ATILA, ¿FUE REALMENTE EL AZOTE DE DIOS O DE LOS ROMANOS, COMO DICEN?
Atila,
rey de los hunos, es uno de los personajes históricos más controvertidos. Por
un lado, se le asigna un papel fundamental en la caída del Imperio Romano de
Occidente, al hacer que sus huestes recorrieran el mismo sembrado el caos y la
confusión. Aunque, por otro lado, se le asignan varias derrotas importantes,
que nos hacen dudar, si realmente este papel preponderante asignado fue tan
determinante.
Los
hunos
El
origen de los hunos es bastante confuso, es evidente que se trata de uno de los
múltiples pueblos que vivían en las estepas orientales que van desde el Mar
Negro a la actual Mongolia. Todos tienen en común la vida nómada, en búsqueda
de los mejores pastos para sus rebaños y en especial continuar con sus
excelentes dotes de jinetes.
Los
hunos fueron descritos por los historiadores tardorromanos, como Amiano
Marcelino o el godo Jordanes, como el más feroz de los pueblos bárbaros. Según
los cuales, estos eran hijos de los espíritus inmundos, pequeños, pero fuertes
y extremadamente ágiles. Una característica que no dejaron pasar en sus
descripciones era su rala barba, producto de las incisiones a cuchillo que los
progenitores hacían en los rostros de los recién nacidos, para que empezaran acostumbrarse
al dolor de la guerra. La cual practicaron como forma de vida, convirtiéndose
en formidables jinetes y los más certeros con un arco en las manos. No dejaban
a sus corceles ni siquiera para comer, ya que bajo su montura llevaban la carne
cruda que necesitaban ingerir.
Es
complicado conocer su historia, pero si en el siglo III a.C. los chinos
empezaron la construcción de su Gran Muralla para defenderse de estos, siete
siglos después, a principios del siglo V d. C. ya se encontraban pactando
tierras con el Imperio Romano en la frontera de la provincia de Panonia. En ese
largo periodo los hunos tuvieron importantes cambios a nivel social,
evolucionado de pequeñas tribus regidas por un caudillo militar, a una sociedad
controlada por un monarca.
El
rey Atila, terror del Imperio de Oriente.
Tras
guerrear durante años con los persas sasánidas y ser derrotados por los
herederos del gran Sapor II, los hunos llegan a Europa a finales del siglo IV
d. C. En su camino hacia el oeste y atraídos posiblemente por el esplendor del
Imperio Romano, van chocando sucesivamente con los pueblos bárbaros asentados
en los limes imperiales, godos, alanos o alamanes son progresivamente
empujados. El resultado fue la ruptura de la frontera del Rin, en la funesta
noche para el Imperio, del 31 de diciembre del año 406.
Durante
este periodo los reyezuelos hunos son poco conocidos, y posiblemente ninguno de
ellos tuviera un control total sobre los territorios conquistados. Del primero
que se tiene clara constancia es de Rugila, que según las crónicas romanas y
por orden del emperador de Oriente Teodosio II (408-450), recibía 350 libras de
oro anuales, con el fin de evitar el asedio de los hunos a la capital
Constantinopla.
A la
muerte de Rugila le suceden Bleda y Atila, supuestamente sobrinos del primero.
Tras un periodo de relativa calma, ambos inician el asedio de las provincias
romanas de Ilírico y Tracia, el motivo, poder ir incrementado el valor de los
tributos que el Imperio les debía abonar, el que llegó a ser de más de 2000
libras de oro anuales. El Imperio de los hunos iba ganando poder, buena cuenta
de ello fueron los tratados de libre comercio de estos con la poderosa Roma. No
queda claro, pero en el año 445, Atila, aparece como rey único de los hunos, su
hermano había sido asesinado, no es de extrañar que el principal sospechoso sea
el propio Atila.
El Imperio de los hunos a mediados del siglo V
Atila
pone rumbo a Occidente
En
el año 450 los planes de Atila sufren un vuelco, llega a su poder una carta de
Honoria, hermana del emperador de Roma Valentiniano III (425-455), en la cual le
pide matrimonio al mismísimo rey de los hunos. Para Atila se abre la puerta a
su intervención en Occidente con el fin de reclamar su dote, que consistía en
la mitad de los territorios de su futuro cuñado, es evidente que todo esto no
era más que un mero pretexto para invadir la Galia.
El
ejército invasor estaba compuesto por hunos, ostrogodos, gépidos y alanos,
estos pueblos bárbaros ejercían de vasallos de los primeros. Como es habitual
en los recuentos de esta época, el hinchado de cifras es habitual, ya que
hablan de alrededor de 700.000 hombres. Enfrente se encontraron el que está considerado
como el mejor general romano del siglo V, Flavio Aecio, que reunió al mayor
ejército disponible, con soldados romanos acompañados por francos y visigodos,
estos últimos pueblos bárbaros que ejercían el poder de facto en la Galia
romana.
