"Barrabás", la historia del diamante más grande encontrado en Venezuela.
Su hallazgo dio origen a
varias historias que nunca se pudieron corroborar: Se dice que un fragmento
está en posesión de la reina de Inglaterra y otro fue para la actriz Elizabeth
Taylor.
Un cortador de diamantes muestra una piedra en bruto en Santa Elena de Uairén, al sur de Venezuela, 12 de noviembre de 2012.
El geólogo venezolano
Manuel Méndez Tepedino, tenía 18 años de edad la mañana que le presentaron a
'Barrabás'. Se encontraba en El Callao, una población minera al sur del país,
de camino a la Gran Sabana.
Nesin Benaim, considerado
el decano de los geólogos del sur de Venezuela y amigo de su familia, tomó a
'Manuelito' del brazo y le dijo: "Mirá muchacho, este es 'Barrabás'. Dale
la mano. Conócelo, que es parte de la historia minera de este país".
A Manuel le pareció que la
euforia de Benaim no se correspondía con el aspecto de aquel hombre con apodo
bíblico. Miró a su padre, el académico Manuel Méndez Arocha, y este le hizo un
ademán para que se acercara a saludar al hombre.
Ese día de 1988,
'Barrabás' tenía poco más de 70 años, llevaba sombrero, una camisa casi
transparente producto de los años de uso y alpargatas en los pies. Pero a pesar
de los años, era un hombre fuerte, fibroso, alto (de casi dos metros) y con la
piel curtida por las duras jornadas de la minería a cielo abierto.
Trabajadores en una mina de oro. El Callao, estado de Bolívar, Venezuela. 24 de febrero de 2017. JUAN BARRETO AFP.
'Barrabás' se tomó el
último trago de la cerveza y se volteó a saludar a 'Manuelito' (diminutivo para
diferenciarlo de su padre) con una sonrisa cansada de repetir durante años la
misma historia que, aunque lo hizo célebre, no llegó a sacarlo de la pobreza:
él encontró el diamante más grande de Venezuela y uno de los más grandes del
mundo.
El hombre mito
Este hombre nació como
James Hudson en 1917, aunque la mayoría prefería llamarlo Jaime, haciendo la
traducción al español. Sin embargo, desde muy joven lo apodaron 'Barrabás',
como el personaje bíblico que fue salvado de la crucifixión el día que
condenaron a Jesucristo, pero nadie sabe a ciencia cierta por qué recibió ese
apodo.
Sus padres emigraron de
Trinidad y Tobago hacia Venezuela, buscando nuevos horizontes. Así llegaron a
El Callao, una ciudad fundada a mediados del siglo XIX por venezolanos,
africanos, antillanos, ingleses, españoles, brasileros y franceses atraídos por
la fiebre del oro.
De esa confluencia de
nacionalidades nació un idioma que solo se habla en El Callao y que se conoce
como 'patuá' (patois).
Hombres sostienen amalgama de oro y mercurio en El Callao, Venezuela. 25 de febrero de 2017. JUAN BARRETO AFP.
En ese ambiente, lo más
natural era que 'Barrabás' Hudson, cuando tuvo edad de trabajar, decidiera
dedicarse a la búsqueda de oro y diamantes.
El gran diamante
La mañana del sábado 10 de
octubre de 1942, 'Barrabás' Hudson y su compañero de faena, conocido como
'Indio' Soler, trabajaban en la mina "El Polaco", ubicada a orillas
de la carretera que comunica a las poblaciones de Santa Elena de Uairén con
Icabarú.
Según el relato de Américo
Fernández, cronista del estado Bolívar, 'Barrabás' halló el diamante, en una
desviación del río Surukun, lavando el material (piedras) desechado por otros
mineros. Otra versión recogida en el diario Panorama, cuenta que el minero se
topó con el diamante en estado natural, hurgando en un hueco que se forma
debajo de un árbol de guama.
Lo cierto es que Hudson,
aquel 1942, tenía en sus manos un diamante en bruto que pesaba 155 quilates (31
gramos), hasta el momento, el más grande jamás encontrado en el país. La
memoria popular se debate en recordar al diamante como una piedra del tamaño de
una cebolla pequeña, un trompo o una pera.
De la selva a Caracas
La piedra resultó ser de
gran pureza. De inmediato, 'Barrabás' Hudson se dio cuenta que sería asediado
por estafadores de oficio. Animado por un abogado, que el cronista Fernández
menciona como Matías Carrasco, el minero emprendió el viaje desde el estado
Bolívar hasta Caracas, la capital, a más de 586 kilómetros de distancia.
Restos de una mina derrumbada, en el estado venezolano de Bolívar, al sur del país. 24 de agosto de 2010. Reuters.
La idea original de los
hombres, era solicitar al Banco Central de Venezuela que resguardara el
diamante hasta conocer el valor real. Así, los directivos del banco informaron
al presidente Isaías Medina Angarita sobre la llegada del diamante y este insistió
en ver la piedra y al minero que la encontró, según evoca el cronista
Fernández.
James 'Barrabás' Hudson
visitó el palacio de gobierno de donde se cree que la piedra salió con el
nombre de 'diamante Libertador', aunque en todo el estado Bolívar la gente ya
lo llamaba, como lo sigue haciéndolo, 'el diamante Barrabás'.
