ORIGEN E INSTITUCIONES DE ESPARTA, LA SOCIEDAD DE LOS MÍTICOS GUERREROS GRIEGOS.
La península del Peloponeso
Los célebres
espartanos son uno de los pueblos más admirados de la Historia Antigua.
Esparta, sin duda es uno de los mejores ejemplos de estados donde el individuo
se supedita al mismo por el bien de la comunidad, a base de sacrificio,
disciplina y orden. A pesar del escaso registro arqueológico que este nos dejó,
los escritores griegos nos trasmitieron muchos detalles de su sociedad, donde
la guerra era una de sus principales ocupaciones.
Como muestra, la
excelente cinta que en el año 2006 nos dejó el norteamericano Zack Snyder. Su
“300”, nos transportó a la batalla de las Termópilas (480 a. C.) donde un grupo
de espartanos encabezados por su rey Leónidas I, se enfrentó al poderoso
ejército persa.
Es importante señalar
el gran legado para el conocimiento de los espartanos que nos dejaron los
escritores clásicos. Entre los más destacados, los poetas locales Tirteo o
Alcman, el incansable viajero Pausanias oriundo también de la propia Esparta, o
destacados historiadores como Tucídides y el padre la historia occidental
Heródoto.
El origen de Esparta.
La polis de Esparta
aparece en la vertiente sur del Peloponeso. Un lugar habitado en el segundo
milenio a. C. por la cultura micénica, en la provincia que los griegos
denominaban Laconia, de ahí que sus habitantes, además de espartanos, fueran
conocidos como lacedemonios. Dicha polis, como otras, tiene su nacimiento en la
denominada época oscura de Grecia, entre los siglos XIII-VIII a.C. Se le suele
asignar un nacimiento épico, de la mano de Menelao, el general micénico que
acudió a Troya para salvar el honor de su esposa Helena, y que tenía su
residencia en Menelaión, una colonia situada a 5 km de la ciudad de Esparta.
Pero los espartanos
no parecen tener un sustrato micénico. Esta cultura es aniquilada durante dicha
época oscura por motivos desconocidos, o bien catástrofes naturales, o la
acción de los denominados Pueblos del Mar. En el lugar donde se funda Esparta,
aparecen sustratos de las culturas indígenas que habían sido supeditadas al
poder micénico y junto a los mismos, un pueblo llegado de las islas griegas,
los dorios. Este punto tampoco está exento de las tradicionales leyendas
helenas. Según las cuales, la llegada de los dorios fue motivada de la
invitación a recuperar las tierras del Peloponeso, por parte de los herederos
de Heracles, expulsado anteriormente por los micénicos. Desde ese momento los
reyes espartanos se harán descendientes del mítico Hércules.
Destacar que los
dorios fueron ocupando en un principio la parte alta del rio Eurotas, para
progresivamente ir descendiendo por el fértil valle y sometiendo a los
indígenas, que iban quedando supeditados a los nuevos señores de la guerra. Fue
un tiempo de gestación, tanto de nuevas aldeas, como de las nuevas capas
sociales.
Oráculo de Delfos
Las Guerras Mesenias.
Todo este proceso no
estuvo exento de cruentas luchas internas, conocidas historiográficamente como
Guerras Mesenias. Aristócratas espartanos enfrentados a sus nuevos siervos
agrícolas, conocidos desde entonces como hilotas. En la segunda de estas
grandes guerras, los campesinos mesenios tuvieron la colaboración de varias
polis del norte del Peloponeso, temerosas del enorme poder que comenzaba a
atesorar Esparta. La solución fue la primera Liga del Peloponeso, donde los
firmantes fueron los representantes de casi todas las polis de dicha península,
y donde Esparta ya ocupaba un papel preponderante, era el siglo VII a.C.
Es curioso como los
poetas espartanos nos relataron la vida en la antigua Esparta, en especial
entre las Guerras Mesenias a mediados del siglo VII a. C. Ya que a través de
sus poemas observamos un gran contraste con la rigurosidad de la sociedad
espartana de los siglos posteriores. Dichos poetas nos presentan una sociedad
abierta, que mira al mar y comercia con las islas del Egeo y con Asia Menor, de
donde se exportaban ricas telas y joyas. Sus hombres preparan a los perros de
caza convirtiéndoles en los mejor adiestrados de la antigua Grecia. Los poetas,
como Alcman o Tirteo ocupan los puestos destacados de la sociedad y la
política, gracias a lo cual llegan a Esparta músicos, artistas, artesanos o
grandes orfebres. La polis se llena de nuevas construcciones, como santuarios,
teatros y escuelas de música, sin olvidar a sus deportistas que retornaban de
los Juegos Olímpicos cargados de coronas de olivo.
