Mona Vanna, la Mona Lisa desnuda que algunos especialistas atribuyen al propio Leonardo da Vinci
Mona Vanna y Mona Lisa.
Si hay una pintura
controvertida en la historia del Arte es ésa que conocemos indistintamente con
los nombres de La Gioconda o Mona Lisa; su enigmática sonrisa, pasto de tantas
elucubraciones, bastaría para meterla en ese apartado. Pero no es ése el único
elemento que ha hecho correr ríos de tinta. El último en sumarse es la opinión
expresada unos meses atrás por varios expertos acerca de un dibujo al
carboncillo atribuido a la escuela de Leonardo da Vinci y que, dicen, podría
ser el boceto de una versión desnuda de su célebre obra maestra. Se conoce como
la Mona Vanna.
Vamos por partes. La
Gioconda es el retrato de su esposa que Francesco del Giocondo, comerciante de
telas y funcionario florentino, encargó al maestro Leonardo, de ahí uno de esos
nombres. El otro es una derivación del de ella, que se llamaba Lisa Gherardini,
más el añadido de mona, palabra que en italiano antiguo significa señora. Lo
cierto es que esto no está probado y existen otras teorías sobre la identidad
de la mujer retratada: una vecina del pintor, una dama florentina amiga o
amante de Juliano de Médici, Isabel de Aragón (nieta de Ferrante de Nápoles)…
Incluso hay quien dice que en realidad se trata de un adolescente con ropas
femeninas.
Autorretrato de Leonardo da Vinci. Imagen de dominio público en Wikimedia Commons.
Si hoy no lo tenemos claro
tampoco pareció tenerlo el artista, que retocó su obra una y otra vez a lo
largo de los años, pues nunca la entregó y, de hecho, se la llevó consigo a
Francia cuando el rey Francisco I le ofreció ser su mecenas, instalándolo en el
Castillo de Clos-Lucé; el soberano lo visitaba a través de un pasadizo que
comunicaba ese lugar con el vecino Castillo de Amboise, donde él residía.
A la muerte de Leonardo,
en 1519, y dado que no dejó herederos, el cuadro pasó a manos de Gian Giacomo
Caprotti, alias Salai, su ayudante, quien se lo vendió a Francisco. Tras ir de
un sitio a otro en los siglos siguientes, en 1797 se colocó en el Louvre, de
donde ya sólo salió en dos ocasiones: cuando Napoleón lo colgó en su dormitorio
del Palacio de las Tullerías y durante la Segunda Guerra Mundial, en que fue
trasladado al Castillo de Amboise y luego a la abadía de Loc-Dieu para
protegerlo.
Francisco I pintado por un artista anónimo del estudio de Joos van Cleve. Imagen de dominio público en Wikimedia Commons.
Pasemos ahora a la Mona
Vanna. Formaba parte de la colección renacentista del Museo Condé de Chantilly,
institución que conserva el legado artístico del príncipe Enrique de Orleans
(el hijo de Luis Felipe I), hoy propiedad del Instituto de Francia (una especie
de Patrimonio Nacional francés). Consiste en un dibujo al carboncillo que se
incorporó a la colección en 1862 y al principio se pensó que lo había hecho
Leonardo en persona, aunque dos años más tarde los especialistas corrigieron
eso y lo atribuyeron a su estudio.
Así que tradicionalmente
se ha pensado que alguno de sus discípulos usó La Gioconda como modelo para
hacer un desnudo. Sin embargo, en septiembre de 2017, después de meses de
estudios, los conservadores del museo han llegado a la conclusión de que no es
obra de aprendices sino del propio maestro, que si no lo hizo por entero al
menos sí participó en parte. Para ello se basan en la extraordinaria calidad
del rostro y las manos, lo que, según el curador Mathieu Deldicque, demostraría
que no se trata de una simple copia.
El Chateau de Chantilly, sede del Museo Condé, donde se conserva la Mona Vanna. Foto de dominio público en Wikimedia Commons.
Deldicque añade que, en su
opinión, se trata de un bosquejo preparatorio para un óleo -de hecho, Salai
hizo una versión y Joos van Cleve otra- y apunta una serie de elementos que lo
vinculan estrechamente con la Mona Lisa, a saber, la similitud de las citadas
manos y cuerpo, el tener el mismo tamaño o la presencia de pequeños agujeros
alrededor de la figura que habrían servido para trazar la silueta sobre un
lienzo. A todo ello se podría sumar la confirmación, por parte del especialista
del Louvre Bruno Mottin, de que el cuadro corresponde a comienzos del siglo
XVI; se sabe que Leonardo empezó a pintar La Gioconda en 1503 y la terminó tres
años más tarde (aunque, como decíamos antes, siguió trabajando en ella hasta
1517).
La Mona Vanna pintada por Salai. Imagen de dominio público en Wikimedia Commons.
Ahora bien, Mottin pone
una llamativa pega a la teoría de Deldicque: Leonardo era zurdo y se aprecia
que el sombreado de la parte superior de la Mona Vanna, alrededor de la cabeza,
fue hecho por un diestro. Por supuesto, eso no quiere decir que el famoso artista
no tomara parte en su realización; pudo dibujar la figura y dejar el sombreado
a un aprendiz ¿Hay solución para este nuevo misterio en torno a La Gioconda?
Quizá la haya dentro de dos años.
¿Por qué? Porque en 2019
se celebrará el quinto centenario de la muerte de Leonardo da Vinci y todo
apunta que se aprovechará la efeméride para anunciar la conclusión de esos
estudios, sea en el sentido que sea. Entretanto, podemos ir saciando nuestra
curiosidad con los análisis y las reproducciones por escáner que se han estado
llevando a cabo últimamente, de alguna de las cuales dejamos testimonio gráfico
aquí.
Fuentes: BBC / The lady
speaks. Uncovering the secrets of the Mona Lisa (W. N. Varvel)/Mona Lisa.
Leonardo’s earlier version (The Mona Lisa Foundation)/The nude Gioconda. In
search of Da Vinci’s lost masterpiece (Malcolm D. Mahr)/Leonardo da Vinci
(Eugène Müntz). Jorge Álvarez, LBV: https://www.labrujulaverde.com/2018/02/mona-vanna-la-mona-lisa-desnuda-que-algunos-especialistas-atribuyen-al-propio-leonardo-da-vinci
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