De Caracas a Nueva York
El encuentro entre el
minero y el presidente no despertó tanto interés en la prensa local como el
tamaño del diamante, por lo que la noticia fue replicada por agencias
internacionales.
Casi de inmediato, la Casa
Harry Winston, propiedad del joyero hijo de inmigrantes ucranianos de New York,
gestionó su adquisición.
La casa Harry Winston, en la 5ta avenida de Nueva York. 19 de mayo de 2013. Eric Thayer.
El monto de la compra, así
como la cantidad de dinero recibida por 'Barrabás', varían de un relato a otro.
Lo único coincidente para las fuentes, es que Winston hizo un gran negocio y
Hudson se quedó con una miseria.
Una situación que aún
resulta cotidiana en el mundo minero. El geólogo Manuel Méndez asegura que
"en las minas quien más dinero gana es el comprador", y por más
experiencia que un minero tenga con los diamantes, "nunca sabe, a ciencia
cierta, cuánto cuesta una de esas piedras".
A boca de mina, por
ejemplo, el oro se paga a un 20% de su valor comercial, mientras que por los
diamantes se llega a un 5% e incluso un 1% de su precio real.
Luego de comprar el
'diamante Barrabás', Winston encargó la transformación al experto gemólogo
Adrian Grasselli, quien estudió la roca durante dos meses antes de tocarla para
dividirla.
Se dice que un gemólogo
tiene permitido un solo golpe para dividir un diamante, de allí que un
movimiento equivocado de Grasselli habría arruinado instantáneamente el
potencial de esa gran roca extraída del suelo venezolano.
Pureza
El 'diamante Barrabás' fue
calificado como una piedra de color "D", eso quiere decir, según el
sitio Interstones, que son rocas "absolutamente incoloras, químicamente
puras y estructuralmente perfectas", por lo que constituyen apenas un 1 o
2% de todos los diamantes naturales.
Diamante en bruto de 70 quilates en la empresa Rosy Blue en Amberes, Bélgica, el 1 de febrero de 2018. Francois Lenoir, Reuters.
El Diccionario de Gemas y
Gemología (Dictionary of Gems and Gemology), publicado el año 2000 por Mohsen
Manutchehr-Danai, precisó que el diamante venezolano se cortó en cuatro
piedras: tres esmeraldas de 39,80, 18,12 y 8,93 quilates cada una; y un corte
marquesa de 1,44 quilates.
El brillante de mayor
tamaño (39,80 quilates) conservó el nombre de "Libertador" y fue
vendido por la casa Winston en 1946 a May Bonfils Stanton, heredera de la
fortuna del diario Denver Post; y vuelto a recuperar en el año 1960, en una subasta
tras la muerte de la compradora.
¿La fortuna de 'Barrabás'?
El día que 'Barrabás'
Hudson regresó a 'El Polaco' traía en sus manos una pequeña fortuna producto de
la venta del diamante. Luego de dos días de farra en prostíbulos de la zona
minera y donde se dice que hasta brindó champaña a los amigos, 'Barrabás'
Hudson estaba como al principio, sin un centavo.
Pasada la resaca, siguió
buscando la fortuna en las minas, malviviendo en casas improvisadas con madera
o latas, hasta que el cuerpo le dijo que ya no podía con ese trabajo.
Una mina ilegal en el estado Bolívar de Venezuela, cerca de la frontera con Brasil. 17 de noviembre de 2012. Jorge Silva, Reuters.
A partir de los años 60,
se dedicó a gestionar un prostíbulo llamado 'La Orchila', en el pueblo de
Icabarú. Luego, se mudó a la calle El Dorado de Tumeremo, capital del municipio
Sifontes, donde abrió otro negocio al que bautizó 'La Fortuna' y en el que
vendía cervezas y botellas de ron.
Mitos del diamante
Luego de encontrar el
diamante, la vida de James 'Barrabás' Hudson no fue la misma. Le invitaban a
tragos, a visitar familias, a comer en casa de desconocidos, lo persiguieron los
periodistas... pero seguía inalterable su clase social.
Sin embargo, la piedra
desató leyendas de todo tipo, que nadie jamás logró confirmar. Por ejemplo, se
dice que luego de la visita al presidente Medina Angarita, cambió su caballo
por un enorme coche negro, que adquirió fortuna y se casó con una "mujer
de buena familia".
Otro mito alrededor del
'Diamante Barrabás' consiste en asegurar que uno de los tres fragmentos
principales de la piedra, habría sido comprado por el actor Richard Burton para
obsequiársela a la musa de los ojos violeta, Elizabeth Taylor.
Elizabeth Taylor, en una imagen tomada en 1950. g90.
Se dice que la actriz
lució la joya en un baile ofrecido en el Principado de Mónaco y que años más
tarde vendió el diamante para donar el dinero a la construcción de un hospital
en Botswana. También se asegura que una pieza del diamante Libertador es una de
las joyas de la Reina de Inglaterra.
Nadie pudo corroborar las
leyendas, tampoco el paradero del resto de los brillantes cortados por el
gemólogo Graselli. Quizá, 'Barrabás' no llegó a enterarse de ninguno de esos
cuentos.
La historia del más famoso
minero de Venezuela acabó el 1 de junio de 1992, en una pequeña casa con
paredes de bahareque (barro), techo de palma y piso de tierra, cuando lo
sorprendió un infarto fulminante.
Fuente: Ernesto J.
Navarro, Actualidad RT.
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