BENITO MUSSOLINI, EL MAYOR PROMOTOR MORAL
Para muchos fascistas el régimen instaurado en Italia por Benito Mussolini, desde su llegada al poder en 1922, fue una reacción contra una profunda crisis moral de la sociedad occidental de la primera postguerra.
Esa
circunstancia implicaba un relajamiento moral y de los valores tradicionales,
tales como la patria, la familia o la religión, al mismo tiempo que se
privilegiaba el placer material e inmediato. El mayor ejemplo de esa perversión
era el marxismo.
No
obstante, desde que Italia es gobernada por el Duce y en especial desde 1929,
cuando firmó el Tratado de Letrán con la Santa Sede, ese país y la políticas
morales por él implementadas se convierten en un referente que debían seguir
otros países, porque a raíz de las mismas en la nación europea no se permitió
el divorcio, la pornografía, la enseñanza laica y la divulgación de ciertas
“obras literarias inmorales”, y por el contrario se fomentaron, entre otras
cosas, los casamientos y la natalidad. Es decir, se exaltaron los valores de la
moral cristiana.
Es
así como en el diario católico La Religión, dirigido entonces por monseñor
Jesús María Pellín (1892-1969), periódico conocido como el decano de la prensa
venezolana y en ese momento un rotativo de circulación nacional, comenzó a
presentar a Italia como el país de más empuje moral en Occidente y a Mussolini
como su mayor promotor.
El 5
de mayo de 1929 el citado diario dio a conocer una circular que el ministro del
Interior italiano envió a los prefectos de toda la nación, exigiéndoles su celo
para reprimir con mano fuerte y sin contemplaciones la inmoralidad reinante en
cualquiera de sus formas. Esa medida, en opinión de los redactores de La
Religión, por la “ejemplaridad que encierra”, no dejaba de ser “digna de
tomarse en cuenta para imitación por los gobernantes de todas las naciones”.
Unos
meses más tarde, comentan un artículo aparecido en la revista estadounidense
Work, el cual explicaba cómo el gobernante italiano había vencido a los
bebedores de alcohol. Poco después, se publican extractos de un discurso del
Duce, donde hablaba de sus intenciones de prohibir la disolución de los
matrimonios. Al año siguiente, se aplaudió al líder fascista su empeño en hacer
ver a la conciencia popular cuáles son las pasiones que llevan al
desquiciamiento social. En ese sentido, comulgaron con lo dicho por Mussolini a
los médicos asistentes al reciente congreso médico italiano.
Luego
expresa complacencia en publicar las ideas expuestas en el diario El Pueblo, de
la ciudad de Buenos Aires, en el sentido de que Mussolini ha resistido la
tendencia de los tiempos en cuanto a lo que debilita y desnaturaliza a los
altos fines del matrimonio. Por eso, se opuso al divorcio, que no pudo penetrar
en Italia; tampoco aceptó la enseñanza laica; y ahora promueve los casamientos
con ayudas en dinero.
Años
más tarde se seguía sosteniendo la misma opinión, como se lee en un editorial,
donde el periódico caraqueño comulga con las ideas sobre el matrimonio puestas
en práctica en Italia. Plantean que en una reciente estadística publicada en
dicho país “encontramos los siguientes datos que demuestran los resultados
obtenidos por Mussolini en el plan de reconstrucción social que está
realizando”. El escrito reconoce los esfuerzos del gobierno italiano para
fomentar la natalidad e impedir el derrumbamiento de las familias numerosas”,
con lo cual no solo estaba poniendo a resguardo a la nación italiana de los
estragos de la crisis mundial, sino que se ha dado “al mundo el hermoso
espectáculo de su organización según la norma católica”.
A su
vez, la posición oficial de la Iglesia católica sobre una de las grandes
preocupaciones morales del momento, como era la generalizada indiferencia por
el matrimonio cristiano, la había expresado el papa León XIII en su encíclica
Arcanum Divinae Sapientiae (1880), donde hizo una defensa de la familia contra
el llamado matrimonio civil y el divorcio. Afirmaba que el matrimonio es divino
y solo se puede acceder al mismo a través de la Iglesia.
Poco
después, según los citados documentos pontificios, ya en los días del fascismo,
“ante las ansias inmoderadas del placer de la sociedad actual” y los ataques a
la institución conyugal, Pío XI se vio obligado a hablar nuevamente de ese
sacramento. Lo hizo en la encíclica titulada Casti connubii (1931),
actualizando los planteamientos de León XIII. Lo interesante de la misma, es
que se elogió el convenio sobre el matrimonio firmado con el fascismo.
Por
otra parte, para la jerarquía vaticana, también el peligro económico y la
amenaza social del comunismo eran producto de la crisis moral que padecía el
mundo de entonces. Sus reflejos, a su entender, se podían apreciar en una de
las perversiones modernas, el cine, tal como se pretende demostrar en varios
editoriales.
Esa
crisis moral igualmente se puede apreciar en el lujo, puesto que el mismo “es
inmoral, cuando para satisfacerlo deben hacerse indebidos sacrificios” o cuando
tiene tendencias deshonestas que llevan a la depravación, al inútil dispendio y
a vergonzosos contratos que son la ruina material, y muchas veces moral tanto
de las familias como de los pueblos. El lujo, por otra parte, en vez de hacer
feliz a sus adoradores, los hace útiles esclavos, impacientes e insaciables.
Se
mencionan a Estados Unidos, Francia y Alemania como los países de mayor ruina
moral. El primero, por los abundantes establecimientos de expendio de licores,
lugares de amor libre, garitos, productores de películas que propagan el vicio,
etc. El segundo, por “esa promiscuidad de los sexos” en las playas. Y el
tercero, por la proliferación de baños nudistas.
Por
el contrario, en Italia, desde el advenimiento del fascismo, se observa una
notable recuperación moral, que ahora imitan pueblos como los de Austria,
Bélgica, Polonia, Francia y América del Sur. Esa recuperación se ha dado porque
se ha prohibido toda presentación pública que ofenda la moral y dictado leyes
severísimas contra la pornografía, prohibiendo las exposiciones de obras
literarias inmorales.
Fuente:
Jesús Eloy Gutiérrez, Revista de Historia
https://revistadehistoria.es/benito-mussolini-el-mayor-promotor-moral/
Revisión
y Diseño: elcofresito
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