Las cosas comenzaron
a cambiar tras la segunda de las Guerras Mesenias. El temor a las polis
vecinas, o una sublevación de los mesenios, pudo estar detrás de la nueva
visión de a donde se debía encaminar la sociedad espartana. Ese fue el momento
en que se redactó la Constitución espartana o Gran Rhetra, normalmente
atribuida a Licurgo, un personaje que parece mitológico, que la recibió en el Oráculo
de Delfos de las manos de Apolo. Pero según la historiografía debió ser
redactada tras una sonora derrota de Esparta durante la Segunda Guerra Mesenia,
a manos del rey de Argos.
Leónidas I, en Esparta
Las instituciones de Esparta.
De la Gran Rhetra
emanaron las instituciones espartanas, por cierto, a pesar de algunas
novedades, no eran muy diferentes a las del resto de poleis griegas.
Diarquía.
La cabeza visible del
estado espartano estaba representada por esta institución monárquica, que en sí
es la principal diferencia con el resto de poleis griegas. Dos reyes se
situaban teóricamente al frente de Esparta, este aspecto no fue muy habitual en
el mundo antiguo, en Europa solo la vemos representada en algunos pueblos
germánicos, y en determinados periodos de la cultura romana.
Los reyes espartanos,
recuerdan en algunos aspectos a los monarcas orientales. En especial por su
carácter divino y por ser los jefes militares. Ambos podían proclamar la
guerra, y ambos podían acudir a la misma, tanto juntos como por separado. Entre
sus principales prerrogativas estaba la de librarse de la dura educación
espartana, o la de tener protección personal a modo de “guardia pretoriana”. La
institución era de carácter hereditario, el cargo pasaba al primer hijo varón
nacido durante el mandato de su progenitor, en caso de que el rey muriera y
este no fuera mayor de edad, el cargo de regente quedaba en manos del pariente
adulto más cercano familiarmente.
Juicio a Friné, uno de los más célebres de la Antigua Grecia
Pero los reyes de
Esparta contaban con numerosas acotaciones a su poder. Tal eran estas, que,
según sus vecinos atenienses, los reyes espartanos eran poco más que un
escaparate. No contaban con ninguna atribución de carácter económico o
judicial. Además, podían ser criticados, depuestos, e incluso exiliados de
Esparta. Su principal limitación venía del Eforado, institución que conoceremos
posteriormente. Los éforos ponían a prueba a los reyes cada nueve años, si en
aquellos momentos aparecía en el cielo una estrella fugaz, era signo de que el
rey no era apto, o de que había cometido un error grave, desde ese momento era
suspendido de funciones y llevado delante del Oráculo de Delfos. Destacar por
último en este apartado, que los reyes de Esparta fueron perdiendo importancia
a lo largo de la historia, hasta desaparecer como institución en el siglo III
a. C.
El Eforado.
Estaba compuesto de
cinco magistrados denominados Éforos, elegidos por la Asamblea Popular cada
año. El de más edad era el “epónimo”, al que podemos situar como una especie de
presidente de la institución.
Su origen era
incierto y motivo de discusión entre los historiadores. Existen diferentes
hipótesis, pero parece que surgieron entre los siglos VII-VI a.C., para ir
ganando progresivamente importancia dentro del sistema, hasta convertirse en la
institución más importante de Esparta.
Los podemos
considerar como el verdadero gobierno, y sus atribuciones llegaban a todos los
campos de la estructura política de Esparta. Su misión principal era velar por
que todos los hombres y mujeres cumplieran de pleno con la Constitución de
Esparta. Debido a lo cual tenían poderes legislativos, judiciales, y sobre todo
en materia económica.
El Consejo de Ancianos (Gerusía)
Según la mayoría de
historiadores, la institución más antigua de Esparta. Sus orígenes se hunden en
la historia de esta sociedad. Sus miembros eran conocidos como “gerontes”, y
desde el conocimiento de la Constitución, su número era fijo. En total eran 30,
entre ellos había que incluir a los dos reyes. El resto eran elegidos entre los
miembros de las antiguas tribus familiares. Tenían que ser mayores de 60 años,
estar libres del servicio militar, ser respetables y personas de prestigio
dentro de la comunidad, el puesto era de carácter vitalicio.
Su principal labor
consistía en preparar las leyes que se debían aprobar en la Asamblea Popular.
Su principal poder residía en el apartado judicial y penal, poniendo multas y
juzgando, especialmente en el ámbito civil de las relaciones entre los
ciudadanos.
La Asamblea Popular (Apella)
Dejamos para el final
la institución del pueblo, o más bien de los más afortunados de la sociedad
espartana. Esta asamblea estaba compuesta por los ciudadanos de pleno derecho,
conocidos como los “homoioi”, y tenían que tener al menos 30 años. Se reunían
mensualmente y coincidiendo con la luna llena. Las decisiones no se tomaban por
mayoría, no existían las votaciones, y todo lo que no fuera aprobado por
aclamación popular no servía.
