un enemigo valiéndose de un arco y flechas.
Nuestro protagonista nació
en 1906 y se graduó en la Academia Militar de Sandhurst. Allí empezó a tocar la
gaita y practicó el tiro con arco. También demostró una gran habilidad en el
manejo de la espada. A su paso por la Academia Militar, Churchill mostró un
gran interés por la historia de Inglaterra. Posteriormente, su dominio en el
tiro con arco le valió formar parte de la selección inglesa en el Campeonato
Mundial de Arco de 1939. Pero su maestría en el uso del arco no solo le
permitió participar en competiciones deportivas de máximo nivel, pues Churchill
tuvo leves apariciones en películas como Ivanhoe o El ladrón de Bagdad.
Con la Segunda Guerra
Mundial a punto de estallar, Churchill volvió a enrolarse en el Ejército y fue
enviado a Francia como integrante de la Fuerza Expedicionaria Británica.
Precisamente, en los combates que tuvieron lugar en l’Epinnete, Churchill, en
pleno tiroteo y haciendo uso de su arco, logró atravesar a un alemán con una
flecha. Después de sobrevivir a la retirada de Dunkerque, Jack Churchill
encontró su sitio en un cuerpo especial: los comandos. En diciembre de 1941,
como parte del comando Nº 3, formó parte del ataque a la isla noruega de
Vaagso. Espada en mano, Churchill, a voz en cuello, lideró a sus tropas en el
ataque contra las defensas alemanas. Su acción en la incursión de Vaagso le
valió ser condecorado con su segunda Cruz Militar. Sus hazañas bélicas como
comando le llevaron hasta Sicilia. En el otoño de 1943, en Piegoletti, Jack
Churchill logró una de sus mayores gestas. Seguido por sus hombres y al abrigo
de la oscuridad se infiltró entre las posiciones alemanas. Al grito de
“comando”, los alemanes quedaron aterrorizados al verle empuñar su espada y los
comandos de Churchill hicieron un total de 136 prisioneros. Por semejante
hazaña le fue otorgada la Orden de Servicios Distinguidos.
La buena estrella de Jack
Churchill se desvaneció en mayo de 1944. En una acción en Yugoslavia, Churchill
y sus hombres quedaron rodeados por los alemanes. En una situación desesperada,
Churchill, tratando de animar a sus soldados, hizo uso de la gaita y comenzó a
tocar “No volverás”. En aquella incursión terminó siendo herido y capturado por
los alemanes. Dado su apellido, los alemanes pensaron que se trataba de un
pariente del Primer Ministro británico Winston Churchill, por lo que recibió un
trato especial en su cautiverio. A pesar de caer en manos del enemigo, en abril
de 1945, logró escaparse del campo de prisioneros en el que estaba recluido. La
fuga del peculiar Churchill fue toda una proeza, pues recorrió 150 millas en 8
días para alcanzar las líneas aliadas en el norte de Italia. Pero Jack
Churchill era un hombre tan inquieto, que pese a su reciente cautiverio, quería
regresar a la acción. Así que, nuestro peculiar protagonista fue enviado a
Birmania para combatir contra los japoneses, contra los que no llegó a luchar
debido a que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki pusieron fin a la
guerra.
Con la Segunda Guerra
Mundial concluida, Churchill no podía permanecer inactivo. Un soldado de su
clase necesitaba acción, por lo que en 1948, tras formarse como paracaidista,
fue enviado a Palestina para comandar al 1er Batallón de Infantería Ligera
Highland. Tras cumplir con su servicio en Palestina, llegó a ser instructor de
guerra aerotransportada en Australia y posteriormente encontró una de sus
grandes pasiones en el surf. Retirado del ejército en 1959, regresó a Surrey,
donde falleció en 1996.
Fuente: “Indeseables” de
David López Cabia. Javier Sanz, Historias de la Historia. Revisión y Diseño: el
cofresito.
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