La búsqueda del Santo Grial por los Nazis: Otto Rahn, su gran protagonista.
Otto Rahn en su escritorio hacia 1934. Foto Otto Rahn Memorial.
Suele decirse que la
inspiración de George Lucas y Steven Spielberg para el argumento de la primera
película de Indiana Jones, En busca del arca perdida, fue en parte la figura de
Otto Rahn. Los cineastas nunca lo corroboraron pero quienes lo dicen acaso se
limiten a establecer un parecido en el hecho de que a ese escritor suele
atribuírsele la búsqueda de un pretendido tesoro de los cátaros. Pero el caso
es que Rahn, curiosamente, sí era un auténtico experto en el Santo Grial, el
macguffin en torno al cual giraría el tercer título de esa saga
cinematográfica.
Otto Wilhelm Rahn se hizo
famoso por su estrecha colaboración con el régimen hitleriano en aquella
estrambótica afición que tenían los nazis por lo esotérico y la historia como
sustrato cultural de su ideología. Dicha afición se plasmó en la creación de una
sociedad denominada Ahnenerbe, integrada en las SS y heredera de la Sociedad
Thule, que se dedicaba a realizar estudios sobre ocultismo y folklore que
explicasen el origen de la raza aria. La Ahnenerbe recogió el testigo y se
dedicó a investigaciones sobre “la raza indogermánica del norte”, organizando
expediciones pseudocientíficas arqueológicas y antropológicas por todo el
mundo.
Emblemas de la Sociedad Thule y la Anhenerbe. Imágenes 1 NsMn en Wikimedia Commons y 2 Malyszkz en Wikimedia Commons.
Ese ambiente völkisch tuvo
que influir inevitablemente en aquel joven, nacido en la ciudad alemana de
Michelstadt en 1904 en el seno de una familia de clase media, que entre 1922 y
1926 cursó Derecho en las universidades de Giessen, Friburgo y Heidelberg por
satisfacer el deseo de su padre (juez en Maguncia), pero que, en realidad, se
sentía mucho más atraído por otros temas como la historia o la filología
germánica, asistiendo a clases de estas materias.
De hecho, fue durante su
estancia en Giessen cuando empezó a estudiar la que sería su gran especialidad,
la herejía albigense, a instancias de su profesor de religión, que además era
catedrático de Historia. El catarismo le cautivó desde el primer momento, según
admitió él mismo: un movimiento ascético y gnóstico con influencias
maniqueístas en las que se concebía el mundo dividido en dos concepciones, siendo
una la espiritual (el Cielo, las almas… creada por Dios) y otra la material
(guerras, Iglesia Católica… obra del Diablo). Todo ello en plena Edad Media,
entre los siglos X y XII.
El Castillo de Montsegur. Foto Gerbil en Wikimedia Commons.
Su estudio constituyó para
Rahn el culmen de toda una evasión mental que en cierta forma había iniciado de
niño -solitario y enfermizo- con la febril lectura de leyendas y mitologías
para abstraerse de los horrores de la Primera Guerra Mundial. La referencia no
es gratuita porque de todos esos mitos quedó especialmente prendado del de
Parsifal, en la versión del poeta medieval Wolfram von Eschenbach: titulado
Parzival, era un poema épico del siglo XIII (inspirado en la novela Perceval o
el cuento del Grial, de Chrétien de Troyes), que se había convertido en todo un
best seller en Alemania porque Richard Wagner lo había adaptado a ópera.
Quizá por ello Rahn tuvo
esa inclinación por Parsifal, ya que además había estudiado música y parece ser
que era buen pianista. En cualquier caso, la reseña de esa obra viene a
propósito de un viaje que realizó por el sur de Francia en 1929 para investigar
in situ el tema de los albigenses, llegando incluso a instalarse un tiempo en
Lavelanet, en el corazón del Languedoc, donde esa herejía se había difundido
con más intensidad. Rahn, que iba acompañado del historiador francés Antonin
Gadal, un experto en la materia con varias obras publicadas y que además
también tenía regusto por lo místico, pensaba que existía un vínculo entre
Parsifal y los cátaros.
