CÓMO LOGRARON LOS ROMANOS CONSTRUIR VENECIA EN EL FANGO HACE 15 SIGLOS
En
septiembre del año 476 d.C., el último emperador romano del oeste, Romulus
Augustulus, fue depuesto por un príncipe germánico llamado Odovacar, quién
había ganado el control de los restos del ejército romano de Italia.
El
imperio romano en Europa occidental, un súper estado centralizado que había
existido durante 500 años, había dejado de existir.
En
el norte de lo que llegó a ser Italia, la gente ya llevaba un tiempo buscando
un lugar seguro, para protegerse de grandes invasiones de pueblos como los
visigodos y de poderosos guerreros como Atila, rey de los Hunos.
Fue
por eso que empezaron a construir, en el siglo V d.C., una de las ciudades más
hermosas del mundo en un lugar inesperado: una laguna costera de 550 kilómetros
cuadrados cuyas 118 islas estaban a pocos centímetros sobre el nivel del mar.
"Construir
una ciudad donde es imposible hacerlo es una locura en sí misma; pero construir
una de las ciudades más elegantes y majestuosas del mundo en ese mismo lugar es
una locura colosalmente genial", señalaría en el siglo XIX el pensador
ruso Alexander Herzen.
Y
tenía razón, porque Venecia fue erigida sobre un pantano fangoso, lo que
inspiró a los venecianos a desarrollar nuevas habilidades de ingeniería.
Un
bosque submarino
Para
dotar a las islas de bases firmes que sostuvieran esas magníficas edificaciones
que siguen enamorando a tantos, los venecianos enterraron un bosque bajo el
agua.
La bella Venecia está sostenida por un bosque sepultado.
Trajeron
del área conocida como Terraferma -que comprendía lo que hoy es Eslovenia,
Montenegro y Croacia- grandes troncos de árboles que sepultaron en el barro a
lo largo y ancho del área sobre la que querían construir.
Los
troncos, cada uno de entre 2 a 8 metros de largo, eran afilados en uno de sus
extremos de manera que parecían unos enormes lápices.
Colocación de los cimientos en la laguna veneciana, ilustración de Jan van Grevenbroeck (1731-1807)
Esa
punta ayudaba a enterrarlos, a punta de golpes, uno al lado del otro, lo suficientemente
profundo para que penetraran la capa de arena y fango suelto hasta llegar a
donde la greda estaba comprimida y así evitar que la edificación se hundiera y
colapsara.
Una
vez que estos pilares de madera estaban en su sitio, los cortaban horizontalmente
para crear una superficie sobre la cual ponían dos capas de gruesas tablas de
madera y una capa de bloques de piedra, hasta lograr una base sólida.
Sólo
entonces se podían construir los muros de cimentación.
Sin
oxigeno
Efectivamente:
esos fabulosos palacios venecianos están sostenidos por miles de palafitos de
madera invisibles bajo el agua y el fango, que apuntalan la preciosa tierra de
la ciudad.
Pero,
¿por qué no se pudrió la madera?
Colocando las bases para el nuevo campanario de San Marcos, Venecia, Italia, fotografía de Riva, de L'Illustrazion
Pues
resulta que todos esos cientos de miles de pilares eran cortados de manera que
quedaran bajo la línea del agua, de forma que la madera nunca estuviera en
contacto con el aire (el oxígeno), y eso los protegió de bacterias, hongos y
organismos que causaran putrefacción.
Y,
además de las condiciones anaeróbicas del lodo en las profundidades que
protegieron los pilares, las aguas de la laguna contenían gran cantidad de
minerales que la madera fue absorbiendo y rápidamente se petrificó.
Con el tiempo, los troncos de madera se convirtieron en piedra.
Esa
ingeniosa pieza de ingeniería es la que mantuvo a flote a esa colección de
islas que en el siglo IX se unieron para formar la Serenísima República de
Venecia, aquella que luego dominó el Adriático de manera indiscutible, controló
el comercio entre la Media Luna Fértil y Europa y se dio el lujo de ignorar a
la Santa Sede más de una vez.
Ese
mismo bosque sepultado sigue sosteniendo sobre el agua hoy, a pesar de las
amenazas que enfrenta, a esa "Venecia, con sus templos y palacios"
que parecen "tejidos de encanto apilados en el cielo", como bellamente
lo dijo el poeta Percy Bysshe Shelley.
Fuente:
BBC News / Mundo
Revisión
y Diseño: elcofresito
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