En las asambleas,
presididas por los éforos a propuesta de los gerontes, se debatía sobre gran
cantidad de aspectos que atañían al pueblo de Esparta. Las leyes propuestas por
la Gerosía, el nombramiento de los generales del ejército, o de los propios
éforos y gerontes, e incluso sobre el posible otorgamiento de libertad para los
hilotas como premio a sus servicios militares.
Las clases sociales de Esparta.
La sociedad espartana
era compleja y férrea, a pesar de que se le suele asignar tres grandes clases
falta mucha información de la relación entre ellas, y en especial de los
estados sociales intermedios que a buen seguro existían entre las tres.
Espartiatas.
Cada uno de los 300
que acudieron aquel día a las Termópilas. Nos podemos tomar esta licencia para
ponerles cara y ojo. Los espartiatas eran los ciudadanos de pleno derecho, los
célebres “homoioi”, obligados desde su nacimiento a la férrea educación
espartana, destinada a convertirse en guerreros de Esparta.
Para pertenecer a
esta clase era imprescindible tener padre y madre espartanos. Además de
demostrar que se podían costear la participación en las comidas comunitarias de
homoiois, conocidas en la antigua Grecia con el nombre de Sissatía. Su labor
consistía en mantener una estricta relación con sus iguales, de ahí que dichas
comidas se efectuaran con regularidad todos los días en tiempos de paz. Por
supuesto que el resto del tiempo lo debían pasar preparándose para la guerra,
única ocupación que tenían, ya que, a pesar de poseer tierras no las
trabajaban. Destacar que no tenían vida privada o familiar, sí se casaban, pero
con la única intención de engendrar hijos fuertes y sanos, para que se
convirtieran en guerreros de Esparta.
Periecos.
La clase social de la
Antigua Esparta más desconocida para las fuentes. Eran los denominados
“habitantes de la periferia”, pertenecían a la comunidad espartana, pero sin
ser considerados ciudadanos de Esparta.
Su posición a simple
vista nos puede parecer la idónea, sus profesiones eran liberales, es decir
comerciantes, artesanos o agricultores por cuenta propia. Su aportación
económica al estado era primordial para este. A pesar de vivir sin privilegios
políticos, tampoco debían participar de la guerra o de la durísima educación
espartana. Solo tenían una salvedad, algunos eran integrantes de la marina de
Esparta, es de suponer que gracias a sus dotes como marineros.
En definitiva, la
relación entre los periecos y el estado espartano debía ser de conveniencia.
Los primeros vivían en una especie de libertad controlada y el estado los podía
utilizar en caso de necesidad económica.
Parece evidente que las mayores fortunas de Esparta estaban en manos de
esta clase social, de la cual no hay constancia de graves problemas sociales.
Hilotas.
Los esclavos de
Esparta. La frase tiene su intención, ya que los esclavos no pertenecían a
ningún señor, en este caso espartiata. Bien es cierto que trabajaban para
estos, pero solo debían entregarle una parte de la cosecha, es decir se pagaba
en especie, ya fuera vino, trigo o aceite. Eran ciudadanos adscritos a la
tierra y al servicio del estado, solo este podía concederles la libertad. Al
conseguir esta última, tras sus servicios militares como soldados hoplitas, no
se convertían en espartiatas, su estatus era intermedio y conocido como
“neodamodes”, dedicándose a ejercer actividades similares a los periecos.
En la larga historia
de Esparta, existieron dos grupos bien diferenciados geográficamente de
hilotas. Por un lado, los descendientes de los laconios, sometidos claramente
al estado espartano. Por otro, los mesenios, un grupo social con identidad
propia y que siempre buscó la emancipación de Esparta.
La educación espartana (Agogé)
Contemplada en la
Gran Rhetra, es uno de los aspectos más conocidos de los espartanos. Como se ha
señalado anteriormente, los espartiatas quedaban desde su nacimiento bajo la
tutela del estado. Eran criados en solitario por las madres hasta que tenían
siete años, desde ese momento eran llevados a escuelas para su formación en
grupos separados por edades. A partir de los doce y hasta el final de su
educación quedaban bajo la supervisión de un educador personal denominado
“paidónomos”.
Recibían una
formación elemental en escritura, lectura, música o ciencias. Pero la
asignatura principal era prepararlos para la guerra, aprendían tácticas, eran
entrenados como los mejores deportistas, y eran instruidos en el manejo de
todas las armas. Para ello, eran sometidos a duros castigos corporales y un
férreo control personal. Según Plutarco muchos murieron bajo el látigo de su
instructor.
Los que conseguían
completar la educación espartana, eran ciudadanos de pleno derecho,
espartiatas. Se les entregaba su dote de tierra, para financiarse
económicamente la vida social en común con el resto de iguales que le esperaba,
las comidas de hermandad y su preparación física constante para la guerra. Algunos,
los más afortunados, entraban en grupos selectos, como la guardia real
conocidos como “hippies”, pero en general pasaban a integrar una vida social
muy apartada del resto.
Fuente: José Mari,
Caminando por la historia
https://caminandoporlahistoria.com/origen-de-esparta/
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