CIUDADES MEXICANAS CREEN QUE CONVIVEN CON BASE ALIENÍGENA

 



Los habitantes de Tampico y Ciudad Madero, ubicadas en el golfo de México, creen estar protegidos de los huracanes por seres de otros planetas. Los ciclones se desvían al acercarse a playa Miramar. Los vecinos aseguran que ahí se aloja una instalación extraterrestre submarina, a trece kilómetros de la costa.


Justo en medio de las mesas del restaurante Rico’s de playa Miramar, en la mexicana Ciudad Madero, un extraterrestre disfrazado de momia sostiene una cámara fotográfica. “Se está haciendo terrestre, él también se disfraza”, explica María de los Ángeles Pacheco, una de las encargadas. Es octubre y todos los locales del malecón han decorado para Halloween. Eso incluye las mesas de Rico’s y la estatua de un alienígena que acompaña a los comensales. Pero la decoración espacial no tiene nada que ver con la fecha: Se trata de un guiño a la creencia popular de que a unos trece kilómetros de la costa existe una base alienígena en el fondo del mar.


Estas instalaciones son la explicación para la ausencia de huracanes, según los habitantes de las dos ciudades del golfo de México. Ambas están en el norteño estado de Tamaulipas y la distancia entre ellas es tan corta que a veces parecen la misma. De hecho, lo eran en 1933, cuando se registró el primero de una serie de ciclones que devastó la zona.



Tamaulipas tras el huracán Hilda en 1955


El más notorio fue Hilda, en 1955, que según la prensa local desplazó a miles de vecinos e inundó gran parte de las ciudades, dejando tras de sí una estela de desapariciones y destrucción. El poder que tuvo se multiplicó porque se sumó a los efectos de dos ciclones que ya habían provocado fuertes lluvias. Las tormentas tropicales los golpearon también en 1947, 1951 y 1966. Después de eso, nada.


“Nosotros tenemos la creencia de que los extraterrestres nos protegen”, explica Pacheco. Detrás de su voz se cuela la música regional con la que ambientan el restaurante. Ella asegura haber visto luces extrañas. Se sienta con los codos bien plantados sobre la mesa y una camiseta negra que luce el logo del restaurante y admite entre risas que ya se ha vuelto una respuesta común a lo desconocido: “Aparte de que sí se ha documentado que la gente ha visto cosas, nosotros —si vemos algo raro— ya lo calificamos como una nave. Nos gusta pensar eso. Es atractivo”.


Afuera, en medio de un frente tormentoso, decenas de personas recorren el malecón pese al mal tiempo. Alimentan a la colonia de mapaches que vive dentro de unas escolleras que hacen de entrada al puerto. El viento alborota más de una cabellera. Quizá sea la idea de que están protegidos por seres de otros planetas la que ha convencido a los habitantes de que no deben temer ninguna amenaza climatológica.





Una explicación meteorológica


Según el historiador y cronista de Tampico, David Granados, hay tres hechos históricos que rodean la leyenda de los extraterrestres: Las historias pre coloniales sobre seres venidos de otros lugares, los avistamientos bien documentados en la zona y la ausencia de huracanes. Es decir, la herencia cultural de los habitantes ya tiene mucha relación con esto desde antes de que empezara la fiebre mundial de avistamientos de ovnis, relacionada con la carrera espacial. Ahora está apegada al hecho de que los ciclones se desvían antes de entrar en la ciudad.


El ingeniero Alberto Hernández Unzón, ex coordinador del Servicio Metereológico Nacional, propone dos factores como los responsables de la desviación de ciclones en el área: la temperatura del mar y la dirección de las corrientes. “Sinaloa, por ejemplo, que también es un estado alargado, siempre recibe los ciclones por el norte o por el sur y muy rara vez golpean el centro”, explica. Además, cuenta que las aguas del norte del golfo de México han batido récords de calor este año, mientras que las del sur son más frías.


Unzón, no es ajeno a la creencia local: “A veces se forman en los modelos de pronóstico sistemas que podían incidir en Tampico y lo primero que me contestan es que los va a proteger la base de los ovnis”. El experto afirma que la idea de que un ciclón se puede desviar artificialmente no es nueva. A mediados del siglo pasado un proyecto estadounidense estudió esta posibilidad, pero concluyó que los efectos serían dañinos. Provocaría sequías u otros problemas. Por eso, se la descartó. Si los huracanes se desvían, concluye Unzón, se debe a efectos naturales.






