El fantasma de Pinochet: ¿Por qué Chile no supera su dictadura?
Cuadro del ex dictador Augusto Pinochet, durante su velatorio en el Colegio Militar, el 11 de diciembre del 2006. Ivan Alvarado (CHILE) Reuters.
La Carretera Austral, la
ruta que conecta casi toda la Patagonia chilena, luce semidesierta. Un auto se
detiene cerca de un monumento al costado del camino, el conductor sale del
vehículo, se para junto a la estructura y posa para la foto. Hace un saludo militar.
Detrás suyo, puede leerse un nombre con grandes letras metálicas, que dicen:
"General Augusto Pinochet U". Contento por obtener la imagen deseada,
continúa su viaje.
El golpe a la memoria
colectiva, o mejor dicho, el homenaje a uno de los ex dictadores más
sanguinarios de América Latina, está emplazado a la altura de La Junta, una
pequeña localidad repleta de cabañas y árboles frondosos en la región de Aysén,
al sur del país. Algunos lugareños dicen que el nombre se debe a que desde allí
la junta militar habría coordinado varios operativos en la zona durante los
años del terror, pero la explicación oficial es que en ese punto geográfico se
juntan los ríos Palena y Rosselot, y por eso eligieron la nomenclatura del
pueblo.
Frente al monumento hay un
bar, y la señora que lo atiende afirma que no le molesta despertar todas las
mañanas y ver el nombre del genocida que le usurpó el poder a Salvador Allende:
"No es por política, antes no podíamos trasladarnos ni siquiera a un
hospital si había una emergencia". Según explica, la obra se hizo para
agradecer la la puesta de ripio en la carretera ─hoy con varios tramos de asfalto─, inaugurada
durante el Gobierno de facto, cuya Administración se inició tras el bombardeo
al Palacio de la Moneda en aquel fatídico 11 de septiembre de 1973, y que duró
16 largos años.
Monumento en hmenaje al ex dictador Augusto Pinochet en la Carretera Austral, al sur de Chile, en enero del 2019. RT Leandro Lutzky.
La escena de la ruta pudo
repetirse en más de un lugar, como en la Plazoleta Capitán General Presidente
de la República Augusto Pinochet Ugarte, en Linares, región del Maule, o el
monolito del militar, en Caleta La Arena, región de Los Lagos. Asimismo, en
mayo del 2018 el Museo Histórico Nacional presentó una muestra llamada 'Hijos
de la Libertad', donde se exhibía una imagen del fascista junto a la siguiente
leyenda: "La gesta del 11 de septiembre incorporó a Chile en la heroica
lucha contra la dictadura marxista de los pueblos amantes de su libertad".
Y los ejemplos pueden continuar.
Mejor no hablar de ciertas
cosas
A esta altura, decir que
Chile no superó su dictadura resulta una obviedad. De hecho, no hay un consenso
sobre qué pasó en el país luego de que Allende, rodeado por las fuerzas armadas
en la casa de Gobierno, se suicidara, extinguiendo el sueño del primer modelo
socialista y democrático del mundo. Mencionar el tema genera incomodidad,
tensión y ceños fruncidos, entre personas de izquierda y derecha.
"Prefiero no opinar, no viví esa época", comenta un electricista del
sur. "La dictadura estuvo mal, pero Allende también hizo mucho daño",
reflexiona un ingeniero de buena situación económica, cerca de Santiago, la
capital. La teoría de los dos demonios, esa que dice que en los 70 se vivió una
guerra y no un genocidio, caló hondo en parte de la sociedad chilena.
Más allá de opiniones
puntuales, una encuesta de la consultora Cadem afirmó en septiembre del año
pasado que el 95% de la población piensa que la dictadura sigue dividiendo al
país, mientras que un 42% afirmó que "divide mucho". A su vez, el 66%
de los consultados siente que no se hizo justicia en materia de derechos
humanos, y el 85% cree que aún existen pactos de silencio entre antiguos
militares involucrados en crímenes de lesa humanidad. Por otro lado, 27 de cada
100 chilenos piensan que otro golpe de Estado podría repetirse, 70 de ellos no
lo ven posible y tres no lo saben. Ese mismo año, la Asociación Internacional
para la Evaluación del Logro Educativo alertó que el 57% de los estudiantes del
octavo año de la escuela básica aprobaría una dictadura si eso garantizara
"orden y seguridad" en esa nación del Cono Sur.
En tanto, las consultoras
MORI y CERC expusieron en 2015 que el 15% de los entrevistados creía que
Pinochet sería recordado "como uno de los mejores gobernadores que ha
tenido Chile", aunque aquella percepción está disminuyendo: en 1996 era el
26%. Para los expertos, el mayor índice de aprobación pinochetista se da entre
las personas más adultas y mejor educadas, principalmente mayores de 61 años
con estudios superiores. Asimismo, en el informe se lee que el 21% opinó que
los militares tenían suficientes motivos para perpetrar un golpe de Estado en
1973.