Ambos
ejércitos se encontraron a tres jornadas de camino de Lutecia, (Paris). Era el
19 de septiembre del año 451. La batalla, conocida como la de los Campos
Cataláunicos, fue una autentica masacre para ambos contendientes. Pero las
fuerzas de Flavio Aecio ganaron la partida por la conquista de la colina que
servía para controlar el campo de batalla. Los hunos huyeron hacia el este con
Atila en el centro de la formación para favorecer su protección.
Flavio
Aecio, no acabó con el rey de los hunos. La historia especula con la falta de
decisión del general romano, al que se le ha achacado que no quiso eliminar un
rival importante, con la finalidad de no perder importancia dentro de la
estructura imperial. Pero no podemos dejar pasar por alto la muerte de
Teodorico el rey de los visigodos, que pudo ejercer de freno para seguir la
batalla. Ni olvidar el enorme número de muertos que para los romanos tuvo la
misma, y que mermó considerablemente las opciones de derrotar definitivamente a
Atila.
Atila
tenía la obligación de resarcirse de la derrota en la Galia, y el nuevo
objetivo era la propia ciudad de Roma. De camino atacó un gran número de
ciudades del norte de Italia, entre ellas Patavium (Pavía) o Mediolanum (Milán)
en ambas consiguió suculentos botines de guerra. Flavio Aecio no acudió en
ayuda de Roma, detrás de esto, puede estar su enemistad con el emperador, de
tal forma que la ciudad eterna quedaba en manos del rey de los hunos.
Pero
su camino se truncó, los motivos también son desconocidos. Según las fuentes
cristianas, en este caso Próspero de Aquitania, el Papa León I salió al
encuentro de Atila, en una inusitada reunión con este a orillas del rio Mincio.
En la misma, el rey huno se quedó tan impresionado por la presencia papal que
decidió retroceder, se habla de que Atila era un gran supersticioso. Se hace
difícil pensar que ese fuera el motivo, y la historiografía se decanta por la
epidemia de peste que recorría Italia y que causaba enormes bajas entre sus
hombres.
El encuentro entre Atila y León I
La
muerte de Atila
En
los siguientes años Atila intentó sin éxito bloquear Constantinopla, enfrente
se encontró con unos de los emperadores orientales más determinantes para la
continuidad del mundo romano en Bizancio, Marciano, que contuvo las acometidas
de los hunos y cortó el suministro de dinero a las arcas de Atila. Este se
volvió contra el pueblo de los alanos, que pidieron ayuda a los visigodos para
derrotar a las huestes hunas.
En
este ambiente de decadencia de los hunos en Europa, encontró la muerte Atila.
Fue durante su enésima boda, resaltar que los hunos practicaban la poligamia.
La nueva afortunada era la princesa goda Ildiko. El enlace tuvo lugar en su
palacio de madera a orillas del rio Tisza. Tras la fiesta en la que ingirió
gran cantidad alcohol se subió a sus aposentos junto a su nueva esposa. Fue la
última vez que se le vio con vida, a la mañana siguiente apareció muerto
rodeado de un charco de sangre. Al parecer según las fuentes no tenía ninguna
herida, de ahí que la versión oficial de la muerte fuera una hemorragia nasal,
que, ante la imposibilidad de despertarse de la borrachera, hizo que muriera
ahogado en su propia sangre.
Grabado representado a la muerte de Atila
En
este punto, podemos volver a hacernos la pregunta que da título a este artículo.
Muchas veces hemos leído o escuchado el papel preponderante en la caída del
Imperio Romano a manos de Atila. Se le ha colocado sin decoro a la altura de
los grandes conquistadores como Alejandro Magno o Gengis Kan. Al leer sobre él
es fácil pensar en que fue fruto de la propaganda de los historiadores
tardorromanos, en pos de buscar responsables a la decadencia de Roma. Nunca
pudo con Occidente, donde fue derrotado por Aecio, y no fue capaz de llegar a
Roma, como si hicieron Alarico anteriormente, o Genserico tras la muerte de
Atila. Aún menos con la parte oriental, donde se comenzó a perpetuar el mundo
romano, mientras los hunos se enzarzaban en luchas internas para suceder a su
último gran líder Atila.
Fuente:
José Mari, Caminando por la historia
https://caminandoporlahistoria.com/atila-el-azote-de-los-romanos/
Revisión
y Diseño: elcofresito





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