Juan Carlos Ramón López Díaz, presidente de la Asociación de Investigación Científica Ovni de Tamaulipas Aicot, asegura conocer la base alienígena. La llama Amupac y afirma que su presencia tiene milenios. Él y sus compañeros llevan años recopilando información sobre aparentes avistamientos y testimonios locales. López Díaz atribuye el origen de la organización al libro De extraterrestres, fantasmas y otros sucesos extraordinarios. El texto compila una serie de testimonios y fue publicado en el año 2014 por Eduardo Anguiano Ortiz, un tampiqueño que a los ochenta años se convenció de la presencia de estos seres en la Tierra.


El bullicio del centro histórico de Tampico empieza a apaciguarse mientras se vacían los soportales afrancesados que la caracterizan. López Díaz se prepara para liderar una charla sobre medicina ancestral y su relación con los visitantes celestiales —o anfitriones, según su creencia de que estaban “antes que nosotros”— de la zona. Una docena de personas se acomoda en un pequeño espacio privado en el segundo piso de una cafetería, lista para compartir sus experiencias.


César Guzmán, acupunturista y experto en aromaterapia, trae consigo una colección de libros. Al explicar de qué se tratan voltea la mirada hacia López Díaz, como esperando su aprobación. El doctor, como lo llaman sus compañeros, afirma que ha estado dentro: “Cuando era estudiante subía al techo a ver el cielo estrellado. Un día pinté un símbolo y repetí mantras. Luego, una noche, fui levantado a una nave”. Guzmán asegura que vio a unos personajes altos, que le preguntaron por telepatía si ya había cenado. “Le dieron a una tecla y salió una mesita con puros germinados. Le dieron a otra y salieron los utensilios. Al agarrarlos se me cayeron y eso me despertó”, concluye.





Nembra Jiménez dice que ha visto las naves desde que tiene cinco años. “Es como si te vieras a ti misma, como si acomodaras un tetraedro con varios pisos”, cuenta. “La otra es una nave blanca y brillante por dentro, con ventanitas”. Aunque admite que nunca ha preguntado de dónde vienen, dice haber visto tres especies distintas de extraterrestres. Jiménez, que también forma parte de la Secretaría de Turismo de Tamaulipas, ha impulsado actividades para atraer a visitantes interesados en este tipo de fenómenos.


En octubre del 2021 la Aicot y el gobierno local organizaron un museo itinerante con fotografías y reportes de los avistamientos. En junio del 2022 hicieron la primera conferencia mexicana de ufología auspiciada por una administración estatal. Han colocado un mirador ovni en la ciudad vecina de Altamira e invitado a personajes como Jaime Maussan, uno de los ufólogos más notorios de México.


Ahora su objetivo es oficializar el 25 de octubre como el día de los extraterrestres en Ciudad Madero y Tampico. La asociación negocia con la nueva administración —que pasa de las manos del conservador PAN a las del oficialista Morena— para que también apoye este tipo de turismo, según explica Jiménez. Empezarán por cumplir con una promesa del Gobierno saliente: entregar un reconocimiento oficial a López Díaz como ufólogo.





Uno más en una extraña lista de símbolos


Gerardo Ortega, mesero del restaurante El Marciano de playa Miramar, califica la base alienígena como un mito. Lleva ocho años trabajando en esta zona y no ha visto los misteriosos objetos voladores como algunos de sus compañeros: “Los pescadores dicen que ven luces bajo el mar, cerca de las plataformas (petroleras)”. Dice que los turistas están conscientes de la leyenda y que ha conocido a quienes la llaman “playa del marciano”. “Es como el emblema de la playa. Uno de los atractivos turísticos, al igual que los mapaches”, explica.


Una mujer luce una camiseta negra con un alienígena mientras camina hacia el malecón desde una tienda de souvenirs. Se trata del local de Marcos, uno de los artesanos que se gana la vida gracias al turismo de la playa. Coincide con Ortega sobre el atractivo de los extraterrestres, aunque admite que no es el único distintivo de la ciudad. “También se venden los mapaches, los juanchos —el nombre con el que se refieren a los cocodrilos que habitan la laguna del carpintero en Tampico—. Sí se vende, pero no mucho más”, asegura mientras señala los animales de felpa que cuelgan en su negocio.


David Granados ha trabajado por años en la reivindicación del valor histórico de Tampico en la independencia de su país, impulsa el turismo relacionado con la batalla que en 1829 oficializó el final de la guerra independentista, pero no le resta valor a las demás posibilidades. “Es microhistoria. Aquí en México hay un montón de historias: la llorona, el chacal, las momias de Guanajuato… Es parte de nuestra cultura, tenemos que respetarlo”, señala. Para Granados es innegable que existe un soporte histórico para esas creencias y que, más allá del fenómeno extraterrestre, es innegable que los vecinos han visto cosas.


Fuente: Caridad Bermeo, Mundo Diners

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