La expansión Vikinga
“El número de
naves aumenta; la muchedumbre innumerable de los normandos sigue creciendo; los
cristianos son en todas partes víctimas de sus ataques, pillajes, devastaciones
e incendios;(…) casi se cumple así la
amenaza que profirió el Señor por boca del profeta: Desde el norte se
desencadenará el mal sobre todos los habitantes de la Tierra” nos cuenta el
aterrorizado monje Ermentaire en su obra Milagros de San Filiberto.
El denominador común de las incursiones vikingas es su
rapidez, lo que se va a traducir en la incapacidad absoluta para poder rechazar
sus ataques, habían adaptado la quilla y el mástil central con vela cuadrada a
los barcos, que además se impulsaban por remos, veinte pares por término medio.
El resultado fue un navío insuperable hasta el siglo XIII.
Para explicar la expansión vikinga se ha hablado de
causas climáticas, de superpoblación, de un aumento del número de descontentos
y de aventureros que buscaban prestigio y riqueza. Otra posible razón sería la
posibilidad de que la expansión de los ejércitos francos en Sajonia provocara
una respuesta defensiva. De ser así, los carolingios habrían provocado,
irónicamente, su propio fin.
También hay que valorar la falta de capacidad de
respuesta de los países cristianos. En cuanto se difundieron lo sencillas que
eran las rutas, y lo débiles que eran las víctimas, los ataques se empezaron a
incrementar cada vez más.
La expansión vikinga es el fenómeno más impresionante
de lo que se han llamado Las segundas invasiones o en palabras del historiador
Musset, El segundo asalto contra la Europa cristiana: a los ataques normandos
se le unieron, aunque no había ninguna coordinación entre ellos, incursiones de
sarracenos y de los llamados magiares o húngaros.
Una Europa que todavía no se había recuperado de los
efectos de las primeras invasiones y de la caída de Roma cuando se vio atacada
desde todos los frentes.
La primera Edad Vikinga
Fue inaugurada en el año 793, con el asalto al
monasterio inglés de Lindisfarne. A largo plazo, los vikingos llegarán a
integrarse en la civilización cristiana, lo que era imposible con los
sarracenos, pero en la época fueron los más temidos (Del furor de los
normandos, líbranos, Señor rezaban los cristianos).
Los noruegos se dirigieron sobre todo hacia el Atlántico
norte. Llegan a las islas Shetland, a las Orcadas, al norte de Escocia y las
Hébridas y luego a Irlanda. Desde Irlanda llegan a tierras hispanas y en el año
844 atacan Asturias, donde la Crónica de Alfonso III insiste en su crueldad.
Desde allí se dirigen hacia Al-Andalus y en octubre se presentan ante Sevilla.
Unos años después, cruzan el estrecho de Gibraltar y
atacan la desembocadura del Ródano e Italia, causando un gran terror e incluso
llegarán a las islas Feroe e Islandia.
Lindisfame
Pero los protagonistas de los ataques a la Europa
cristiana fueron, sobre todo, los daneses, que empiezan a lanzar incursiones
remontando el curso de los ríos y saqueando con casi absoluta impunidad, pues
no había ninguna política de defensa: después del ataque de Ragnar Lodbrok a
París en el 845, el rey Carlos el Calvo mandó destruir todas las
fortificaciones alzadas sin su permiso.
Las entidades territoriales de la época eran
completamente incapaces por su tamaño de dar una respuesta adecuada a unos
ataques localizados y rápidos, así que la defensa no empezó a ser efectiva
hasta que se encargaron de ella los poderes locales, lo que acentuó la
feudalización de la sociedad.
Tomaron buena parte de Inglaterra e incluso Londres en
varias ocasiones entre los años 865 y 876. Poco a poco, la actitud de los
vikingos va cambiando y van cambiando los pillajes por el cobro de tributos a
cambio de treguas, los llamados danegelds y conquistan un territorio enorme, el
Danelag, con capital en York y colonizado por oleadas de daneses. Todavía hoy en
día el antiguo reino de York conserva usos dialectales propios.
En Francia también van a tener un éxito notable. Tras
los grandes saqueos de los años 878 al 892, el jefe normando Rollón obtiene del
rey de Francia toda una región, Normandía, en el año 911.
Pero estos éxitos tuvieron un costo: El rey inglés de
Wessex, Alfredo el Grande venció en el año 878 a los daneses de York y su jefe
Guthrum tuvo que aceptar el bautismo. Obtuvieron Normandía, pero a cambio de su
conversión al cristianismo y un juramento de fidelidad al rey de los francos.
El precio de su triunfo fue la integración completa a la Cristiandad y al
sistema feudal.
La segunda Edad Vikinga
En torno al año 930, su expansión aparentemente, cesa.
Durante 50 años, los vikingos parecen dormidos hasta que a partir del 980
empieza otra etapa expansiva, la “Segunda Edad Vikinga”. Los descendientes de los vikingos suecos, más
dedicados al comercio que al saqueo, los llamados varegos, consolidaron su
presencia en Rusia, pero fueron eslavizados.
Es en esta Segunda Edad Vikinga cuando se produce la
colonización de Groenlandia, por parte de los noruegos y la llegada a América
algo después del año 1000.
Los descendientes de aquellos vikingos que
consiguieron Normandía, pero ahora plenamente cristianos y franceses, a las
órdenes del duque Guillermo, llegarán incluso a conquistar Inglaterra en el año
1066.
Su expansión continuaría con el nuevo milenio, con la
toma de Sicilia a los musulmanes en el siglo XI e incluso con la actuación de
la nobleza de origen normando en la Primera Cruzada, pero ahora como brazo
armado del orden religioso y feudal que antes amenazaban.
La incorporación de tantos pueblos antes paganos al cristianismo y el fin del peligro de las Segundas Invasiones junto con la llegada del orden feudal, es la señal de la recuperación de Europa. Aparece un optimismo encarnado en la frase del monje Raúl Glaber en la que cuenta como la Cristiandad “se llenó del blanco manto de las iglesias”. Ha pasado el peligro, sorteado el año mil: entramos en la Plena Edad Media.
Fuente: Francisco Murriana, Revista de Historia
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