EL CRAC DE LOS CABALLEROS
Inexpugnable, o al menos eso es lo que pensó
Thomas Edward Lawrance, el célebre Lawrance de Arabia, un día del verano de
1909 cuando estuvo delante del castillo más admirable y mejor conservado del
mundo, situado en las montañas del sur de la actual Siria.
Lawrance de Arabia.
Al oficial del ejército británico T. E.
Lawrance, nacido en 1888 en el condado gales de Caernarvonshire, se le suele
asignar una pasión por los castillos desde su niñez. Debido a ello, se
matriculó en 1907 en el Jesus College de Oxford, para estudiar lo que era su
pasión, la historia. Desde que comenzó el segundo curso tuvo claro el camino
que debía seguir su carrera, ya que eligió la Historia militar y estratégica
como proyecto de investigación.
Ese mismo verano de 1908, emprendió su labor
de recopilar información para su tesis doctoral. Dicha labor consistió en
recorrer en bicicleta el centro y sur de Francia, para elaborar un detallado
dossier sobre los castillos medievales del país galo. Pero no debió ser
suficiente para él, así que el verano siguiente, siguiendo los consejos del
director del museo Ashmolean de Oxford, se dirigió a la costa del actual
Líbano, para estudiar los castillos que habían construido, en la zona, los
cruzados cristianos.
Lawrence de Arabia
Acompañado de su libreta de apuntes, su
pistola y una brújula, recorrió los caminos de Oriente Próximo en busca de al
menos 35 castillos que aparecieron en su tesis doctoral. Titulada “La
influencia de las cruzadas en la arquitectura militar europea”, evidentemente,
supuso una matrícula de honor para nuestro personaje, además de suponer que en
la actualidad es uno de los documentos más importantes para el conocimiento de
los castillos cruzados.
El comienzo de El Crac de los Caballeros.
Como es conocido en el año 1099 los cruzados
cristianos tomaron la ciudad de Jerusalén. Pocos años después en 1110, Tancredo
de Hauteville, se hace con la fortaleza musulmana denominada el Castillo de los
Kurdos, que se encontraba en plena fase de construcción desde que el emir de
Alepo la mandó levantar en el año 1031.
Pero tendrían que llegar los caballeros de la
Orden Hospitalaria en 1142, tras la cesión del Conde Raimundo II de Trípoli,
para que entre ese año y 1170 se acabe convirtiendo en el majestuoso Castillo
del Crac de los Caballeros.
Una historia de asedios, con trampa final.
Hasta una docena de asedios tuvo que resistir
la fortaleza cristiana ante los repetidos intentos musulmanes de recuperar la
plaza, los más célebres vinieron del gran Sultán Saladino. El primero tuvo
lugar en 1180 y el segundo tras la gran victoria musulmana en la Batalla de
Hattin (1187).
Tuvo que pasar cerca de un siglo para que los
musulmanes se instalasen en el Crac de los Caballeros. Concretamente el 3 de
marzo de 1271, el sultán de Egipto Baybars, decide buscar un toque de prestigio
ante sus rivales musulmanes y para ello era necesario conquistar el
inexpugnable castillo cristiano. El asedio duro más de un mes y el resultado, a
pesar de haber reunido el mayor ejército musulmán hasta la fecha, fue infructuoso
como los anteriores. Solo habían conseguido romper la primera línea defensiva,
pero el interior del castillo seguía imperturbable, ocupado por unos cuantos
caballeros con la ayuda de los valientes campesinos.
Pero algo cambio esta vez, a principios del
mes de abril una paloma mensajera se posó en el interior del recinto principal.
El mensaje era claro, los caballeros hospitalarios debían abandonar la
fortaleza y pactar con el enemigo la entrega, a cambio de su propia protección
hasta la zona cristiana en los alrededores de Acre. Dicho y hecho, al día
siguiente los caballeros hospitalarios junto al resto de habitantes de la
fortaleza abandonaban el Crac de los Caballeros, ante la atenta mirada de los
impasibles mamelucos del sultán Baibars.
El sultán Mameluco Baibars
La célebre nota iba firmada por el propio Gran
Maestre de la Orden Hospitalaria de Trípoli. Era evidente que todas las miradas
apuntaban a un engaño por parte de los consejeros del sultán egipcio, pero es
un aspecto que no ha podido ser demostrado. Aunque nadie debía descartar una
salida por la puerta de delante de unos caballeros cristianos abandonados a su
suerte, ante la presión ejercida por los musulmanes en los escasos territorios
que los primeros conservaban todavía en los alrededores de Tierra Santa. Sea
como fuese, lo claro e incontestable es que la fortaleza del Crac de los
Caballeros se mostró como la más inexpugnable de todas las que fueron
construidas en el periodo de las cruzadas cristianas, ya que es evidente que
nadie consiguió conquistarla por la fuerza.
