EL REINO DE DACIA
Dacia,
era un reino avanzado y exceptuando a Roma, era la potencia más importante de
la cuenca mediterránea en aquel momento.
Los
Dacios poseyeron un fuerte sentimiento de identidad nacional, fortalecido por
su localización en la Meseta Transilvana, un área fértil delimitada por los
Cárpatos, una cadena montañosa con picos de entre 1300 a 2500 metros de alto,
con pocas rutas naturales de acceso al interior.
Las
primeras fortalezas dacias ya hacían un uso habilidoso de las defensas
naturales, colinas o promontorios, el añadido de sistemas de defensa avanzados
las convirtió en una fuerza casi insuperable para cualquier invasor, siendo
necesario que cada una de ellas fuese conquistada antes de continuar a través de
esos peligrosos terrenos.
Burebista,
gobernó desde el basileon de Sarmizegetusa Regia, un complejo fortificado a
1.200 metros de altura al sur de los Cárpatos. Fue desde aquí desde donde
Burebista unificó a los dispersos dacios, organizándolos en diversas regiones
vasallas con las tribus menos desarrolladas en las fronteras, haciendo a su
reino el núcleo del único imperio bárbaro con futuro.
Tras
su victoria final sobre Pompeyo, el propio Julio César estaba haciendo
preparativos para la guerra contra el rey Burebista, cuando ambos hombres
murieron el mismo año (44), asesinados a manos de los nobles de sus respectivas
naciones, quienes consideraban estaban siendo dejados en segundo plano y
apartados del poder, poder que parecía recaería sobre un sólo hombre y sus
sucesores.
Sin
embargo, Dacia seguía siendo un enemigo formidable: en el invierno del 10 por
ejemplo, una incursión sobre un Danubio congelado fue rechazada a duras penas
por Marco Vinicio. Léntulo estableció praesidia, fuertes permanentes al norte
del río en el área del desfiladero de las Puertas de Hierro, donde ningún
asentamiento indígena estaba permitido. Pero pese a la creación de una de las
más tempranas fronteras preventivas de Roma, los ataques a través del río
continuaron, y la influencia de Dacia aumentó en los territorios colindantes.
En
el año 85, Decébalo, rey de los dacios, aconsejado por Vezinas (según Dión
Casio sabía cuándo atacar y cuando retirarse) atacó Moesia y saqueó varios
pueblos. Domiciano ordenó una inmediata campaña de castigo al mando de
Cornelius Fuscus que terminó en un sonoro desastre en la Primera Batalla de
Tapae. Los romanos fueron derrotados estrepitosamente.
Domiciano
lanzó otra expedición comandada por Tettius Iulianus, que venció con éxito la
resistencia dacia en la Segunda Batalla de Tapae, debido a una rebelión sármata
se vio forzado a firmar una humillante paz y pagar tributo a los dacios. Esto
sentó mal en Roma y pareció un signo de debilidad.
Intenta
Domiciano hacer méritos atacando a 2 tribus a la vez más allá del Danubio y
fracasa al no enviar suficientes tropas, la economía seguramente lo obligaba a
ello. Se le acusaba también de falsear victorias para lograr la aprobación en
la capital.
Domiciano
es asesinado en el año 96 por su mujer y su ayudante de cámara y deja su puesto
a Nerva, un anciano sin herederos, ideal para una transición. Trajano es
considerado su sucesor y a la muerte de Nerva toma el poder. Se dedica al
principio a construir en la zona infraestructuras que le servirán en el futuro,
como puentes sobre el Danubio (Apolodoro de Damasco) y carreteras.
Tras
conseguir el consentimiento del Senado romano, en el año 101, Trajano estaba
listo para avanzar sobre Dacia, preparando un enorme ejército, que se componía
de unas 9 legiones romanas más vexillationes de varias otras.
Trajano
empezó entonces a avanzar hacia Sarmizegetusa la capital dacia, Décabalo lanzó
un ataque contra Moesia con la intención de que parara su ofensiva. El
emperador tuvo que cancelar su ofensiva y atacar a Decébalo. Lo derrota
definitivamente en la batalla de Adamclisi. Tras esta nueva derrota Décebalo no
pudo más que retroceder hacia el interior de su país, mientras que Trajano
procedió a asediar Sarmizegetusa, con esto finalmente el rey dacio se rinde y
acepta las condiciones impuestas por los romanos.
