SÍBARIS

 


Hacia el siglo VIII AC comenzó la expansión griega a través del mar Egeo, colonizando territorios en Asia Menor y en la Península Itálica. Numerosas colonias se fundaron en esos años y muchas personalidades ilustres de la historia antigua provinieron de ellas.

Al sur de la Península Itálica se ubicaba una isla a la que llamaron Trinacria (“tres puntas”) que se encontraba habitada por un pueblo conocido como sículos o sicanos, los que le dieron su nombre actual: Sicilia. En la época de expanción, los griegos llegaron en gran número a Sicilia e Italia, fundando ciudades que en poco tiempo fueron más grandes y prósperas que aquellas de donde provenían, por lo que el sur de la Península pasó a ser conocida como “la Magna Grecia”. La tierra fértil de la región ofrecía abundantes cultivos, por lo que llegó a ser un importante granero. Los griegos introdujeron el cultivo de olivo, como más tarde lo harían en Francia y la península ibérica. También se criaba mucho ganado ovino y la existencia de una excelente arcilla fomentó una floreciente industria.

Los corintios fundaron la ciudad de Siracusa en Sicilia (735 a.C.) y en el continente colonizadores de Calcis alzaron la ciudad de Kyme o Cumas (760 a.C.), siendo el poblamiento griego más septentrional de Italia. Más tarde surgirían otras que se hicieran famosos como Neopolis (Nápoli), Elea, Locros o Tarento. En el empeine de la bota italiana, los aqueos provenientes de Hélice y Trecén, una de las zonas más pobres de Grecia, fundaron la ciudad de Síbaris en 721 a.C..



El territorio de influencia de Síbaris se extendía sobre el golfo de Tarento hasta el Mar Jónico, al norte de la desembocadura del río Crati. Sus excelentes tierras producían vid, olivos, cereales, verduras, frutas, miel, madera, cera, betún, lana y plata, y su posición estratégica –en el paso entre el Mar Jónico y el Tirreno sin tener que pasar por el peligroso Estrecho de Mesina- favorecía el comercio con otras ciudades griegas y con el pueblo etrusco –potencia dominante en Italia-. La ciudad no paró de crecer hasta ser el centro comercial más importante de la Magna Grecia.

La prosperidad que alcanzó Síbaris en los años posteriores y la riqueza de sus habitantes inspiró una gran cantidad de relatos cuya veracidad histórica es cuestionada, pero que son útiles para entender como era percibida por el resto de las ciudades griegas y el destino final que tendría. La palabra sibarita (gentilicio de los habitantes de Síbaris) se usa hoy para referirse a una persona amante de los lujos extremos y del hedonismo.

Séneca, relata que un sibarita llamado Mintrídates tenía su lecho cubierto de pétalos de rosas pero insistía en que era incómodo porque algunos pétalos estaban arrugados, y que al ver un hombre cavando con un azadón decidió prohibir la actividad, porque la sola vista de ese espectáculo lo fatigaba.También se dice que por toda la ciudad corrían canales que llevaban vino de excelente calidad, y que no se dejaba trabajar a los herreros y carpinteros porque el ruido era molesto para los refinados habitantes. Por el mismo motivo estaban prohibidos los animales escandalosos como los gallos. Los niños sibaritas vestían de púrpura y sus largos cabellos eran atados con cuerdas de oro.




Hacia el año 710 a.C. otro grupo de colonizadores aqueos fundaron la ciudad Crotona a 80 kilómetros de Síbaris y cuya influencia se extendía por el mismo territorio. Pese a su origen común, pronto surgió una enemistad entre ambas ciudades-Estado. Aunque Crotona no tenía la opulencia de Síbaris, podían enorgullecerse del prestigio de sus atletas, que habían obtenido numerosos laureles en los Juegos Olímpicos, en los que los sibaritas no participaban por organizar sus propias competencias.




Hay dos versiones sobre el desencadenante de la guerra entre Síbaris y Crotona. Una de ellas dice que los habitantes de Crotona pidieron asilo a Síbaris luego de que unos invasores atacaran su ciudad. Como los sibaritas se negaron, decidieron vengarse destruyendo a la opulenta polis. La otra versión (que relata Heródoto) dice que un tirano se hizo con el poder en Síbaris y confiscó los bienes de las 500 familias más ricas. Los afectados se refugiaron en Crotona, lo que desencadenó la guerra entre las ciudades. Cualquiera sea la causa, el conflicto se desató en el año 510 a.C.




El geógrafo Estrabón dice -de manera exagerada- que el Ejército Sibarita tenía 300 mil soldados de a pie y 5000 jinetes, provenientes de las 25 ciudades sobre las que ejercía influencia y de cuatro tribus de los enotrios –pueblo originario de Brucio-. Pero su caballería tenía un punto débil. Los sibaritas entrenaban a los caballos para que bailaran al son de la música durante los desfiles que se realizaban en la ciudad. Sabedor de esto, el Ejército de Crotona –al mando de su famoso atleta Milón- marchó a la batalla con músicos lo que hizo que los caballos sibaritas comenzaran a danzar y sus guerreros quedaran en mala posición para defenderse. La victoria de Crotona fue total y Síbaris resultó devastada.

Los vencedores arrasaron la ciudad y se propusieron borrar todo vestigio de su existencia. Incluso sacaron de cauce el río Crati para que pasara por los restos de Síbaris borrando evidencia de su lujo pasado. Los sobrevivientes intentaron fundar la ciudad varias veces, pero los habitantes de Crotona les impidieron. Cerca de ahí se fundaría luego la ciudad griega de Turios y la romana de Copia.




Durante años se ignoró la ubicación se Síbaris hasta que en la década de 1960 se encontraron algunos restos (viviendas, un edificio público, un alfar) enterrados bajo cuatro metros de tierra y barro en la provincia italiana de Calabria. Como si se tratara de una maldición, en febrero del 2013 los restos desenterrados volvieron a inundarse por una rotura del dique del río Crati.

Fuente: Lic. Luciano Andrés Valencia, Revista de Historia

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