La alucinante historia del Reino de Haití, el Wakanda americano que sí existió
La película Black Panther, el éxito de taquilla de
Marvel que recientemente se convirtió en el primer drama de superhéroes
nominado a la Mejor Película en los premios Oscar, tiene lugar en el secreto
Reino Africano de Wakanda. La Pantera Negra, también conocida como T'Challa, es
quien gobierna en este imperio imaginario: un refugio a salvo de los
colonialistas y capitalistas que históricamente han empobrecido el verdadero continente
africano.
Pero algunos fans de este éxito de taquilla tal vez no
se den cuenta de que no hace falta mirar al mundo ficticio de Black Panther
para encontrar un reino moderno de africanos que aspiraba a ser un refugio
seguro contra el racismo y la desigualdad. La monarquía ficticia tiene su
equivalente en el mundo real en el histórico Reino de Haití, una entidad que
existió como una especie de Wakanda del hemisferio occidental desde 1811 hasta
1820.
La Revolución Haitiana terminó con la creación del
primer estado negro libre en las Américas, pero lo que el mundo no se esperaba
era que un ex esclavo llamado Henri Christophe se autoproclamara monarca. Los
relatos de los medios de comunicación de la época, algunos de los cuales he
recogido en un archivo digital, sirven de ventana a un breve período de tiempo
en el que el reino se erigió como un faro de libertad para la raza negra en un
mundo de esclavitud. Sin embargo, al igual que Wakanda, el Reino de Haití no
era una utopía para todos.
Un nuevo tipo de monarquía
El 1 de enero de 1804, un ejército dirigido por
antiguos esclavos africanos en la colonia francesa de Saint-Domingue evitó el
intento de Francia de recuperar la esclavitud, declarándose independientes y
libres para siempre. El líder de los revolucionarios, el general Jean-Jacques
Dessalines, había derrotado al famoso ejército de Napoleón y se había
convertido en emperador de la recién renombrada Haití.
Pero en octubre de 1806, Dessalines fue asesinado por
rivales políticos, lo que llevó al país a dividirse en dos estados separados:
el general Henri Christophe se nombró presidente de la parte norte de Haití,
mientras que el general Alexandre Pétion gobernaba una república completamente
separada en la parte sur y suroeste del país. En marzo de 1811, el presidente
Henri Christophe sorprendió a todos cuando se nombró a sí mismo como rey
Enrique I y cambió el nombre de la república del norte por Reino de Haití.
El palacio de Sans Souci, retratado en un dibujo de 1822.
Enrique I no tardó en tener toda una corte de nobles
que incluía duques, barones, condes y caballeros para rivalizar con la realeza
inglesa.
El primer y único reino de Haití atrajo inmediatamente
la atención de los medios de comunicación de todo el mundo. ¿Cómo podía haber
una república en un lado de la isla y una monarquía en el otro? ¿Estaba el
nuevo rey negro tratando de imitar a los mismos soberanos blancos que una vez
habían esclavizado a su pueblo? Se preguntaban otros. Los decretos que
establecían la orden real de Haití fueron inmediatamente traducidos al inglés e
impresos en Filadelfia, mientras que muchos periódicos y revistas
estadounidenses y británicos publicaron reportajes sobre el rey haitiano.
Un periódico lo describía como "el modelo
elegante de un Hércules". Mientras que otro lo describía como "un
hombre notablemente guapo y bien formado; con un pecho y hombros anchos, así
como una apariencia de gran fuerza y actividad muscular".
El "primer monarca" del
"Nuevo Mundo"
En 1813 se terminó la construcción del opulento
Palacio Sans-Souci, que significa literalmente "sin preocupaciones".
El palacio fue parcialmente destruido por un terremoto en 1842 y en la
actualidad sus restos han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO.
Durante sus mejores días, el palacio era toda una
maravilla. Había jardines cuidados de forma elegante y una catedral única con
cúpula. La estructura estaba flanqueada por una dramática escalera doble que
conducía a la entrada y dos arcos detallados con grabados e inscripciones. En
uno de los arcos se reconocía a Enrique, y no a Jean-Jacques, como el
"fundador" del país.
Dessalines.
También había dos coronas pintadas en la fachada
principal del palacio, cada una de las cuales medía casi cinco metros de
altura. En la de la derecha se podía leer: "Al primer monarca coronado en
el Nuevo Mundo", mientras que en la de la izquierda estaba escrito:
"Nuestra adorada reina que reina para siempre sobre nuestros
corazones". El rey Enrique vivía en el palacio con su esposa, la reina
María Luisa de Haití, y sus tres hijos, el príncipe Víctor Enrique y las
princesas Atenea y Amatista Christophe.
Periódicos de todo el mundo reimprimían artículos del
periódico oficial de la monarquía, la Gazette Royale d'Hayti, en los que se
detallaban las suntuosas cenas de la familia real, repletas de discursos
pomposos y prolongados brindis por famosas figuras contemporáneas como el rey
Jorge III de Inglaterra, el presidente de los Estados Unidos James Madison, el
rey de Prusia y el "amigo de la humanidad", el "inmortal"
abolicionista británico Thomas Clarkson.