Las murallas defensivas de El Crac de los
Caballeros.
Como bien nos describió Lawrance de Arabia,
fueron varios los puntos que hicieron del Crac un recinto impenetrable para los
enemigos. Además, podemos añadir que su enorme extensión de 2,5 hectáreas,
hacen de este hecho un valor añadido. La fortificación es considerada de
anillos concéntricos, en primer lugar, se construyó el castillo interior todo
rodeado de una gran muralla defendida por torres circulares y un gran baluarte
en el sur, el lugar más vulnerable de la instalación.
Posteriormente, se añadió la muralla exterior,
prácticamente el doble de alta que la primera y toda ella defendida por
diferentes torreones, unos circulares y otros cuadrados para adaptarlos a una
mejor defensa. Llama la atención especialmente las ridículas dimensiones de la
puerta de entrada, no mayor que la de cualquier estancia interior. Entre ambas
murallas un espacio vacío donde se desarrollaba la vida cotidiana del castillo
en tiempos de calma, pero que luego se convertiría en una ratonera para los
invasores de la fortaleza. A este aspecto se sumaba la puerta de acceso entre
el exterior de la fortaleza y el interior del recinto principal. Dicha entrada
se efectuaba a través de unos pasillos en forma de zig-zag y con la
particularidad de que se encontraban techados y con diferentes agujeros, por
los que los defensores del castillo arrojaban desde flechas hasta aceite
hirviendo.
Un castillo preparado para largos asedios.
Según Lawrance de Arabia, la fortaleza
hospitalaria estaba preparada para resistir cinco años, con 2000 hombres y 1000
caballos de guerra en su interior. Como ha quedado dicho, el Crac de los
Caballeros resistió al menos 12 asedios. Para que esta empresa tuviera éxito el
castillo contaba con las estructuras necesarias para que los caballeros no
desvanecieran en la protección de mismo.
El célebre Salón Gótico
Uno de los primeros elementos que llaman la
atención en un acueducto que llega al castillo por el lado sur del mismo, su
función: abastecer nueve cisternas distribuidas por todo el perímetro del
castillo. Sus enormes almacenes, de hasta 120 metros, podían contener grano y
animales para el sustento alimenticio.
Los caballeros hospitalarios contaban con una
serie de estancias destinadas a favorecer su forma de vida en el interior de la
fortaleza. Sus aposentos se hallaban en
el interior de la muralla perimetral exterior, distribuidas en diferentes salas,
con algunas de ellas de más de 100 m de largo. En dicha muralla también se
encontraban las caballerizas y evidentemente los puestos de vigilancia. Su vida,
a buen seguro, transcurría entre dicha muralla exterior y el espacio que se
abría entre las dos murallas, allí se instalarían los talleres, las tiendas, o
los lugares de entrenamiento.
En el castillo principal, o central, se
hallaban los edificios comunes más significativos, con excepción de una austera
habitación que se encontraba en una de las torres del sur, su inquilino: el
Gran Maestre de la Orden. Del resto de edificaciones destaca la capilla que
curiosamente tiene dos puertas de entrada, una hecha por los cristianos y la
otra tras la toma por los musulmanes, que además la utilizarían como mezquita
tras construir en ella un minbar. La otra significativa estancia era el lugar
de reuniones de los dirigentes hospitalarios. Se trataba de su gran sala gótica
de 27 metros, cubierta con bóvedas de crucería. Fue una de las últimas
construcciones cristianas en llevarse a cabo a mediados del siglo XIII. Además
de ser una de las más seguras por hallase en el centro del castillo.
La capilla cristiana con el Minbar
Patrimonio de la Humanidad.
Esta impresionante fortaleza fue declarada
Patrimonio de la Humanidad en el año 2006, los motivos: ser uno de los mejores
ejemplos, sino el mejor, de las construcciones cruzadas en Oriente Próximo. Un
verdadero símbolo de la necesidad de favorecer un progreso técnico en la
arquitectura militar, así como de la necesidad de adaptación de las
construcciones a las dos culturas que pasaron por la zona, cristianos y
musulmanes.
Fuente: José Mari, Caminando por la Historia
https://caminandoporlahistoria.com/el-crac-de-los-caballeros/
Revisión y Diseño: elcofresito
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