UN REY FRANCÉS EN LA ARAUCANÍA Y LA PATAGONIA: ORÉLIE ANTOINE


A mediados del siglo XIX los territorios de la Araucanía y la Patagonia estaban bajo control de pueblos originarios que tenían diferentes grados de interacción con la sociedad hispano-criolla. La Estación Correccional de Punta Arenas en el Estrecho de Magallanes y la Villa de Carmen de Patagones en la desembocadura del Rio Negro en el Océano Atlántico eran los únicos poblados fundados por los Estados chileno y argentino.

 

La creación de la provincia de Arauco en 1852 fue el comienzo de la ocupación chilena de la Araucanía. Del otro lado de la Cordillera, Argentina se había dividido ese mismo año en dos Estados rivales: la Confederación Argentina, con capital en Paraná, y el Estado de Buenos Aires, con capital en la ciudad homónima.

 

Es en este contexto que hará su aparición en la región un pintoresco personaje: Orélie Antoine. Nacido en el pueblo francés de Périgueux en 1825, bautizado como Antoine de Tounens, estudió derecho y pasados los 30 se desempeñaba como funcionario judicial de su ciudad natal. Pero cuando estaba preparando su tesis leyó el poema La Araucana, de Alonso de Ercilla, y comenzado a soñar con tierras lejanas. En los años siguientes leyó vorazmente los libros de viaje del conde de La Perouse, James Cook, Jules Dumont D´urville y Milciades D´orbigny.



Alentado por estas ideas abandonó su empleo y partió en el vapor Avenir, con el que arribó a Coquimbo (Chile) el 22 de agosto de 1858. Rápidamente ganó amigos, aprendió mapuzungun y se familiarizó con las costumbres del pueblo mapuche. Dos años después, partió “tierra adentro”, acompañado de aventureros franceses y un guía mapuche. Parlamentó con los principales lonkos (caciques) y les expuso su proyecto de:

 

    “reunir las repúblicas hispanoamericanas bajo el nombre de una Confederación Monárquica Constitucional dividida en 17 estados”

 

de la que se proclamaría monarca “por el consentimiento de los gobiernos de los respectivos Estados” [i].

 

Curiosamente, esta prédica encontró solidaridad en algunas lonkos enfrentados al Estado chileno, como fue el caso de Quilapan. Aunque nunca lo reconocerían como un auténtico monarca, lo dejaron actuar porque veían en su accionar una forma de resistencia contra el avance de los Estados chileno y argentino.



El 17 de noviembre de 1860, a orillas del río Cautín, declaró la Independencia de la Araucanía y se auto-tituló rey bajo el nombre de Orélie Antoine I. En su primer decreto estableció que:

 

    “Nos, Príncipe Orélie Antoine de Tounens, considerando que la Araucanía no depende de ningún otro Estado; que se halla dividida por tribus y que un gobierno central es reclamado tanto en interés particular como en orden general, decretamos lo que sigue:

 

       Art. I: una monarquía constitucional y hereditaria se funda en la Araucanía, el príncipe Orélie Antoine es designado rey.

 

       Art. 2º: para el caso de que el rey no dejara descendientes, sus herederos serán tomados por las otras ramas de su familia, siguiendo el orden que será establecido ulteriormente por una orden real.

 

       Art. 3º: en tanto se constituyan los cuerpos del Estado, las ordenanzas reales tendrán fuerza de ley.

 

       Art. 4º: nuestro ministro, secretario de Estado, se encargará del ejercicio del presente decreto” [ii].

 

El decreto, firmado por el rey y su secretario de Estado, fue enviado a medios de prensa y al gobierno chileno.






En los meses siguientes se dedicó a organizar su “reino”: diseñó una bandera, un escudo e hizo componer un himno al compositor chileno-alemán Wilhelm Frick Eltze, estableció los poderes del Estado, sancionó una Constitución, fijó las obligaciones de los empleados públicos, entregó títulos de nobleza, y realizó la división administrativa siguiendo el modelo de los departamentos franceses, entre otras.

