¿QUIÉN FUE GEORGE WASHINGTON, PRIMER PRESIDENTE DE EE.UU.?
Washington fue el máximo responsable de las campañas militares de la guerra de Independencia de 1775 a 1783.
El 14 de diciembre de 1799 murió George Washington,
político y militar estadounidense, que llevó a la liberación de las Trece
Colonias norteamericanas del dominio inglés.
Uno de los sucesos más importantes en la América pos
colombina fue la independencia de las colonias inglesas del norte, actual
territorio ocupado por Estados Unidos, y si hablamos de este suceso,
irremediablemente debemos aludir a la figura de su padre fundador y primer
presidente del país, George Washington.
Washington fue el máximo responsable de las campañas
militares de la guerra de Independencia de 1775 a 1783 y principal artífice de
la construcción de ese país desde sus bases democráticas, siendo su primer
presidente en el periodo 1789-1797.
Nació en el antiguo condado de Westmoreland, en el
actual estado de Virginia, el 22 de febrero de 1732 a orillas del río Potomac,
en la finca de Bridge Creek. De cuna acomodada y descendiente de una
distinguida familia inglesa, era hijo de padre inglés y madre norteamericana,
oriunda de Virginia.
Sus estudios durante la infancia y primera juventud no
fueron muy regulares, primero con el sacristán de la iglesia local y luego con
un maestro llamado Williams, pero no fue más allá de las escuelas rurales de
aquel tiempo.
Luego de la muerte de su padre a los once años, George
pasó a la tutela de su hermanastro mayor, Lawrence, donde conoció un mundo más
amplio y refinado, pues Lawrence estaba casado con una de las grandes herederas
de la región, y acostumbraba codearse con la alta sociedad de Virginia.
Desde temprana edad se despertó en él la vocación
militar, pese a la rotunda negativa de su madre. Su trabajo como agrimensor con
apenas 16 años, expuesto a agotadoras jornadas en campo abierto, sin
comodidades y a merced de los peligros de la vida salvaje, le enseñaron no sólo
a conocer las costumbres de los indios y las posibilidades de colonización del
Oeste, sino a dominar su cuerpo y su mente, preparándolo para su futura carrera
militar.
Nadie sospecharía que para entonces el joven George
era un fiel súbdito de la corona inglesa, a quien los temas polémicos no le
interesaban en lo más mínimo. No obstante, su trabajo en las tierras del oeste
hizo que cambiara su visión política y comenzara a incomodarse por las
limitaciones que la metrópoli imponía a la colonización, pues junto a su
hermanastro proyectaba llevar sus negocios a esas tierras.
Con solo 20 años debió asumir el mando de su familia
tras la muerte de su hermanastro, lo cual vino acompañado de la herencia de la
plantación de Mount Vernon, una vasta finca de 8.000 acres con 18 esclavos. Así
las cosas, Washington se convirtió en uno de los hombres más ricos de Virginia.
Su nueva posición conllevó a que pronto se
distinguiera en los asuntos de la comunidad, fuera miembro activo de la Iglesia
episcopal y se postulara como candidato, en 1755, a la Cámara de los Burgueses
del distrito, entrando así a la vida política.
Como hombre de sociedad, también sobresalía en las
diversiones como jinete, gran cazador y mejor pescador, amante del baile, el
billar, los naipes y las representaciones teatrales, y aunque en silencio,
aspiraba a ser un brillante militar.
Washington, el militar
El panorama político de entonces se caracterizaba por
la pugna entre ingleses y franceses por el territorio norteamericano y una
extrema tensión entre los colonos. Fue en ese momento cuando Washington se
alistó en el ejército y posteriormente nombrado comandante del distrito de Ohio
por el gobernador Robert Dinwiddie.
Tras las invasiones de los franceses por la frontera,
en 1753 el gobernador le encargó la misión de practicar un reconocimiento en la
zona limítrofe. Esta sería la hazaña que comenzaría a cimentar su fama, al
partir al valle de Ohio al mando de seis hombres, atravesando con éxito una
región inhóspita poblada de tribus salvajes y múltiples peligros.