La
victoria romana no aplacó sus ambiciones. Tres años después de aquello,
Decébalo se deshizo de su papel como “rey cliente” tributario que le impuso
Trajano tras el armisticio y masacró a la guarnición romana de Sarmizegetusa,
desencadenando la gran campaña de la Dacia que podemos aún contemplar en la
Columna de Trajano.
La
respuesta imperial fue contundente. Tres ejércitos entraron en Dacia por tres
puntos diferentes, asolando a su paso todo cuanto oponía resistencia. Se
atrinchera el líder dacio con unos 40.000 hombres entre caballería sármata e
infantería dacia. Dada la inferioridad numérica de sus fuerzas, decide preparar
una encerrona a Trajano, pero este, previendo la situación, divide su ejército
en dos grupos. El primero dirigido por el propio emperador lo forman las
legiones I Adiutrix y II Adiutrix Pia Fidelis, III Flavia y VII Claudia más las
dos cohortes de la guardia pretoriana, 20 de infantería auxiliar y 30 mixtas
con unas 10 alas de caballería.
Esta
fuerza se dirigirá frontalmente hacia los 30.000 hombres de infantería que
presenta Decébalo en el estrecho paso por el que obliga a pasar a Trajano.
Varias de las cohortes auxiliares y vexilationes se ocupan de cubrir los
flancos mientras el segundo contingente dejado al mando de Tercio Juliano se interna
en el bosque con las legiones I Italica, V Macedonica, y XIII Gemina para
expulsar a la caballería sármata escondida en él y neutralizar así su
emboscada. Tras el feroz asedio y asalto de Sarmizegetusa, Decébalo consiguió
huir, pero se vio conminado a suicidarse antes de caer en manos de las tropas
de Trajano.
Por
la traición de un tal Bicilis, confidente del rey, Trajano consiguió apoderarse
del tesoro oculto de Decébalo. Cerca de 50.000 hombres y mujeres fueron
vendidos como esclavos, reportando para el estado entre todos los ingresos
derivados de la conquista cerca de 2.700 millones de sestercios, además de la
explotación minera del territorio.
Trajano
obtuvo un botín para costear monumentos con los que embellecer Roma y ordenó
123 días de festejos en los que 10.000 gladiadores vertieron su sangre en la
arena, además de acometer una gran cantidad de obras públicas. Las minas de
Dacia le proporcionan grandes ingresos también. Crea su foro en Roma, el más
grande de la ciudad con su famosa columna y mercado.
Escultura en la roca de Decébalo
Las claves de la victoria sobre Dacia
La
mayoría de las legiones del imperio aportaron vexillationes, o destacamentos
expedicionarios de varias cohortes con las que reforzaban a otras unidades que
peleaban al completo.
Fue una
guerra de exterminación, donde la población civil sufrió, primero, de manos de
los dacios y después, a causa de las tropelías de las legiones, algunas de las
cuales están documentadas.
Fue,
de hecho, la primera contienda donde la Guardia Pretoriana luchó realmente.
Roma
se hallaba “justa” de dinero y las minas dacias eran, en realidad, el motor
primero de la conquista.
La
obra de Trajano en Dacia quedó inacabada. No se trataba de un problema como el
de oriente, pero hasta cierto punto las guerras dácicas no solucionaron
definitivamente el asunto. Liquidada la resistencia del reino de Decébalo, las
acciones militares de los años 101-102 y 105-106 terminaron temporalmente con
la oposición de los Dacios, pero no con el peligro de Dacia. La fragilidad de
la nueva frontera transdanubiana quedó patente en los continuos ataques de sus
vecinos, y ya nunca dejó de ser motivo central de atención a lo largo de toda
la centuria, hasta su abandono definitivo.
Una
década después Trajano ataca Partia con un gran ejército emulando a Alejandro
Magno y pese a tomar su capital (Ctesifonte) y lograr la mayor extensión del
imperio en su historia, muere anciano en el año 117 y su sucesor Adriano cede
rápidamente sus conquistas y vuelve a la capital. El sueño de Trajano había
concluido.
La
intención de Adriano de abandonar Dacia, podría indicar que existió una postura
contraria a la expansión territorial en ambientes cercanos al Emperador. Hay
que pensar que la creación de una nueva provincia en territorios
transdanubianos suponía un hecho insólito en el ambiente político de la época.
Fuente:
Vicente López Pena, Revista de Historia
Revisión
y Diseño: elcofresito
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