EL CULTO A LOS ANIMALES EN EL ANTIGUO EGIPTO.
La civilización egipcia se extendió por un
periodo, de alrededor, de 3.000 años, por lo que sus creencias y prácticas
religiosas se fueron modificando con el tiempo.
Sin embargo, algo que estuvo presente en todo
momento fue el culto a los animales, ya que se trataba de una religión
zoolátrica.
En un principio se consideraban sagrados a
algunos animales especiales a los que se les dirigían plegarias, pero durante
la decadencia del Imperio Nuevo (siglo XI AC) cuando un animal se tenía por
sagrado el culto se extendía a todos los individuos de su especie. Se han
encontrado una enorme cantidad de animales embalsamados, desde abejorros hasta
babuinos, siendo los gatos los más representativos. Para el historiador griego
Diodoro de Sículo (Biblioteca Histórica, siglo I) “los egipcios amaban de tal
forma a los gatos, que cuando iban de viaje antes los llevaban con ellos que el
equipaje más indispensable” [i]. Esto podía deberse a que mantenían a raya a
escorpiones, serpientes y roedores.
Acaso el animal más sagrado fuera el toro o
buey Apis, símbolo de la fertilidad, que era mantenido en el Templo del dios
Ptah en Memphis. Posiblemente su culto apareció en la I Dinastía (siglos XXXII
y XXXI AC) y para la V ya tenía un santuario y culto especial. Para ser elegido
como tal debía cumplir unas características tan especificas (piel negra y
lustrosa, triángulo blanco en la frente, un águila desplegada y una media luna
en el lomo, y una imagen de escarabajo en la lengua) que, sin duda, los
sacerdotes debían falsificar animales a fin de mantener el culto. Una vez al
año se lo apareaba con una vaca que luego era sacrificada, ya que el dios no
debía tener descendencia. Durante el periodo faraónico (a partir de la dinastía
XVIII) llegó a tener su propio harén. En el aniversario de su llegada al templo
se celebraban fiestas de 7 días y, al principio de la Luna Llena de su llegada
25 era ahogado. El duelo duraba 60 días, en los cuáles el animal era
momificado, colocado en un gran sarcófago y este en una tumba o nicho
individual –hipogeo-, sobre el que se alzaba una estela en su honor con sus
principales milagros. El costo de esto era tal, que el Faraón debía acudir en
ayuda económica de los sacerdotes del templo. Luego se elegía un sucesor que
era llevado al templo en medio de una gran fiesta. Otros toros adorados eran
Mer-Ur o Mnevis (Heliópolis) y Bukhis (Hermonthis)[ii].
Los babuinos también eran adorados en algunas
partes de Egipto, como lo prueban las numerosas tumbas encontradas en Tebas y
el Valle de los Reyes.
El cocodrilo y las serpientes eran
reverenciados –acaso- por el temor que inspiraban. En Al-Fayum se alzaba el
Templo de Sobek, dios de las aguas con cabeza de cocodrilo. Cerca de allí se
encuentra el lago Moeris, poblado de estos reptiles y ruinas urbanas de la que
ha sido llamada Cocodrilópolis o Arsíone. En El-Alarma se encontraron decenas
de momias de cocodrilos. A los que morían bajo sus mandíbulas –principalmente
niños/as- se les llamaba con envidia “hijos queridos del dios”.
Muchos animales eran adorados no por ser
considerados dioses en sí mismos, sino como tótem protector o representante de
la divinidad. Algunos ejemplos que podemos mencionar son[iii]:
También había animales quiméricos o híbridos
en sus cultos. La Esfinge, espíritu protector del faraón, tenía la parte
superior de mujer, cuerpo de león y alas. Taweret, diosa de la fecundidad y
protectora de los embarazos, tenía cuerpo de mujer e hipopótamo, con zarpas de
león y cola de cocodrilo.
Durante su vida, el animal sagrado era
“alimentado con los más finos manjares”, bañado antes de ser perfumado “con los
más finos ungüentos”, y a los machos se les reservaban “varias hembras, las más
hermosas de su raza, y se les llamaba `las señoras del dios`”, según nos relata
Diodoro[iv].
Matar o herir a un animal sagrado era un
crimen atroz. Diodoro cuenta que en el 60 AC un carro romano mató
accidentalmente a un gato y su conductor fue linchado. Herodoto escribió que
durante un incendio “los egipcios, que le son supersticiosamente afectos, sin
ocuparse de extinguir el fuego, se colocan de trecho en trecho como centinelas,
a fin de preservar a los gatos de los incendios” [v]. Durante la Batalla de
Pelusio (525 AC) las tropas egipcias dejaron pasar a los persas para no dañar a
una manada de perros y gatos que el emperador Cambisses II lanzó frente a sus
tropas.
Cuando el animal totémico moría era
momificado, como vimos con Apis. Herodoto nos ofrece una lista de lugares de entierro[vi]:
Durante el siglo XIX los británicos llegaron a
desenterrar más de 300 mil momias solo de gatos, que fueron enviadas a su país
para ser molidas y utilizadas como abono[vii].
El culto a los animales llegó a su máximo
esplendor durante el periodo saíta (664-525 AC), en donde gobernó la última
dinastía nativa antes de que Egipto cayera bajo dominación persa, asiria,
griega y macedonia. Durante su incorporación como provincia romana en el 30 AC
el culto a los animales comenzó a decaer. Más tarde vendría la incorporación
del cristianismo, con variantes egipcias que daría lugar a la Iglesia Copta,
que lo condenaba como idolatría[viii].
El padre Clemente de Alejandría se maravillaba
de que “sus templos espléndidos donde resplandecía el oro, la plata, el ámbar y
las piedras preciosas de la India y de Etiopía. Pero cuando se penetraba en el
interior del santuario y uno de los sacerdotes abría la cortina salmodiando un
canto de alabanzas, el objeto de su piadoso respeto nos hacía sonreír, pues no
se encontraba el dios que se esperaba encontrar, sino una serpiente, un gato,
un cocodrilo o cualquier otro animal repugnante. De esta manera es como el dios
de los egipcios se mostraba ante nuestros ojos: como un monstruo que se
reviente sobre raíces púrpuras” [ix].
Por todo esto podemos considerar a la religión
del Antiguo Egipto como zoolátrica (basada en el culto a los animales) con
restos del totemismo de los pueblos originarios y vecinos del Norte de África.
Fuente: Luciano Andrés Valencia, Revista de
Historia
https://revistadehistoria.es/el-culto-a-los-animales-en-el-antiguo-egipto/2/
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