EL DERROTERO DE VALVERDE Y EL TESORO INCA

 



La leyenda del derrotero de Valverde, nos habla sobre un magnífico tesoro que se encuentra en la provincia de Tungurahua en Ecuador. El derrotero de Valverde, es la misteriosa ruta que conduce a este fantástico lugar.

 

Es en los Llanganates, donde se encuentran ocultas las inimaginables riquezas del imperio de los incas. Llanganates quiere decir en idioma nativo Cerro Hermoso, fue un lugar admirado por los antiguos pobladores del Ecuador y hoy en día ha merecido ser declarado por el Fondo Mundial para la Naturaleza, (WWF), como “Regalo para la Tierra”.

 


Cerro Hermoso


La civilización Inca, era altamente organizada, sus extensos territorios estaban administrados con rigor y sabiduría, en este imperio nadie pasaba hambre y todos debían trabajar.  Pero sin duda, lo que más ha llamado la atención a través de los años, es sus impresionantes riquezas en oro y plata.

 

El imperio tenía orfebres expertos que realizaban bellas creaciones con fines ceremoniales.  Los Incas tenían la creencia de que el oro era sagrado, pues era la sangre del dios sol INTI.  Las minas de todo el Tahuantinsuyo le pertenecían únicamente al soberano y nadie tenía el derecho de poseer artefactos de este hermoso metal.

 



Cuando llegaron los españoles al territorio Inca en 1532, Francisco Pizarro fundo la ciudad de San Miguel de Piura, dando inicio con este acto la conquista y destrucción de la cultura incaica.

 

Un año más tarde, el mismo Pizarro capturó al Inca Atahualpa en Cajamarca; el español reclamaba las tierras y los tesoros para la corona española y pretendía que los habitantes se convirtieran al cristianismo.

 

Atahualpa, pudo darse cuenta de la ambición del invasor Pizarro y vio que si les ofrecía el oro que tanto codiciaban, podría quedar en libertad. De esta manera, el español y el Inca, hicieron un trato que consistía en que los nativos pagarían un rescate por su rey.

 

El rescate de Atahualpa fue un cuarto lleno de oro

 



El pago consistía en llenar una habitación con oro hasta donde llegara la mano del secuestrado. Atahualpa, no mentía, ni engañaba, por lo que confío en la palabra de Pizarro.

 

Sin embargo, no se cumplió lo acordado, Pizarro sintió temor, al darse cuenta de la gran autoridad y lealtad que tenían al soberano Atahualpa, pues, con una sola orden del Inca, todo el imperio empezó a llevar los tesoros hacia Cajamarca para pagar el rescate.

 

El español, pensó que podría haber un enfrentamiento y que los indígenas se organizaban para salvar a Atahualpa. Cuando vio que tenía suficiente oro, no dudo en faltar a su promesa y decidió condenar a Atahualpa y lo mató el 26 de julio de 1533.

 

Pero, el conquistador no imaginaba que los incas no traicionaban ni mentían. Desde el norte se dirigían a Cajamarca, los fieles servidores de Atahualpa, cargando cantidades extraordinarias de oro y plata.

 

Para dirigir parte de esta misión, estaba a cargo el general incaico Rumiñahui, que cuando se enteró de la muerte del Inca, tenía en su poder un estimado de 750 toneladas de oro trabajado. Cuenta la leyenda que el general regresó a Quito (nombre que se usaba para referirse al territorio del actual Ecuador) con el tesoro, llegó hasta la cordillera de los Llanganates y lo escondió ahí.

 

Los españoles lograron arrestar a Rumiñahui, y lo torturaron para que revele la ubicación del tesoro, pero no consiguieron ni una palabra del guerrero, finalmente lo mataron.

 

Jamás se conoció el paradero de aquella gigantesca fortuna. Por más de 500 años, mucha gente de todas partes del mundo, llega hasta los Llanganates con la esperanza de encontrar el legendario tesoro de Atahualpa.

 

Sin embargo, alrededor del año 1770, se escuchó la historia de un español de apellido Valverde, que se casó con una hija del Cacique de Píllaro, localidad de la provincia de Tungurahua, Ecuador. El cacique, al ver que el matrimonio pasaba dificultades económicas u otras situaciones, le reveló al español la ubicación exacta del tesoro, con la condición de que no contara, de ella, a ninguna persona.

 

Valverde no cumplió su palabra

 

Pero Valverde, después de localizar el tesoro, tomó una parte y luego decidió volver a España. Se convirtió en un hombre rico y años después, antes de su muerte, escribió una carta al Rey de España, dándole los detalles de la ubicación del tesoro. Este mapa fue conocido como:

 

‘El derrotero de Valverde’

 



A pesar de que el rey envió para su verificación a un cura de apellido Longo y al corregidor de Tacunga (localidad llamada así en aquel tiempo, hoy Latacunga), que con la ayuda de los indígenas fueran de expedición a los Llanganates, pero, según cuentan, no encontraron nada. Dijeron que el viaje fue un fracaso y el cura había muerto en el camino.

