Svetlana Alliluyeva, la hija de José Stalin que huyó a los EE.UU. (Tercera parte - Final)
Para los soviéticos,
Svetlana fue su desertora más significativa.
Si Stalin hubiera estado
vivo, la ejecución hubiera sido el castigo, pero en ese momento su padre
llevaba muerto 14 años, analiza Sullivan.
Vida nueva
Svetlana llegó a Estados
Unidos el 21 de abril de 1967, y allí se convirtió en escritora.
Al poco tiempo, las
ganancias por la publicación de su primer libro " Veinte cartas " la
convirtieron en millonaria, aunque donó gran parte de su fortuna a diferentes
organizaciones, incluido un hospital en la India con el nombre de Singh.
Desapruebo muchas cosas del régimen, manifiesta Svetlana Stalin tras la deserción.
Convertirse en millonaria
tal vez fue el peor destino, analiza Sullivan, ya que en EE.UU. se le acercó
mucha gente solo por el dinero.
El gobierno soviético
necesitaba creer que Svetlana había sido secuestrada. No podía aceptar la idea
de que había actuado libremente, señala la escritora.
"No pueden creer que
un individuo, una persona, un ser humano, pueda tomar una decisión por sí solo…
Cuando ven que el enorme trabajo que hicieron durante 50 años fue en vano y la
gente aún tiene algo propio, se enfurecen mucho", dijo Svetlana en una
conferencia de prensa en EE.UU. en 1967.
La ciudad que todavía ama
a José Stalin
No todo lo que brilla es
oro.
Svetlana pasó del silencio
total de la Unión Soviética a un país donde existía la prensa libre y por lo
tanto era juzgada.
"Las mentiras
vertidas sobre mí las van a creer antes de lo que yo escriba o diga. El nombre
de mi padre es muy odiado, y yo vivo bajo su sombra", escribió Svetlana,
según destaca Sullivan en la biografía.
Estando en EE.UU.,
Svetlana criticaba al gobierno soviético, a las políticas de su padre y a las
ideas del ex líder revolucionario comunista Vladimir Lenin.
"Lenin fue la
fundación de un sistema con un partido, el terror y la supresión inhumana para
los desertores… Todos los esfuerzos para blanquear la imagen de Lenin y hacerlo
un santo son inútiles", aseguró.
Esto causó furia en el
gobierno de la URSS que en 1969 le retiró la ciudadanía soviética y la condenó
por "mala conducta y difamar a la ciudadanía", establecido como
crimen por su padre en 1938.
El amor, la salvación
Svetlana se casó en Estados Unidos con Wesley Peters. Allí cambió su nombre a Lana Peters. (Foto cortesía de John Amarantides)
Su búsqueda constante de
romanticismo y el amor no murió en la URSS.
En abril de 1970 se casó
con el prestigioso arquitecto estadounidense Wesley Peters, a solo tres semanas
de haberlo conocido. Ahí cambió su nombre a Lana Peters y juntos tuvieron a
Olga en 1971.
"Sin Olga,
probablemente Svetlana no hubiera sobrevivido", le dice Sullivan a BBC
Mundo.
Mudanza constante
Svetlana buscó para Olga
una escuela privada. No quería saber nada con la educación pública, nada que
tuviera que ver con el Estado.
Esa era la excusa para
mudarse constantemente. Aunque en realidad temía que la estuviesen siguiendo.
"A cualquier lugar
que vaya, sea a Australia o a alguna isla, siempre seré una prisionera política
del nombre de mi padre", le escribió Svetlana a una amiga en 2009, según
destaca Sullivan en el libro.
En 1978 consiguió la
ciudadanía estadounidense y ya divorciada de Peters, se mudó con Olga a
Princeton, Nueva Jersey.
La figura de Stalin sigue presente en la actual sociedad rusa.
Sin embargo, Svetlana
empezó a notar que había un sentimiento antisoviético y que a Olga no la
invitaban a las casas de las amigas. "¿Será que Olga también vivirá bajo
la sombra del nombre de su abuelo?", se preguntaba Svetlana.
En esas constantes
mudanzas y en busca de nuevas oportunidades para publicar su libro y para la
educación de Olga, Svetlana y su hija viajaron a Inglaterra en 1981.
Llamada inesperada
Ya en el Reino Unido y
después de 15 años, Svetlana recibió una llamada de su hijo José que estaba
enfermo y que quería verla.
Entonces pensó en regresar
a la Unión Soviética. No le importó crear un nuevo incidente internacional.
Por un decreto, la Corte
Suprema Soviética le devolvió su ciudadanía y el gobierno le confiscó su
pasaporte estadounidense y el de Olga.
Cuando pisó suelo soviético
en 1984, dijo: "Solo quiero decir que vine para reunirme con mis
hijos", recuerda Sullivan.
Para el gobierno, el
regreso de la hija errante de Stalin fue un golpe fuerte de propaganda. La
prensa de todo el mundo la cuestionó. Pero otra vez, nada resultó como
esperaba.
El encuentro con José fue
distante y nunca se reencontró con Katya. Se sintió perdida una vez más.
Además, Olga nunca sería
aceptada y Svetlana siempre sería o un trofeo o una paria y nunca podría ser
ella misma, analiza la autora de la biografía.
Ahí entendió que regresar
había sido un terrible error.
"Eres la hija de
Stalin. Y en verdad ya estás muerta. Tu vida está acabada. No puedes vivir tu
propia vida. No puedes vivir cualquier vida. Solo existe en referencia a un
nombre", dijo Svetlana en una entrevista que rescata Sullivan.
Volver a escapar
Svetlana tuvo a Olga, su hija, cuando tenía 45 años. (Foto cortesía de Rebecca Sadler)
En diciembre de 1984, tras
un breve paso por Georgia y una internación por un problema de salud de
Svetlana, que ya tenía 60 años, ambas lograron salir. Olga volvió a Inglaterra
y Svetlana a Estados Unidos.
Pero en ese momento los
problemas financieros empeoraron.
Por un tiempo Svetlana
recibió un dinero que no sabía de dónde venía lo cual la hizo sospechar que era
de la CIA. "Nunca fui la espía de nadie y no puedo vivir de la asistencia
de la CIA", dijo en una entrevista que apunta Sullivan.
Sin oportunidades en
EE.UU., decidió probar suerte con editoriales en Francia pero luego terminó
nuevamente en Inglaterra viviendo en varias residencias compartidas.
En 1991, intentó suicidarse,
pero no lo logró.
La última mudanza
Finalmente, Svetlana eligió a los Estados Unidos para morir. (Foto cortesía Marie Anderson)
A los 71 años decidió
volver a Wisconsin, Estados Unidos.
Temía ser deportada o que
después de su muerte su cuerpo fuera llevado a Rusia, por lo que contrató un
abogado para que su hijo no pudiera acceder a sus restos.
En el año 2011 fue
diagnosticada con cáncer terminal. Falleció el 22 de noviembre de 2011 a los 85
años y su hija Olga, que se cambió el nombre a Chrese Evans, esparció las
cenizas en el océano Pacífico.
"Viví mi vida como
pude (…) pero hubo una fatalidad. No puedes lamentarte sobre tu destino, aunque
sí lamento que mi madre no se haya casado con un carpintero", le dijo a un
diario británico en 1990.
Fuente: BBC Mundo
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