Remendadoras de virgos: Devolver la virginidad a las doncellas (Primera parte)



En esta entrada vamos a intentar desentrañar los secretos de uno de los oficios más desconocidos y raros del mundo, un oficio que se mueve entre la leyenda y la realidad, estamos hablando de la "remendadora de virgos", mujeres encargadas de "devolver" la virginidad a sus clientas.

Su figura se envuelve en un halo de misterio, no sólo por la propia naturaleza de su trabajo, mujeres que vivían al borde de la legalidad, que sobrevivían haciendo toda clase de trabajos como alcahuetas, curanderas, brujas o incluso prostitutas. Sino, sobre todo, porque las plumas de nuestros más ilustres literatos han contribuido a magnificar su leyenda, apareciendo estas "zurcidoras de virginidades" en obras de Fernando de Rojas, Cervantes, Quevedo o Lope de Vega, convirtiéndose en una figura recurrente dentro de la novela picaresca española, por lo que no sabemos si fue un trabajo realmente tan extendido como nos hacen suponer en sus obras o fue un personaje literario fruto del imaginario colectivo de aquellos tiempos.

En la Celestina de Fernando Rojas se cuenta la historia de la más famosa alcahueta, maestra de “facer virgos”, que rehízo, según propia expresión miles de ellos, y que llegó a vender, como virgen hasta en tres ocasiones a una sirvienta suya, para satisfacer los caprichos de un embajador francés.

También nos ha llegado a través de escritos, la historia de una famosa prostituta, que llegó a engañar a incautos clientes, vendiendo hasta en nueve ocasiones su supuesta virginidad. Por lo que comprobamos como expresiones como remenda virgos, zurcidora de virginidades o reedificar doncellas, fueron habituales en la literatura picaresca española.


 La importancia de la virginidad

La virginidad de las mujeres ha representado históricamente uno de los bienes más preciados que podía tener una familia, no sólo por una cuestión de honor y honra familiar, sino también en su versión más materialista, ya que durante muchos siglos el matrimonio ha sido una mera cuestión económica entre familias, donde los sentimientos de los esponsales poco o nada importaban.

Por lo que la virginidad de la casadera era fundamental para negociar un buen acuerdo económico o para ampliar los bienes o el patrimonio de su familia. Por todo ello, la presencia de un himen intacto se creía (muy erróneamente) que era signo definitivo de virginidad (incluso hoy en día ese mito sexual sigue estando bastante extendido, asociando virginidad a la presencia de un himen intacto).

Todo ello fue conformando una mitología en torno a la virginidad de la mujer y la pureza de espíritu de la mujer virgen.


Por lo que no nos puede extrañar que numerosas leyendas nos hablen del carácter sagrado de la virginidad frente a la magia negra o los seres mágicos (una leyenda muy extendida era que sólo una virgen era capaz de acercarse a un unicornio).

Tan extendida estaba la creencia del "estado de gracia" de la mujer virgen que numerosos tratados médicos aseguraban que la orina de virgen era capaz de curar ciertas enfermedades o incluso que los mordidos por una serpiente venenosa debían yacer rápidamente con una mujer virgen para expulsar su veneno.

Con todo ello, no nos puede extrañar que hayan existido testimonios notariales de pérdida accidental del virgo o actas notariales donde se certificaba la virginidad de tal o cual doncella. Y nos podemos imaginar la importancia que ha tenido el concepto de virginidad en nuestra cultura, ya que este tipo de testimonios se extienden desde la Edad Media hasta prácticamente el siglo XX.

Como ejemplo citamos este testimonio notarial de 1495:

"Pidió  testimonio  Juan  Gómez  dorador  y  María Rodríguez su mujer como estando María su hija de seis años poco más o menos jugando con otra su hija de 4 años  y  vimos  saltando  sobre  un  tinajón  y  subiendo  y descendiendo en el tinajón se le abrieron las piernas y le corrió sangre y le corrompió parte de su virginidad y la llevaron luego a la partera de Montilla y para guarda de su derecho pidieron a (varios testigos) que viven en la dicha casa y lo vieran".

Esta obsesión por la virginidad hizo que se extendiesen toda clase de teorías absurdas sobre las características que tenía que presentar una mujer virgen, tanto en su aspecto externo, como durante su primera relación sexual.

Así, ciertas características físicas, como la aparición de pequeñas venas en el ojo o hoyuelos en la nariz eran identificados como muestras seguras de virginidad. Otros signos claros, más relacionados con la pubertad que con la virginidad, eran tener un vello púbico largo y liso, o tener los pechos pequeños y firmes o que el capuchón recubriese todo el clítoris.

Y ¡cómo no! no podía faltar la (falsa) prueba más certera e inequívoca de todos los tiempos para certificar la supuesta virginidad de una doncella, que hubiese sangrado durante el desfloramiento. Por lo que fue una prueba habitual entre la nobleza y la realeza que se exhibiera públicamente el pañuelo manchado de sangre de la noche de bodas.

Las mujeres de los mil y un oficios: Celestinas, brujas, alcahuetas, curanderas, prostitutas...

Describir a estas mujeres nos daría para un post aparte, por lo que dejaremos que sea Sempronio, uno de los personajes de 'La Celestina' quien nos dé una idea de cómo la sociedad veía a estas mujeres:

“¡Yo te lo diré! Días ha grandes que conozco en fin desta vecindad una vieja  barbuda  que  se  dice  Celestina,  hechicera,  astuta,  sagaz en cuantas maldades hay. Entiendo que pasan de cinco mil virgos los que se han hecho y deshecho por su autoridad en esta ciudad. A las duras peñas promoverá y provocará a lujuria, si quisiese."


Unas páginas más adelante es Pármeno quien le presenta a Calisto a la famosa Celestina, quién nos explica cómo se ganaban la vida este tipo de mujeres:

"Ella tenía seis oficios, conviene a saber: labrandera, perfumera, maestra de hacer afeites y de hacer virgos, alcahueta y un poquito hechicera. Era el primero oficio cobertura de los otros, so color del cual muchas mozas destas sirvientes entraban en su casa a labrarse y a labrar camisas y  gorgueras  y  otras  muchas  cosas..."

Y aunque la literatura siempre nos ha transmitido una imagen negativa de estas curanderas, sin lugar a dudas:

Tuvieron una gran importancia social, especialmente en ambientes plebeyos y pobres, donde las múltiples habilidades y conocimientos de estas mujeres fueron de gran utilidad para la mayor parte de la población, especialmente para las mujeres.


Continuará...

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