JOSEF MENGELE, EL ÁNGEL DE LA MUERTE
Durante
el III Reich se llevaron a cabo en los campos de concentración de Alemania y de
algunos países ocupados experimentos médicos con seres humanos.
Sus
víctimas – las pruebas se hicieron sin su consentimiento – fueron sobre todo
judíos, gitanos y prisioneros rusos.
Entre
todos los médicos que usaron personas como cobayas destacó Josef Mengele, uno
de los personajes más crueles del régimen nazi. Profesionales de la ciencia
médica han afirmado que los experimentos realizados por Mengele tenían un muy
dudoso interés científico. Aparte, claro está, de una absoluta falta de ética,
como muchos otros realizados por otros médicos al servicio de Hitler. Por eso
uno de los temas tratados en los Juicios de Nuremberg fue el de la ética
médica.
Josef
Mengele, nació en la ciudad bávara de Günzberg en 1911. Hijo de una familia
acomodada, era inteligente y cultivado. Se doctoró en Filosofía en la
Universidad de Múnich y posteriormente se graduó en Medicina en la de
Frankfurt. Aquí trabajó como asistente del doctor Otmar von Verschuer, biólogo
y genetista que dirigía el Instituto de Biología Hereditaria y de Higiene
Racial. Los estudios sobre genética adquirieron un gran impulso en Alemania
cuando los nazis, que creían en la existencia de razas superiores e inferiores,
subieron al poder en 1933.
Mientras
estudiaba en Múnich, Mengele se interesó por la ideología racial de Alfred
Rosenberg y por la política. Rápidamente se convirtió en un enfervorizado nazi.
En 1933, cuando Hitler subió al poder, ingresó en las SA. Poco después se
afilió al NSDAP, el partido nazi, e ingresó en las SS. Cuando Alemania y sus
aliados atacaron la Unión Soviética, Mengele fue destinado al frente oriental
como médico de las Waffen-SS. Allí fue herido de gravedad en enero de 1943.
Recibió la cruz de hierro por su valor, pero fue declarado no apto para volver
al frente. Entonces trabajó un tiempo en el Instituto Guillermo de
Antropología, Genética Humana y Eugenesia. Tras ser ascendido a capitán de las
SS solicitó ser destinado a Auschwitz. Poco después partía hacia el sur de
Polonia.
Mengele
estuvo en Auschwitz durante los dos últimos años de existencia del campo. En
los primeros meses fue el médico responsable del campo de gitanos de Birkenau,
un vasto anexo de Auschwitz situado muy cerca de éste. Más tarde se le encargó
de seleccionar a los deportados – mayoritariamente judíos – que llegaban al
campo a bordo de atestados trenes de mercancías después de un largo viaje.
Determinaba quién era útil y quien no, quien sería gaseado y quien continuaría
vivo, por lo menos durante un tiempo incierto.
Mengele
no era el único oficial que decidía el destino de los recién llegados a
Auschwitz. Sin embargo, él era quien más curiosidad tenía por los rasgos
físicos de los que descendían de los vagones. Se fijaba en las rarezas: los
mellizos, los enanos, los deformes… Ella Lingens, una doctora austriaca
anti-nazi obligada a trabajar bajo las órdenes de Mengele, explicó que el
doctor hacia la selección con una extraordinaria sangre fría teniendo en cuenta
las consecuencias de la misma.
Algunos
campos nazis (Buchenwald, Dachau, Auschwitz…) fueron usados como laboratorios
para la experimentación con seres humanos. Se hacía en ellos trasplantes de
órganos, se inyectaban a los prisioneros enfermedades como la tuberculosis y el
tifus, se sometían los cuerpos de éstos a bajas temperaturas… Muchos de
aquellos experimentos tenían por objeto ayudar al personal médico militar
destinado al frente, conseguir que los heridos se restablecieran lo más pronto
posible para que pudieran volver al frente y entrar en combate.
Sin
embargo, los experimentos que realizaba el doctor Mengele no eran de esta
clase. Sus conejillos de Indias eran sobre todo mellizos y enanos judíos y gitanos.
Cuando descubría entre los deportados que llegaban al campo mellizos, sus ojos
se iluminaban. También mostraba interés por la noma, una gangrena facial y
bucal. Y por una rarísima anomalía ocular en la que los iris son de distinto
color. Ceija Stojka, una niña austríaca de origen gitano, tenía los ojos
verdes. Su madre, que conocía la fascinación de Mengele por los ojos, los tenía
azules. Cuando ambas mujeres fueron conducidas a Birkenau, la pequeña Ceija,
siguiendo los consejos de su madre, siempre se escondía cuando veía un SS, o
por los menos miraba hacia el suelo. Fue así como se libró de los crueles
experimentos del Ángel de la muerte.
El
doctor Mengele inoculaba tifus en los pacientes, les inyectaba sustancias en
los globos oculares para cambiar el color de éstos, extirpaba ojos de
prisioneros vivos para poder examinar su interior, investigar su
funcionamiento… No es de extrañar que los que sobrevivieron a sus terribles
experimentos lo apodaran El Ángel de la Muerte. Entre éstos había siete enanos
de una misma familia, los Ovitz, todos ellos artistas ambulantes austriacos.
Les salvó de la cámara de gas la llegada de las tropas soviéticas a Auschwitz
en enero de 1945.
Como
otros criminales nazis, Mengele nunca rindió cuentas con la justicia. Cuando el
Ejército Rojo se acercaba a Auschwitz, huyó hacia el interior de Alemania.
Cambió de nombre y de aspecto, se puso un uniforme de soldado raso. Capturado
por los Aliados, permaneció un tiempo en un campo de prisioneros cerca de
Nuremberg. Puesto que no llevaba el tatuaje de las SS, no pudieron
identificarle. Años después, abandonó Alemania y se refugió en América del sur,
como muchos otros jerarcas nazis. Donde más tiempo estuvo fue en Paraguay,
donde recibió ayuda de otros criminales nazis. Además, contó con la protección
del dictador Alfredo Stroessner. Ni el Mosad – los servicios secretos de
Israel, de gran eficacia como se vio en el caso de Adolf Eichmann- ni Simon
Wisenthal, el famoso cazador de criminales austriaco, pudieron dar con él. Era
muy escurridizo. Oficialmente, murió ahogado en una playa brasileña en 1979.
Se
calcula que en Auschwitz se llevaron a cabo experimentos médicos con más de
tres mil personas, la mayor parte mellizos de corta edad. Aquellos experimentos
provocaron desfiguraciones, mutilaciones, enfermedades, sufrimientos, muertes…
Sólo un centenar de mellizos sobrevivieron. Dos de ellos fueron las hermanas
Eva y Miriam Mozes Kor, nacidas en 1934.
Algunos
supervivientes de Auschwitz han hablado del doctor Mengele en sus memorias. Por
ejemplo, la bailarina húngara Edith Edger, que bailó ante él un día que el
doctor entró en su barracón de mujeres. Mengele siempre iba vestido con una
larga e impoluta bata blanca, y a menudo acariciaba a sus víctimas de más corta
edad, o les dirigía amables palabras. Por eso le apodaban El Ángel de la
Muerte. O simplemente El Monstruo.
Fuente:
Josep Torroella Prats, Revista de Historia
Revisión
y Diseño: elcofresito
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