La encuesta más curiosa la
realizó el diario Emol, que les planteó en octubre a sus lectores virtuales
revivir el histórico plebiscito de 1988, cuando se votaba a favor o en contra
de la continuidad de Pinochet. En la dictadura ganó el "NO" con el
54,7% y el régimen no conseguía la legitimidad que tanto anhelaba. En 2018
participaron 11.726 personas, y la mitad votó por el "SÍ".
"Los ideólogos de la
dictadura se aseguraron de armar reglas que la aseguraran, un Ejército que
vigilara, una clase política mojigata comprada que no la tocara y una clase
empresarial que hoy domina los directorios del país". Jorge Baradit, autor
del libro 'La dictadura', parte de la trilogía 'Historia secreta de Chile'.
Intentamos hablar con un
hombre que fue detenido y torturado mientras los 'Chicago Boys' de Chile
modificaban la economía nacional, quien se animó a contarle a su hijo
cuestiones sobre su pasado recién hace dos años. Lo aguardamos un mes, pero
finalmente desde el entorno familiar no hubo respuesta. Otra mujer, que perdió
a parientes cercanos en manos de fusiles conservadores accedió a un reportaje,
pero luego se arrepintió: "Pinochet ya nos hizo mucho daño",
justificó, como si la dictadura aún estuviese viva. ¿Quién podría culparlos? Al
fin y al cabo, aunque con algunas reformas de por medio, Chile mantiene vigente
la Constitución aprobada en 1980 por el propio régimen.
Herida abierta
La democracia chilena
empezó mal. Durante el período de transición, entre 1988 y 1990, lentamente se
daba por finalizado el Gobierno fascista, garantizando un manto de impunidad
para muchos uniformados. De hecho, mientras las víctimas intentaban superar los
traumas del horror y se buscaban, hasta hoy, a los seres queridos desaparecidos
por la extrema derecha, Pinochet continuó al mando del Ejército hasta 1998.
Hacer enojar al militar podía tumbar la democracia otra vez, y gobernar ante la
supervisión del golpista no era tarea fácil. Desde las sombras, el ex dictador
seguía con mucho poder y todavía movía los hilos de un frágil sistema político.
Augusto Pinochet saluda a sus tropas antes de retirarse de la dirección del Ejército, en 1998. Reuters.
El colmo para los
defensores de los derechos humanos fue cuando se lo nombró senador vitalicio,
siendo el primero en la historia local en tener aquella investidura. El cargo
fue ocupado durante cuatro años a partir de 1998, aunque lo ejerció
efectivamente solo por algunos meses; en octubre fue detenido en Londres tras
la petición del juez español Baltasar Garzón. No obstante, en el 2000 logró
volver a su país porque las autoridades inglesas consideraron que su estado de
salud no era óptimo para ser juzgado.
"Les conviene mostrar
una imagen de un Chile dividido con respecto a la dictadura, para justificar
una reconciliación, que sería un grave error". Lorena Pizarro Sierra,
presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile.
Así, el entonces senador
fue recibido con honores por las Fuerzas Armadas de Chile, y en julio del 2002
la Justicia local lo sobreseyó de la causa conocida como "Caravana de la
Muerte". Acto seguido, Pinochet renunció a su cargo parlamentario,
mientras su condición física se complicaba, y en 2004 también fue sobreseído
por la Corte Suprema chilena por casos de violaciones a los derechos humanos.
Mientras tanto, otras causas se iniciaban en su contra, pero murió en 2006 tras
sufrir un paro cardíaco a los 91 años, sin ser condenado. Cientos de chilenos
lloraron su muerte, y otros miles festejaron en las calles.
Luchar contra la corriente
La Agrupación de
Familiares de Detenidos Desaparecidos fue una de las partes querellantes contra
el genocida ante la Justicia española, y su presidenta, Lorena Pizarro Sierra,
destaca que el contexto político y judicial es clave para entender por qué la
dictadura sigue causando tantos resquemores en la sociedad. El asunto la
atraviesa de lleno: su papá, Waldo Pizarro Molina, fue desaparecido de manera
forzada en 1976, y desde entonces nada se supo sobre el paradero de aquel
militante comunista.
Miembros del Parlamento chileno tienen fotos de detenidos desaparecidos por la dictadura, en 1998. Rickey Rogers, Reuters.
