Ecuador y su pasado con los duelos de honor (Primera parte)
Representación de un falso duelo en la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, en Cuenca, el 29 de agosto de 1739. Foto Biblioteca nacional de Francia.
La marcha de la humanidad,
desde su inicio, ha estado marcada por las desavenencias, que se han suscitado
desde tiempos inmemoriales a lo largo y ancho del planeta, y se remontan a los
primeros años con la aparición del hombre en el mundo. Los hombres inventaron
una virtud a la que llamaron honor, que es un sentimiento de dignidad moral de
la cual todos estamos revestidos y que tiene para algunas personas más
importancia que para otras. Generalmente mientras más culto es el individuo,
más aprecia su sentido de honor.
Entre los caballeros de
casi todas las épocas, cualquier acusación de traición, cobardía o insulto se
consideraba fuera de los límites de la tradición de la honorabilidad y, por
ende, en la mayoría de los casos, la única solución para repararla era el duelo
a muerte. En algunos casos, el agravio o la ofensa era menester “lavarlos con
sangre” para así reparar la injuria que había herido al caballero y a su
familia, porque en caso de no limpiar el perjuicio, la honra se vería
mancillada para siempre.
Los duelos de honor en el
Ecuador constituyen segmentos que han permanecido inéditos y latentes en los
escondrijos de la memoria de algunos de los ancestros de conocidas familias.
Los duelos de honor vienen con los españoles desde la época de la Conquista y
permanecen hasta mediados del siglo pasado.
En el Ecuador se dieron
duelos de toda índole y muchos de ellos llegaron a ser públicos y conocidos,
pero una gran mayoría han sido enterrados y olvidados. En la casa del duelista
de antaño jamás se nombraba el evento, al punto que las generaciones
posteriores nunca supieron que su pariente actuó en un lance de honor.
Existen razones para este
silencio, como el hecho de la permanente ilegalidad de los duelos por parte de
las autoridades, y la prohibición expresa y absoluta de la Iglesia Católica que
no permite, radicalmente, la participación de sus fieles en estos eventos,
llegando algunas veces a castigar incluso con la excomunión mayor, para todos
quienes participaren en los lances. Pero quizás el escollo más fuerte que he
encontrado es el recato que mantienen las familias de los duelistas para que no
se conozcan las causas por las cuales se ocasionó el reto, razones vergonzosas,
delicadas y muchas veces hilarantes y absurdas.
Me sorprendió en dos casos
el desconocimiento total de los hechos por parte de familiares de duelistas.
Nunca se enteraron sobre los incidentes que yo se los hice conocer.
Algunos duelos fueron
públicos porque los participantes se retaron ante los ojos de todo el mundo,
especialmente en sitios como el Congreso Nacional, lugar propicio que se
convirtió en la prolífica mata de los duelos. Aquí salieron a relucir las
desavenencias, la falta de entendimiento y las pasiones desbordadas, razones de
sobra para desembocar en retos.
También las discordias
ocurrían en los bares, o mediante cautelosas notas publicadas en la prensa y,
por último, en las calles y salones de las ciudades donde quedaban como
testigos todos quienes se encontraban en ellas. De aquellos lances que se
hicieron públicos damos a conocer todos los detalles pertinentes, que, por
obvias razones, se convirtieron en la comidilla de la ciudadanía; de los otros,
damos a conocer todo lo que nos ha sido factible investigar.
Los duelos de honor se
pusieron de moda en Europa en el siglo XIX, aunque desde la Edad Media se resolvían
por medio de las armas los pleitos de manera más o menos ceremoniosa. Dada la
cantidad de duelos que empezaron a suscitarse, fue necesario elaborar,
secretamente, un reglamento estricto que rigiera dichos eventos. Según parece,
el primer “código de duelo” surge en la época del Renacimiento italiano, pero
el francés fue el primer código reformado y aceptado. Posteriormente, el
irlandés tuvo una gran acogida en los Estados Unidos, explicable por la emigración
de irlandeses a ese país.
Es interesante saber que
hubo duelos de altos personajes y gobernantes que participaron de estos
eventos. Solo en América, algunas personas que llegaron a gobernar sus países
como Andrew Jackson, quien luego sería el séptimo presidente de los Estados
Unidos, en 1806 retó a duelo al escritor Charles Dickinson.
En Argentina, en el
amanecer de 1897, por asuntos políticos, se batieron a duelo dos importantes
magistrados, el senador Lisandro de la Torre de 28 años e Hipólito Yrigoyen de
45, quien después sería elegido presidente de su país.
El chileno Salvador
Allende, que sería Presidente en 1970, afrontó un reto el 6 de agosto de 1952,
cuando se desempeñaba como Senador de la República chilena. Su colega Raúl
Rettig lo retó a duelo y correspondió a Allende escoger las armas, así que
decidió batirse a tiros. Ambos sobrevivieron.
Uruguay es el país
sudamericano con la mayor cantidad de estos eventos. Hubo al menos 50 lides
entre 1914 y 1920. Congresistas, ministros, oficiales de las Fuerzas Armadas y
de la Policía, periodistas y aun presidentes, como José Batlle y Ordóñez. Es el
único país que legalizó los duelos cuando creó en 1920 la ‘Ley de duelos’ que
reglamentaba las condiciones de los lances.
Continuará…..
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