 

Simultáneamente recibió adhesiones de varios pueblos originarios de la Patagonia, por lo que un decreto del 20 de noviembre incorporó esa región a su reino. Sus proclamados dominios abarcaban una extensión cinco veces la superficie de Francia.  El 25 de diciembre de 1861 varios caciques juraron lealtad al nuevo rey y el 30 de diciembre lo hizo el lonko Namuncurá, quién puso “10.000 lanzas a su disposición” [iii].

 

Por entonces Orélie Antoine era soltero, pero seguramente pensaba casarse con la hija de algún jefe indígena o acaso con una princesa europea para lograr la adhesión de las principales potencias. Estas acciones empezaron a preocupar a las autoridades chilenas y argentinas. Cuando buscó el reconocimiento de Napoleón III y trató de fomentar la inmigración francesa, el gobierno chileno se dispuso a actuar.



En 1861 viajó a Valparaíso para parlamentar con el presidente Ríos Montt, que se negó a reconocer su “Reino”. El siguiente presidente, José Joaquín Pérez lo acusó de perturbación del orden público y ordenó su arresto. Traicionado por su empleado doméstico, fue arrestado por las fuerzas de Cornelio Saavedra (nieto y homónimo del presidente de la Primera Junta Patria establecida en Buenos Aires en 1810) y conducido a Nacimiento y luego a Los Ángeles, donde permaneció detenido nueve meses y contrajo disentería. Pese a su reclamo de ser tratado como jefe de Estado, fue juzgado como preso común y condenado a muerte, aunque luego declarado “fuera de sus cabales” y deportado a Francia.

 

De regreso en su país natal, en 1863, fundó la Orden de la Estrella del Sur y comenzó a escribir sus memorias. En ellas se preguntaba:

 

    “Si el Gobierno de Chile rigiera y administrará correctamente la Araucanía, ¿no se habría apresurado a arrestar a quién se intitulará Rey de la Araucanía? Dejarme en libertad, ¿no era confesar paladinamente que no tenía ningún derecho sobre ese país y que sus leyes no surtían efecto alguno?” [iv].

 

Al poco tiempo regresó, desembarcando en un puerto argentino y siguiendo el Río Negro rumbo a la Cordillera. Varios pueblos originarios lo acompañaron después de casi lancearlo por no reconocerlo. Una vez en la Araucanía encontró un paisaje desolador. Las fuerzas de Saavedra habían comenzado la ocupación. Quilapán sostenía la resistencia. Este mismo le recomendó huir porque el gobierno chileno había puesto precio a su cabeza. Así que volvió hacia la Cordillera y cruzando la Patagonia, regresó a Francia embarcándose en Bahía Blanca[v].



Sin embargo, intentó regresar en dos oportunidades más. En 1874 fue arrestado en Argentina y deportado. En 1876 se enfermó en Buenos Aires y, tras una breve internación, fue enviado convaleciente a Francia. De esa misma afección murió el 17 de septiembre de 1878 en Tourtoirac. Tenía solo 52 años. La Municipalidad de Tourtoirac escribió en su lápida: Ici repose De Tounens Antoine Orllie I.er roi d’Araucanie et de Patagonie Dc à Tourtoirac le 17 7bre 1878.

 

Sus autoproclamados herederos hicieron grandes negocios de tierras en la Patagonia[vi], y en la actualidad realizan actos de homenajes en la ciudad que murió con la presencia del “rey” Frederic I (su actual heredero) y miembros de la comunidad mapuche[vii]. La bandera de la provincia patagónica del Rio Negro aprobada en 2009 guarda una extraña similitud con la de su reino, aunque se ha aclarado muchas veces que su intencionalidad era completamente distinta.

 

Fuente: Luciano Andrés Valencia, Revista de Historia

https://revistadehistoria.es/orelie-antoine-un-rey-frances-en-la-araucania-patagonia/?utm_source=MadMimi&utm_medium=email&utm_content=Or%C3%A9lie+Antoine%3A+un+Rey+franc%C3%A9s+en+la+Araucan%C3%ADa+y+la+Patagonia&utm_campaign=20200107_m156279716_Or%C3%A9lie+Antoine%3A+un+Rey+franc%C3%A9s+en+la+Araucan%C3%ADa+y+la+Patagonia&utm_term=Continuar+leyendo___

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