 

Por investigaciones realizadas, se supo que el corregidor de Tacunga, sí encontró el tesoro, pero guardó el secreto. Para evitar que sea descubierto, cambió en el mapa el último trayecto del derrotero y embarcó su parte por un puerto peruano, con rumbo a un banco de Escocia.

 

Transcripción del derrotero de Valverde

 

«Si quieres tener la ambición del blanco barbudo español, enemigo de nuestra raza pura, nunca des este derrotero que te voy a dejar, pues habiendo ido hasta nuestros cerros del sol los tres Llanganates, meterás las manos en la laguna encantada y sacarás el oro, ambición del barbudo blanco y corregidores de Tacunga y Ambato, que nuestras razas siempre les mandarás oprobios y maldiciones pidiendo a Dios Viracucha haga justicia para que siempre queden en poder de nuestra tierra y que nunca descubran los barbudos. Así te doy y te indico el derrotero que debes seguir sin avisar ni notificar a ninguno de los blancos que quieren vencer nuestros dominios.

 

“Te pondrás en el pequeño pueblo de Píllaro suelo de nuestro gran Rumiñahui, allí preguntarás por el Moya que era de Rumiñahui, seguirás hacia las alturas frías hasta llegar a nuestro cerro del Guapa a cuya punta, si es que el día fuese de bueno, mirando siempre el lado de donde sale el sol sea el pueblo de Ambato que tendrás siempre a las espaldas y fijándote tus ojos verás siempre, al lado donde sale el sol, los tres cerritos que se llaman los Llanganatis que están en forma de tres, como el de callo el Tacunga, que dan las tolas en línea recta las del cerro Hermoso. Siguiendo este derrotero bajarás hasta llegar a la laguna verde que es la misma que se hizo a mano, ordenado por Rumiñahui, quien mandó a su hermano el cacique de Panzaleo se arroje allí todo el oro metal que quisieron los ambiciosos guiracochas para liberar a nuestro Padre Atahualpa con motivo de la orden que dio el guiracocha blanco. Seguirás, te digo, el cerro de Guapa, siempre con la montaña hasta que llegues al gran manchón de las grandes sangurimas que hacen de la confundir a los que anden por allí porque desvían del derrotero flechas.

 


Laguna de anteojos, los Llanganates.


«Pues te diré que ese manchón es el guía que llevarás siempre hasta la mano izquierda hasta cuando llegues al juncal grande; desde el juncal grande, a media ladera pasarás por medio de él, donde verás dos lagrimitas que llamamos «laguna de los anteojos», por tener nariz al medio, una punta de arena semejante al Cuilcoche de Otavalos; desde este sitio volverás los ojos donde sale el sol y verás otra vez los Llanganates como lo viste otra vez desde el alto del gran Guapa y te prevengo que no te engañes porque dichas lagunitas has de dejar siempre a tu izquierda y siguiendo siempre con mano izquierda de nariz o punta verás un gran llano de paja donde es dormida del segundo días donde se deja las bestias y seguirás con pie hasta llegar a la laguna negra llamada Yanayacu, la cual dejarás a la izquierda, bajando con mucho cuidado a la ladera, llegando a la quebrada, llegando a la gran Chorrera que es el golpe del agua o Chorrera del Golpe, donde pasarás por puente de tres palos. Y si éstos no hallan ya, buscarás sitio poniendo otro puente donde verás la choza donde sirve de dormida, unida a la gran piedra donde están trazados los derroteros. Al otro día seguirás el viaje por el mismo derrumbe de la montaña, llegando a la quebrada cerca muy honda donde pondrás palos para poder pasar con mucho tiento, porque es muy honda. Así llegarás a los pajonales donde braman los rayos del cielo, siguiendo los grandes llanos; y viendo que termina el gran llanete entrarás en una grande cañada entre los tres cerritos, donde toparás con camino empedrado del Inca y donde verás las puertas del socavón que está hecha como si fuera de iglesia; caminarás un buen trecho hasta topas con chorrera que sale de un hijo del cerro de Llanganates más grande haciendo tembladeras donde hay bastante oro que metiendo la mano sacarás otro granado. Pero para subir el cerro dejarás la tembladera y tomarás mano derecha por encima de chorrera, subiendo para dar vuelta el hijuelo y si acaso esta boca del hijuelo está tapada ha de ser con salvaje o musgo. Quita con las manos y darás con la puerta donde verás la guaira donde está horno para fundir metal. Si quieres regresar procura coger el río que queda a mano derecha, cogiendo playa para el hato siguiendo siempre el cañón del desagüe de la laguna; luego seguirás a mano derecha hasta cuando veas la nariz de las lagrimitas de anteojos y el gran Guapa que siempre deja atrás al pueblo de Ambato; seguirás cerro de mayordomo siguiendo pajonales fríos para bajar a Píllaro».

 

Fuente: Ecuador Mi Tierra

https://ecuadormitierra.com/leyenda-del-tungurahua-el-derrotero-de-valverde/

Revisión y Diseño: elcofresito

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