En 1754, cuando estalló la guerra de los Siete Años,
Washington fue designado teniente coronel del regimiento de Virginia, a quien
sucedió como jefe supremo de las fuerzas armadas del condado luego de su
muerte.
Más tarde pasaría a formar parte del estado mayor del
general Braddock, que dirigía las tropas regulares enviadas por Inglaterra. El
9 de julio de 1755 se distinguió en la batalla de Monongahela por su coraje y
capacidad de decisión, aunque fuera un revés para los ingleses.
Esto hizo que Washington pensara en retirarse de la
vida militar, pero los notables de Virginia le pidieron que se hiciera cargo de
las tropas, a pesar de que sólo contaba con veintitrés años de edad.
Entre 1755 y 1758, época en que también fue elegido
como representante del condado de Frederic para la Cámara de los Burgueses de
Virginia. Para ese momento ya era un hombre popular por su experiencia y tacto,
y comenzaba a labrarse un sólido prestigio político interviniendo activamente
en las deliberaciones de la asamblea.
Las desavenencias con algunos comandantes británicos y
el desfavorable curso de la guerra con Francia lo empujaron a tomar la decisión
de renunciar a su cargo y regresar Mount Vernon. Poco después se casaría con
Martha Dandridge, respetable y adinerada mujer dueña de una de las mayores
fortunas de Virginia.
La Guerra por la independencia
Su vida pausada y cómoda se interrumpiría un tiempo
después por la irrupción de la Guerra de Secesión, que enfrentó a ingleses y
colonos, estos último buscando independizarse de la metrópoli.
La discrepancia mercantil entre Londres y sus colonias
aumentó a raíz de las decisiones adoptadas en Tratado de París, que en 1765
sellaría la guerra franco-inglesa, dado que el gobierno inglés consideró que
todas sus posesiones habían de cooperar en la amortización de los gastos
ocasionados por la guerra, ya que todas ellas se habían beneficiado de sus
resultados.
Las medidas posteriores de la colonia herían los
derechos tradicionales de las colonias. Esto provocó la indignación del mundo
comercial norteamericano y la formación de ligas patrióticas contra el consumo
de mercancías inglesas.
Precisamente en Virginia radicó gran parte de la
vanguardia de las luchas que precedieron al estallido revolucionario, no
obstante Washington mantenía su postura tradicional de lealtad a Inglaterra. No
fue hasta Boston Tea Party en 1773, cuando la población de Boston protestó
contra los impuestos arrojando los cargamentos de té al mar, que el futuro
presidente se volcó hacia la defensa de las libertades americanas.
Participó de la firma de la primera legislatura
revolucionaria de 1773 y pronunció un elocuente discurso declarando:
“Organizaré un ejército de mil hombres, los mantendré con mi dinero y me pondré
al frente de ellos para defender a Boston”.
Más tarde representó a Virginia en el Primer Congreso
Continental en Filadelfia en 1774. Aunque al inicio aún era reticente a la idea
de la independencia, lo que para él consideraba no negociable era la pérdida de
los derechos y privilegios que “son esenciales a la felicidad de todo Estado
libre y sin los cuales la vida, la libertad y la propiedad se tornan totalmente
inseguras”.
En 1775 todas las colonias se declaran en guerra
contra la metrópoli y en el Segundo Congreso en Filadelfia ese mismo año,
confiaron a George Washington el mando de las tropas.
Se vio entonces frente a la arriesgada tarea de crear
un ejército en presencia del enemigo y prácticamente de la nada. Los sectores
alzados en ese momento estaban desorganizados y entre ellos primaba el
regionalismo y la falta de unidad y competencias militares.
Aquí demostró Washington sus brillantes dotes de
organización y su incansable energía, disciplinando y adiestrando a los
voluntarios inexpertos, reuniendo provisiones y llamando a las colonias en su
apoyo.
