LAS DIFERENCIAS ENTRE HURACÁN, TIFÓN Y CICLÓN
Huracanes, ciclones y tifones son el mismo fenómeno meteorológico. ¿En qué se diferencian?
Probablemente
hayan oído hablar de otras denominaciones como ciclones y tifones. Pero, si son
el mismo fenómeno meteorológico, ¿por qué existen nombres diferentes? ¿Cuándo y
dónde ocurren? A continuación, respondemos a sus preguntas.
Denominación
según el lugar
Huracanes,
ciclones y tifones son el mismo fenómeno: un sistema tormentoso. Sin embargo, se
denominan de manera diferente según el lugar donde se producen.
Cuando
una de estas tormentas se produce en el Atlántico norte, en el Caribe y en la
parte nororiental del Pacífico, se denomina «huracán». Este nombre viene dado
por el dios caribeño del mal, Hurrican. Por otra parte, en el Pacífico
noroccidental estas tormentas reciben el nombre de «tifones».
Si
tienen lugar en la región suroriental del océano Índico o en el Pacífico
suroeste, se llaman «ciclones tropicales graves». En la zona norte del océano Índico
se denominan «tormentas ciclónicas graves», mientras que en la zona
suroccidental de este mismo océano son solo «ciclones tropicales».
Para
entrar en la clasificación de huracán, tifón o ciclón, los vientos de una
tormenta deben alcanzar velocidades de al menos 119 kilómetros por hora. Si los
vientos de un huracán alcanzan 179 kilómetros por hora, se eleva a la categoría
de «huracán intenso». Por su parte, si un tifón registra vientos de 241
kilómetros por hora, se convierte en un «supertifón».
Estaciones diferentes
La
temporada de huracanes en el Atlántico comienza el 1 de junio y se extiende
hasta el 30 de noviembre, mientras que las estaciones de tifones y ciclones
siguen patrones ligeramente diferentes.
En
el Pacífico nororiental, la estación oficial comienza el 15 de mayo y finaliza
el 30 de noviembre. En el Pacífico noroccidental, los tifones son más comunes
entre finales de junio y hasta diciembre. Y, por último, el océano Índico
experimenta ciclones de abril a diciembre.
Sea cual
sea su denominación, estas tormentas monstruosas son fenómenos naturales muy
intensos con la capacidad de causar graves estragos, como hemos comprobado tras
los últimos huracanes.
Según
el Centro Nacional de Huracanes de la NOAA estadounidense, el diámetro medio
del ojo de un huracán —el centro del huracán, donde la presión es más baja y la
temperatura es más alta— puede extenderse hasta 48 kilómetros (de hecho, Irma
alcanzó prácticamente este tamaño), aunque se han registrado algunos ojos de
200 kilómetros de ancho.
Las
tormentas más intensas, que se clasifican en la categoría 5 según la escala
Saffir-Simpson, registran vientos sostenidos de más de 250 kilómetros por hora
(Irma registró vientos sostenidos de hasta 300 kilómetros por hora).
Con
la ayuda de satélites y modelos por ordenador, estas tormentas pueden
predecirse con varios días de antelación y son relativamente fáciles de seguir.
Sin embargo, en ocasiones predecir la trayectoria de un huracán, un tifón o un
ciclón puede ser complicado, como prueban los diversos modelos de predicción de
la trayectoria del huracán María.
¿Efectos del calentamiento global?
En
los últimos años, los científicos han debatido si el calentamiento global
antropogénico está provocando que los huracanes sean más intensos o que se
produzcan con mayor frecuencia.
En
teoría, el aumento de las temperaturas en la atmósfera produce un calentamiento
de la temperatura de la superficie del mar que a su vez contribuye a generar
huracanes más fuertes.
El
número de huracanes de categoría 4 y 5 en todo el mundo prácticamente se
duplicó entre principios de la década de 1970 y principios del siglo XXI.
Además, tanto la duración de los ciclones tropicales como la velocidad máxima
de sus vientos han aumentado aproximadamente un 50 por ciento en los últimos 50
años.
Dentro
de una temporada de huracanes se suele producir una media de 12 tormentas y, a
menos de dos meses del final de la temporada de 2017, ya se habían producido
11.
Pese
a todo, no existe consenso científico a la hora de vincular el cambio climático
a los huracanes, debido a la falta de pruebas.
«Es
probable que observemos un incremento de la velocidad máxima media de los
vientos de un ciclón tropical, aunque estos aumentos podrían no ocurrir en cuencas
oceánicas», afirmaba el informe de 2012 del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático.
«Es
probable que la frecuencia a nivel mundial de los ciclones tropicales o bien
disminuya o permanezca sin cambios».
Fuente:
Ker Than, National Geographic
Revisión
y Diseño: elcofresito
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