Mitos y equivocaciones frecuentes sobre los vaqueros del lejano Oeste.



Los vaqueros eran muy distintos a como los ha pintado el cine. Estos son los equívocos más generalizados sobre los populares personajes del Oeste norteamericano.

Todos portaban armas


Los vaqueros del cine que no llevan pistola casi siempre son los tontos de la película. Las armas eran utilizadas en el arreo del ganado para controlar a los rebaños. La verdad es que en las ciudades del Oeste había un riguroso control de armas.

Se la pasaban matándose en la cantina y asaltando Bancos


Las tasas de homicidios en las localidades más violentas del Oeste en el siglo XIX eran inferiores a las de la mayoría de las ciudades modernas. Una investigación histórica de la Universidad de Dayton calculó en el 2005 que hubo más atracos de Bancos en un año en el Dayton moderno que en 10 años en tiempos del Viejo Oeste.

Gozaban de buena salud


Quizá las jornadas al aire libre arreando ganado favorecieran en cierto sentido la salud de los vaqueros, pero no en otros, como la alimentación, la calidad del agua y las condiciones sanitarias. Lo peor esperaba en las ciudades. Se estima que en el Viejo Oeste entre un 50 y un 90 % de las prostitutas eran portadoras de enfermedades de transmisión sexual. Cowboys y no cowboys vivían devastados por las enfermedades venéreas.

Casi siempre estaban cabalgando


Esto fue así cuando trabajaban moviendo reses por grandes distancias para alimentarlas. Cuando los rancheros comprendieron que era mejor concentrar el ganado, muchos cowboys pasaron a comprobar los encierros y a reparar cercas. El transporte de ganado por ferrocarril puso en desuso los kilométricos arreos.

La única montura era el caballo


A mediados del siglo XIX fue importado un lote de camellos para utilizarlos en el transporte en las zonas más áridas del Oeste. En el apogeo de la Guerra Civil, los camellos escaparon y empezaron a reproducirse en el medio natural. Los camellos se adaptaban mejor que los caballos a las áreas más inhóspitas y fueron incorporados a distintas labores, incluyendo la ganadería. John Wayne quizá nunca montó un camello, pero otros cowboys si lo hicieron.

La preferencia por el mismo sexo era casi inexistente


Muchos homosexuales se refugiaron en el Oeste, escapando de la intolerancia sexual en las ciudades del Este. En la región fronteriza, la homosexualidad era relativamente abierta. El aislamiento por grandes distancias durante el transporte de ganado favorecía los encuentros sexuales entre varones. Existen emotivos poemas de amor dirigidos por unos cowboys a otros.

Prácticamente todos eran blancos


Pocos de nosotros podríamos nombrar a un cowboy negro del cine. Sin embargo, según estimaciones, uno de cada 4 vaqueros era afroamericano. El trabajo de vaquero era duro y mal remunerado y en él los negros gozaban de mayor grado de libertad. Pero Hollywood necesitaba a los blancos como «muchachos de las películas».

Eran héroes populares para el resto del país


Para buena parte de la población, el cowboy personifica actualmente los valores estadounidenses, pero en el siglo XIX no gozaban de muy buena reputación en Boston, Nueva York o Filadelfia. Eran considerados sucios, malolientes, peligrosos, mal educados y portadores de enfermedades.

Fuente: Alcides González, VIX:
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