Otto y su fallecido hermano Rudolph hacia 1913. Foto Otto Rahn Memorial.
Para él, aquella secta
constituía una forma evolucionada de druidismo, no sólo en conceptos sino
también en las mismas construcciones arquitectónicas y otros aspectos,
sugiriendo que el eslabón entre ambas sería el Santo Grial. Rahn suponía que
ese preciado objeto tan simbólico e importante en la imaginería medieval pero
nunca encontrado, podía estar aún enterrado entre las ruinas de Montsegur, la
villa amurallada que constituyó la última posición de resistencia de los
cátaros ante la cruzada que decretó el papa Inocencio III para acabar con
ellos.
La leyenda decía que
guardaban un fabuloso tesoro del que formaba parte “una piedra caída del
cielo”, que Rahn identificó con el Grial que Parsifal encontraba en un castillo
del Monstsalvat (Monte Salvaje); el hecho de que Montsegur estuviera ubicada en
lo alto del monte Pog era otro elemento que le vino bien para llegar a aquella
forzada deducción, en la que teorizó sobre la existencia de dos griales
distintos, el cáliz y una estela. Para prolongar y financiar su estancia abrió
un pequeño hotel en 1932 y empezó a excavar. Pero no encontró nada de lo que
buscaba y además tuvo que cerrar para regresar a Alemania escapando de la
justicia por las deudas contraídas.
Perceval con el Santo Grial (Arthur Hacker). Imagen de dominio público en Wikimedia Commons.
No obstante, ya había
encarrilado su carrera. Fruto de ese viaje publicaría dos libros que tuvieron
bastante éxito. El primero salió en 1933 con el título Kreuzzug gegen den Gral
(Cruzada contra el Grial) y el segundo en 1937 como Luzifers Hofgesind (La
Corte de Lucifer). No se tradujeron al inglés pero tampoco importó porque
Hitler acababa de subir al poder y los nazis se interesaron por su trabajo.
Heinrich Himmler en persona se puso en contacto con él para invitarle a unirse
a las SS y encargarle la búsqueda del cáliz sagrado. Un detalle: cuando el jefe
de las SS visitó el Monasterio de Montserrat en 1940 llevaba bajo el brazo un
ejemplar de Luzifers Hofgesind, obra que había ordenado distribuir entre todos
los oficiales de la orden.
Para entonces Rahn ya
había muerto, pero no adelantemos acontecimientos. De momento hizo caso a su
nuevo mecenas e ingresó en las SS como unteroffizier (suboficial bisoño),
convirtiéndose en miembro de pleno derecho en 1936 con el grado de
obersturmführer (teniente primero). Sin embargo, la gran paradoja estaba en que
aquel erudito medievalista elevado casi a la condición de profeta del nazismo
detestaba esa condición y se sentía profundamente ajeno a aquella organización.
No sólo por motivos políticos sino también porque, según su editor, era
claramente homosexual (aunque no todos los estudiosos están seguros de ello) y
además no podía acreditar cuatro generaciones de ancestros racialmente puros,
como se exigía a los SS, ya que descendía de judíos por vía materna.
Edición de 1934 de Kreuzzug gegen den Gral. Foto Otto Rahn Memorial.
Enfermizo y fumador
compulsivo, se había refugiado de su incómoda situación en la bebida -algo que
le pasaría factura, como veremos- y detestaba tanto el ejercicio físico como
las armas, lo que le llevó a no participar en ninguno de los campamentos que
organizaban las SS cada verano. Lo suyo era el estudio y ahora que tenía una
misión concreta se aplicó a ello plenamente, realizando nuevos viajes por
diversos rincones de Europa (Francia, Italia, Islandia) para efectuar
excavaciones arqueológicas. Todas fueron un fracaso en cuanto a resultados; el
Santo Grial no apareció, Himmler se cansó de él y todo acabó torciéndose.