Por su parte, la
entrevistada es docente, y entiende que los cambios que introdujo Pinochet en
la enseñanza explican parte del problema: "La reforma terminó con la
educación cívica y todas las ramas humanísticas que ayudan al desarrollo del
pensamiento. El sistema educativo apuntó a la perpetuación de la explotación de
los hijos de los obreros". Al respecto, profundiza: "Cuando estaba
por terminar la dictadura, trabajaba en una escuela rural y se firmó un decreto
para preparar a los hijos de los campesinos, para que sigan siendo campesinos.
En esos casos no eran tan importantes las matemáticas, predominaban los
talleres de cultivo".
Asimismo, Lorena compara
la situación chilena con el proceso argentino de memoria, verdad y justicia,
donde se juzgaron a antiguos militares e incluso se condenó al ex dictador del
país vecino, Jorge Rafael Videla, quien murió en una cárcel común: "Cuando
asumió Néstor Kirchner la Presidencia, te guste o no, se tomó una visión
distinta desde el Estado con respecto a los crímenes de lesa humanidad,
derogando leyes de impunidad. En Chile no ocurrió eso, todo lo contrario".
Y sigue: "Acá se empezó a hablar de 'responsabilidades colectivas',
justificando el golpe".
"Las transformaciones
económicas introducidas por la dictadura siguen plenamente vigentes". Gonzalo
Durán, economista e investigador de la Fundación Sol.
Sin embargo, la militante
advierte que a varios sectores "les conviene mostrar una imagen de un
Chile dividido con respecto a la dictadura, para argumentar una
reconciliación", y aclara que ello "sería un grave error". A su
vez, opina que muchos medios ocultan las manifestaciones en repudio de la
dictadura, pero confía en que las nuevas generaciones romperán con el período
de transición, que en verdad continúa hasta hoy.
El motivo liberal
Las condiciones materiales
de una sociedad, es decir, su modelo económico, también inciden en la
percepción de la realidad que tienen las masas. En efecto, el investigador de
la Fundación Sol, Gonzalo Durán, considera que las "transformaciones
introducidas por la dictadura siguen plenamente vigentes". Más en detalle,
el economista explica que "en la esfera del trabajo se introdujeron las
bases de un sindicalismo fragmentado, híper atomizado y despolitizado, afín a
los objetivos del libre mercado, que lo aleja de una tradición de lucha de
clases". Y sobre la discusión salarial, añade: "Se prohibió
'legalmente' la negociación colectiva más allá de la empresa".
Otro de los aspectos clave
para el experto, es que durante el pinochetismo "se privatizó el sistema
público de pensiones" y se creó "una serie de dispositivos para
eludir el pago de impuestos", todavía presentes en la actualidad. Según
Durán, las empresas aún gozan de grandes beneficios contributivos:
"Implícitamente, está la idea de que los impuestos son un robo por parte
del Estado hacia los que más tienen, y también persiste la lógica del Estado
mínimo".
Se siente en la calle
"Ah, sos periodista.
Tengo el título de tu próxima nota: 'Pinochet, lo mejor de la historia de
Chile. Bachelet, lo peor'", aconseja un chofer del autobús 426, en la
capital del país, sin que nadie mencionara el tema previamente. Michelle, la ex
presidenta, fue detenida y golpeada durante la dictadura, y su padre, el
general Alberto Bachelet, fue encerrado y torturado por no sumarse al golpe,
muriendo en la Cárcel Pública de Santiago, donde fue brutalmente interrogado.
No obstante, durante su Presidencia la grieta social no cambió demasiado: la
entonces ministra de Defensa, Vivianne Blantlot, acudió al funeral de Pinochet
y debió retirarse por los abucheos.
Simpatizantes del ex dictador Augusto Pinochet, le agradecen por haber realizado el golpe de Estado en 1973, en el 26° aniversario del 11 de septiembre. Reuters.
El tabú que se generó en
torno a ese período histórico, y el ciclo que no termina de cerrar, generan que
todavía queden muchas cosas por decir. En efecto, el libro más vendido del 2018
se titula 'La dictadura', y lleva en su portada el rostro caricaturesco de
Pinochet. De hecho, ir por las calles de Chile con un ejemplar entre manos
genera todo tipo de reacciones, a favor y en contra del dictador. Su autor, el
escritor Jorge Baradit, reflexiona para este medio: "Los ideólogos de la
dictadura se aseguraron de armar una Constitución que la asegurara, un Ejército
que vigilara, una clase política mojigata comprada que no la tocara y una clase
empresarial, construida por Pinochet y que hoy domina los directorios del país,
que fuera su último reducto ideológico".
Para terminar, el
realizador de la trilogía 'Historia secreta de Chile', opina: "Mi país
está atado de pies y manos estructuralmente, y no puede superar la dictadura
porque simplemente sigue aquí, impidiendo que el pueblo busque y encuentre su
destino".
Fuente: Leandro Lutzky, Actualidad RT:
Revisión y Diseño: elcofresito
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