Una vez organizado el ejército de Massachusetts, pudo
ocupar Boston y expulsar de Nueva Inglaterra a los ingleses del general Howe en
1776. Parte del mérito en la victoria de esta guerra se atribuye a su capacidad
para infundir confianza a los soldados, su energía incansable y su gran sentido
común.
Aunque no fue un gran estratega siempre mantuvo el
liderazgo, pues supo mantener viva entre sus hombres la llama del patriotismo y
escuchó siempre las opiniones de los generales a su mando, incluso a costa de
su propio parecer.
En 1781 se daba la definitiva victoria de los colonos
y el reconocimiento de la independencia por parte de Inglaterra, antes de
firmarse la paz en Versalles, el 20 de enero de 1783.
Construyendo un Estado
En 1778, en plena guerra, el Congreso había promulgado
la Ley de Confederación, la primera tentativa para constituir un bloque
homogéneo con los trece estados de la Unión. Pero no fue eficaz porque la
guerra y la posguerra exigían más un poder central fuerte que un gobierno sin
atribuciones.
Una vez ganada la guerra, George Washington tuvo que
hacer frente a los problemas de la reconstrucción nacional, por un lado,
rechazando la corona que algunos notables le ofrecían y combatir la reacción
monárquica de algunos sectores del país, y por otro proclamando la necesidad de
establecer una constitución.
Pudo conciliar su postura federalista, defensora de la
implantación de un poder central eficiente que defendiera los intereses
americanos en el exterior y equilibrara las tendencias partidistas de los
territorios, con la de los republicanos, partidarios de conservar la independencia
política y económica de los estados.
Del acuerdo entre ambos grupos nació la Constitución
del 17 de septiembre de 1787, primera carta magna que regulaba la forma de
gobierno de un país. Luego, el Congreso lo elegiría como primer presidente de
los Estados Unidos en 1789.
Sus ocho años de gobierno se caracterizaron por la
prudencia, la sensatez y sobre todo un respeto casi religioso a la ley. Los
cuatro miembros de su gabinete, Thomas Jefferson en la Secretaría de Estado, el
general Henry Knox en la de Guerra, Alexander Hamilton en la del Tesoro y
Edmund Randolph en la de Justicia.
Estableció un cuidadoso equilibrio entre republicanos
y federales. Aplicó una férrea política fiscal y se esforzó por asociar los
grandes capitales con el Estado, con el fin de hacer frente a los graves
problemas económicos. Además, creó el Banco de los Estados Unidos y para
promover el desarrollo industrial dictó una serie de medidas proteccionistas
que le valieron el apoyo de la burguesía.
Durante el segundo mandato salieron a la luz algunas
desavenencias con el Secretario de Estado Thomas Jefferson por la radicalización
de la Revolución Francesa y el conflicto armado que asolaba Europa, pues
Jefferson se inclinaba por el apoyo de Estados Unidos a la Francia
revolucionaria, el secretario del Tesoro Alexander Hamilton defendía la
neutralidad ante la contienda, las cuales Washington apoyó.
Poco tiempo después sus relaciones con Francia se
ensombrecieron a causa de las muestras de simpatía por Inglaterra ante el
conflicto europeo. Debido a esto Jefferson, abandonó el gobierno y, ya desde la
oposición, se opuso al centralismo del presidente.
Su popularidad en el plano político se afectó
irremediablemente luego de acuerdo comercial firmado por Gran Bretaña, el
Tratado Jay del 25 de junio de 1794, que provocó fuertes discusiones en el
parlamento. No obstante, llegó una nueva reelección para un tercer periodo de
mandato, pero esta vez lo rechazó para dedicarse al cuidado de su familia.
Washington dedicó los últimos años de su vida a cuidar
de su familia y sus propiedades, salvo una breve interrupción en 1798, cuando
se le nombró comandante en jefe del ejército ante el peligro de una guerra con
Francia. El 14 de diciembre de 1799 moría a causa de una aguda laringitis.
Fuente: Telesur
Revisión y Diseño: elcofresito
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