En 1937, tras una
contundente borrachera que le llevó a ser acusado de “conducta deshonrosa” por
un compañero, Karl Mahler (quizá por poner en evidencia sus gustos sexuales),
fue degradado, le prohibieron probar alcohol en dos años, le casaron con la
joven Asta Bach y le enviaron tres meses de guardia a Dachau. El nombre aún tiene
resonancias siniestras: era un campo de concentración situado al norte de
Múnich y abierto cuatro años antes para encerrar prisioneros políticos a los
que el año siguiente se añadieron comunistas, testigos de Jehová, católicos,
gitanos, homosexuales… Todavía no se había reconvertido en campo de exterminio,
cosa que llegaría en 1941, cuando la barbarie nazi inició experimentos médicos
con cautivos e instaló hornos crematorios.
Otto Rahn con su esposa Asta Bach. Foto Otto Rahn Memorial.
Pese a que no llegó a ver
esa fase, su experiencia en aquel lugar fue lo suficientemente desagradable
como para hacerle aborrecer definitivamente al nazismo, dejando a su esposa,
entablando contacto con círculos opositores y presentando la renuncia a seguir
en las SS en febrero de 1939. El gruppenführer Karl Wolff, jefe del estado
mayor de Himmler, la trasladó a su superior, que aceptó lacónicamente con un
simple “sí”. Poco después empezaron a circular rumores que aireaban su
homosexualidad y especulaban sobre sus antepasados judíos, con lo que la
Gestapo fijó su atención en él.
Al parecer, le insinuaron
suicidarse como salida honorable, un procedimiento típico como se vería luego
en el caso de Rommel. Rahn solicitó retirarse al Languedoc y vivir
discretamente dedicado a la investigación pero se lo denegaron; era la muerte
con honor por su propia mano o el procesamiento y ejecución. A principios de
marzo de 1939, Rahn se marchó de Alemania y desapareció durante dos semanas,
hasta que el 13 de ese mes fue encontrado muerto, congelado, en la ladera de la
montaña Wilden Kaiser, en los Alpes austríacos, cerca de la localidad tirolesa
de Söll.
Otto Rahn en fecha desconocida. Imagen de Wikimedia Commons.
Hay diferentes versiones
sobre los detalles porque no se hizo certificado de defunción: una propone que
tomó una dosis de veneno, aunque los testigos dijeron que tenía consigo dos
botellas de medicinas, lo que apuntaría a que se quitó la vida haciendo caso a
la sugerencia de las SS; al menos ése fue el dictamen oficial, si bien también
pudo tratarse de un accidente (acaso otra de sus borracheras). Fuera cual fuese
la explicación, para muchos no se trató de un fallecimiento cualquiera. Veamos
el porqué.
La fecha elegida era
sospechosamente cercana a la de la caída de la fortaleza de Montsegur en manos
de los cruzados (que sería tres días después en el año 1244) y hay quien opina
que las circunstancias que rodearon el óbito guardaban cierta similitud con un
ritual cátaro denominado endura, que suponía la práctica de un ayuno total final
como medio de entrega mística del último suspiro de vida a Dios. La endura era
la culminación -o sustitución, en ocasiones- de un proceso conocido como
consolamentum, el único sacramento que se practicaba en aquella fe; una
combinación de bautismo, comunión y extremaunción que solía aplicarse a los
nuevos devotos o a los que estaban a punto de morir. Así, Rahn habría elegido
dejar este mundo imitando aquella tradición.
Fuentes: Otto Rahn and the Quest for the Grail. The
Amazing Life of the Real Indiana Jones (Nigel Graddon)/Otto Rahn and the Quest
for the Holy Grail (M. Sabeheddin en New Dawn Magazine)/The Occult Roots of
Nazism. Secret Aryan Cults and Their Influence on Nazi Ideology (Nicholas
Goodrick-Clarke)/Los cátaros. La herejía perfecta (Stephen O’Shea)/Los
cristianismos derrotados (Antonio Piñero Sáenz)/Wikipedia. Jorge Álvarez, LBV: https://www.labrujulaverde.com/2017/12/otto-rahn-el-descendiente-de-judios-que-buscaba-el-santo-grial-para-los-nazis
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