LA ENFERMEDAD DEL SUDOR
Entre
los años 1485 y 1551 se registraron en Inglaterra y en otros países sucesivos
brotes de una extraña patología conocida como sudor inglés, sudor angleis,
sweating sickness o enfermedad del sudor, que causó miles de muertes en la
población.
El
primer brote se declaró en Milford Haven, en los soldados de Enrique VIII,
entre su ascensión al trono el 7 de agosto y la victoria de Bosworth del 22 de
agosto de 1485 en el marco de la Guerra de las Dos Rosas.
A
Londres llegó el 28 del mismo mes, cuando Henry arribó con su ejército para
asumir como primer rey de la dinastía Tudor. La epidemia se expandió tan
rápidamente que la coronación tuvo que retrasarse. Llegó a decirse –quizá
exagerando las cifras- que ni siquiera el 1% de las personas afectadas
sobrevivían, lo que la volvía mucho más mortal que las pestes de entonces. Los
muertos comenzaron a acumularse en las calles y en las casas. Dos Lord y seis
regidores murieron en la misma semana. Cerraron los comercios y la Universidad
de Oxford.
Los
síntomas podían describirse de la siguiente manera: súbitos escalofríos y
fiebres violentas, cefalgia, letargia, transpiración profunda, fetidez y, en
algunos casos, erupción vesicular. La mayoría de las personas afectadas morían
a las 24 horas del comienzo de los síntomas, aunque muchas lo hacían antes. El
único tratamiento que se aplicó entonces era permanecer en la cama para evitar
el enfriamiento y no dormir hasta pasadas las 24 horas. Quienes sobrevivían
este tiempo –menos del 1%- quedaban curadas, aunque algunas volvieron a tener
dos o tres episodios más.
Lo
curioso es que a las pocas semanas la enfermedad desapareció tan rápido como
había surgido, y que, esta vez, se limitó a Inglaterra, sin propagarse por
Escocia, Irlanda o la Europa continental.
Se
registraron nuevos brotes en los años 1502, 1507/1508, 1517, 1528 y 1551/52. En
el año de 1502 murió Arthur, príncipe de Gales, de 15 años, hermano menor de
Enrique y casado con Catalina de Aragón, aunque estudios más actuales señalan
que podía haberse debido a problemas genéticos. En el brote de 1507/08 había
descendido la virulencia, por lo que se registraron menos casos fatales. No
pasó lo mismo con el de 1517 que, entre junio y diciembre causó miles de
muertos en todo el país y fue acompañado de epidemias de peste, sarampión y difteria.
El de 1528 tuvo carácter internacional, porque se propagó por los estados
alemanes, Países Bajos, Escandinavia, Suiza, Lituania, Polonia y Rusia. En cada
lugar la afección duró alrededor de dos semanas, desapareciendo a fin de año,
excepto en Suiza que duró hasta 1529. En Europa se la llamó la peste inglesa.
La
de 1551 fue acaso la mejor documentada, ya que de ella se ocupó el más eminente
médico de las Islas Británicas: John Caius (1510-1573). En 1552 publicó A Book
of Conseill against the disease commonly called the sweat o Sweating Sicknessk,
convencido de la necesidad de contar con bibliografía sobre esta nueva
enfermedad que desesperaba a los médicos por no hallarse mencionada en los
tratados clásicos de Hipócrates, Galeno y otros.
La
epidemia de 1551 mató a 900 personas. Como sostiene Caius:
“nadie pensaba en sus obligaciones
cotidianas; las mujeres llenaban las calles con sus lamentaciones y plegarias y
las campanas plañideras doblaban día y noche (…) La enfermedad aparecía sin
avisar; en la mesa, de viaje, a cualquier hora del día, y no había perdido nada
de su antigua malignidad, hasta el extremo de que muchos morían a la hora, o a
las dos horas, de haber sentido los primeros síntomas”.
Este
autor condenaba la falta de higiene de la población de la época, a la que culpa
de la expansión de la epidemia. Menciona también algunos remedios clásicos como
“raíz de China, guayaco y triaca”. Historiadores de la medicina la atribuyen
también a las aguas residuales, las comidas copiosas (en las clases
adineradas), el hacinamiento y la falta de jabón.
En
1718, pasados casi dos siglos de los brotes anteriores, se registró en el norte
de Francia, la Península Itálica y el sur de Alemania un mal que llamaron Sudor
de Picardía o Suette de Picards, que tenía los mismos síntomas que el sudor
inglés, pero que duraba más tiempo, aunque su mortalidad era menor y venía
acompañado de erupción cutánea (miliaria). Brotes periódicos se registraron
entre 1718 y 1861.
En
los siglos posteriores se trató de incluir esta enfermedad en alguna
clasificación diagnóstica. Para Guthrie no era influenza ni tifus, sino una
infección por virus. En el caso francés señala que podría tratarse de
escarlatina maligna. Ambas enfermedades podían clasificarse como fiebres miliares
complicadas por fiebre reumática. Bridson, en cambio, lo asocia con el
hantavirus. Este autor notó además que esta enfermedad brotaba en verano y
desaparecía en invierno, lo que es coherente con su teoría. Para el
microbiólogo Edward Mc Sweeganm podría haberse tratado de una intoxicación por
ántrax presente en la carne cruda y cadáveres infectados.
Sea
cual fuera la clasificación que le demos actualmente, la enfermedad de sudor
queda como una curiosidad histórica igual que el mal de San Vito, el mal de San
Antonio, la drapetomanía o la americanitis.
Fuente:
Luciano Andrés Valencia, Revista de Historia
Revisión
y Diseño: elcofresito
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