La Gazette también relataba la decadencia de la
celebración oficial del cumpleaños de la reina María Luisa en agosto de 1816,
que duró 12 días y contó con la asistencia de 1.500 personas. El último día de
la fiesta, se dispararon 12 cañones después de que el duque de Anse brindara
por la reina como "modelo perfecto de madre y esposa".
Una isla libre en un mar de
esclavitud
Pero había mucho más en el reinado del Rey Enrique que
simplemente fiestas lujosas.
El 28 de marzo de 1811, el rey Enrique implantó una
monarquía constitucional, una medida elogiada por muchos en la élite británica.
El famoso naturalista británico Joseph Banks defendió el libro de leyes escrito
por Enrique en 1812, conocido como "Código de Enrique", denominándolo
"la asociación de hombres más moral que existe". "Nada de lo que
han escrito los hombres blancos se le puede igualar", agregó.
Banks admiraba la detallada reorganización de la
economía del código, pasando de un código basado en la esclavitud a otro (al
menos en teoría) basado en el trabajo libre. Esta transformación era totalmente
lógica para un hombre que había pasado de ser esclavo a autoproclamarse rey y
cuyo lema era: "Renazco de mis cenizas". El código establecía una
compensación compartida entre propietarios y trabajadores a "una cuarta
parte del producto bruto, libre de todo impuesto" y también contenía
disposiciones para la redistribución de cualquier tierra que antes hubiera
pertenecido a los dueños de esclavos.
Enrique I.
"Su Majestad, en su solicitud paternal," se
lee en un edicto, "quiere que cada haitiano, indiscriminadamente, tanto
pobres como ricos, tenga la capacidad de convertirse en dueño de las tierras de
nuestros antiguos opresores".
La "solicitud paternal" declarada por
Enrique se extendía incluso a los africanos esclavizados. Mientras que la
Constitución de 1807 declaraba que Haití no "perturbaría los
regímenes" de las potencias coloniales, los guardias reales haitianos
intervinieron regularmente en la trata de esclavos para liberar a los cautivos
en barcos extranjeros que entraban en aguas haitianas. Un número de octubre de
1817 de la Gazette celebraba la captura de un barco de esclavos por parte de
los militares haitianos y la subsiguiente liberación de 145 de "nuestros
desafortunados hermanos, víctimas de la codicia y el odioso tráfico de carne
humana".
¿Demasiado bueno para ser verdad?
Sin embargo, la vida en el Reino de Haití no era para
nada perfecta.
Los rivales políticos de Enrique contaban como muchas
veces la gente desertaba a la sureña República de Haití, donde contaban
historias sobre el favoritismo del monarca y el abuso de poder de la
aristocracia. Y lo que es peor, la famosa fortaleza de Enrique, la Citadelle
Laferrière, fue, según algunos relatos, construida gracias a trabajos forzados.
Por esta razón, los haitianos han debatido durante mucho tiempo si la imponente
estructura, que fue restaurada en 1990, debería simbolizar la libertad de Haití
después de la independencia.
Los sueños de Enrique de tener un reino negro libre no
durarían mucho. El 15 de agosto de 1820, el rey sufrió un derrame cerebral debilitante
que le provocó una discapacidad física. Temiendo una administración fracturada
por la deserción de algunos de sus miembros más prominentes, el primer y único
rey de Haití se suicidó en la noche del 8 de octubre de 1820.
Las ruinas actuales del palacio. (Commons)
A pesar de algunas cuestiones sobre las condiciones de
vida en el Reino de Haití, todavía se puede reconocer a su gobernante como un
visionario. Incluso uno de sus más ardientes rivales del sur de la isla,
Charles Hérard Dumesle, que a menudo se refería a Christophe como un
"déspota", alabó sin embargo el notable "nuevo orden
social" establecido en el código de Enrique. Dumesle parece que lamentó en
su día que las "leyes civiles del rey fueran la fórmula para un código
social que sólo existía sobre el papel".
Para todos aquellos que todavía sueñan con la liberación
de la raza negra, los líderes más fuertes, incluso con sus defectos, como el
rey de Haití o Black Panther, siempre han sido un eje central de estas
visiones. El rey Enrique fue incluso representado como una especie de
superhéroe en su época. Como decía un artículo de 1816 sobre Enrique:
“La historia nos demuestra que ningún pueblo ha hecho
nunca nada grande por sí solo; sólo en colaboración con los grandes hombres que
sobresalen de la masa y que se elevan a la gloria de haber logrado obras
extraordinarias”.
Autora: Marlene Daut,
University of Virginia.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The
Conversation.
Traducido por Silvestre Urbón.
Fuente: Magnet
Revisión y Diseño: elcofresito.
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