CUANDO EL FBI INVESTIGÓ A ALBERT EINSTEIN POR SUPUESTOS VÍNCULOS CON EL ESPIONAJE SOVIÉTICO.
Durante su vida, Albert Einstein se pronunció
contra el racismo, los nacionalismos y el uso de las armas nucleares,
provocando profundas sospechas en la policía federal estadounidense-FBI,
entonces liderada por J. Edgar Hoover, de ser comunista. Antes de la muerte del
científico, esta policía ya había acumulado un archivo de 1.427 páginas sobre
sus actividades, en el esfuerzo de acusarlo de "activista radical".
Al parecer, no les bastaba que Einstein hubiera desentrañado una de las teorías
físicas más importantes de nuestro tiempo para quedar fuera de toda duda.
Como se supo con el paso de los años, el
gobierno estadounidense le tuvo en el punto de mira al convencerse de que, tras
su ideario pacifista y antifascista, se ocultaba una misión de espionaje al
servicio de la Unión Soviética, por aquel entonces, liderada por Stalin. Lo
cierto es que el propio Einstein se hubiera reído a carcajadas de estas
etiquetas si lo hubiera sabido, ya que había oído cosas peores de los nazis en
Alemania. Difícilmente podía mostrarse intimidado. "El respeto ciego a la
autoridad es el mayor enemigo de la verdad", había declarado en 1901.
El periodista Fred Jerome ha dedicado varios
años a investigar los detalles de estas acusaciones sobre el científico y lo
relata en su libro, El expediente Einstein: la guerra secreta de J. Edgar
Hoover contra el científico más famoso del mundo. De hecho, interpuso un pleito
judicial contra el gobierno estadounidense para obtener una versión más
completa del expediente.
J. Edgar Hoover, Director del FBI, 1961.
Según Jerome, la lectura de esta documentación
"olvidada" revela las cuestionadas prácticas de la policía federal.
Los agentes del FBI interceptaron el correo y las llamadas telefónicas de
Einstein, e incluso revisó su basura para obtener alguna prueba incriminatoria
que le vinculara con el espionaje soviético. Aún con todos esos esfuerzos no
pudieron demostrar nada. Quizás porque, realmente, tal actividad
"ilicita" sólo existía en la imaginación de Hoover y el resto de
dirigentes del FBI, absorbidos por unas décadas paranoicas.
Curiosamente, una gran parte de la
investigación se basó en el testimonio de informantes, de identidad años
después desvelada, que llegaron a acusar al físico de maniobras tan absurdas
como su participación en una conspiración comunista para controlar Hollywood o
en el desarrollo de una suerte de "rayo" mortal que podría ser
utilizado como arma definitiva contra Estados Unidos. Suena increíble ¿no? Pues
esos rumores se mantuvieron en el aire hasta la muerte del físico en 1955, a
los 76 años.
El seguimiento a Einstein comenzó en 1932,
cuando el Departamento de Estado recibió una carta de la Corporación de Mujeres
Patrióticas para solicitar que se le impidiera la entrada en el país por su
presencia en organizaciones dedicadas a la paz y el desarme. La carta decía
literalmente que ni siquiera Stalin estaba afiliado a tantas
"organizaciones anarco-comunistas". Como curiosidad, entre los
documentos que forman parte del llamado "expediente Einstein"
figuraban informes sobre el apoyo público del físico a varios grupos que desde
Estados Unidos alentaban la lucha contra el franquismo (es decir: el maquis).
Einstein en 1933, a bordo del barco que debería haberle llevado a Alemania desde Estados Unidos. No realizó el viaje jamás.
En un informe con fecha de noviembre de 1953
se relataba que Einstein, en su frenesí activista, apoyaba al Comité
Norteamericano para la Ayuda a la Democracia en España, una organización
comunista según el FBI. La acusación más directa (e irremediablemente
estrambótica) procede de un informe del servicio de inteligencia del ejército
de EEUU donde se indicaba que Einstein había utilizado su despacho de Berlín
como centro de decodificación de mensajes al servicio de Rusia durante la
Segunda Guerra Mundial.
En declaraciones a The New York Times, Jerome
explicó en su momento que el expediente del FBI revelaba, en realidad, la
ausencia de idealismo posteriormente atribuido a su figura. Lejos de apoyar
cualquier causa de carácter pacifista o justo, Einstein era una persona con
gran astucia política, cuyos apoyos públicos meditaba en profundidad.
Una
carrera de opiniones airadas
La actitud desafiante de Einstein existía desde
su infancia, en todo caso, y siempre se ha atribuido a su expulsión de la
escuela (alemana) a los 15 años. Dos años después renunciaría a su ciudadanía
¿Por qué? La explicación más plausible es su recelo del carácter autoritario de
la escuela alemana (un saludo, Haneke), preñada por aquel entonces de cierto
militarismo. En su lugar, Einstein cursó sus estudios superiores en el
Instituto Politécnico de Zúrich, Suiza, nacionalidad que adquiriría al poco
tiempo.
En su apartamento, junto al violinista Bronislaw Huberman.
Quien terminara siendo el científico más reconocido,
llevaría una vida siempre rodeada de amenazas. El NSDAP llegaría a denunciar
los estudios de Einstein sobre la relatividad como una "perversión
judía", provocando un hostigamiento nazi, en tiempos aún de bonanza para
la ideología totalitaria, que le condujo a abandonar sus paseos en solitario.
Pese a ello, Einstein utilizó su fama para denunciar los males del mundo.
Quedarse callado ante la maldad, explicaría más tarde, "me hubiera hecho
ser cómplice".
Einstein lo denunciaba casi todo. El
nacionalismo belicoso, decía en 1929, "es el sarampión de la
humanidad". También cuestionaba el capitalismo. "Veo las diferencias
de clase como contrarias a la justicia y, en última instancia, basadas en la
fuerza", escribió en 1931. Y, por supuesto, protestaba contra el racismo.
En 1937, cuando se le negó a la cantante afroamericana Marian Anderson una
habitación de hotel en la nueva ciudad de Einstein, Princeton (Nueva Jersey),
este y su mujer, Elsa, invitaron a Anderson a quedarse en su casa, lo que sería
el comienzo de una amistad de por vida.
También se hizo amigo del cantante
afroamericano Paul Robeson, quien había sido condenado por su comunismo
militante. En un discurso en 1946 en la Liberty University (Pensilvania)
Einstein declaró que la segregación era "una enfermedad de la gente
blanca".
Albert Einstein, el físico mundialmente famoso, a su llegada a Los Angeles, en camino a Pasadena.
Además, fue todo un activista en contra de la
carrera nuclear. Llegaría a escribir una célebre carta al presidente de los
Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, advirtiéndole de que "el elemento
uranio podría ser convertido en una novedosa e importante fuente de energía en
un futuro inmediato", es decir, en una bomba. La respuesta de Roosevelt
fue el Proyecto Manhattan: un programa intensivo para desarrollar la bomba
atómica antes que Hitler.
Tras su experiencia de primera mano con
"la fuerza bruta y el miedo" del nazismo en Europa, lo que más le
impresionó a Einstein de EEUU fue, en palabras del científico, "la
tolerancia del país con la libertad de pensamiento, la de expresión y las
creencias inconformistas", cualidades no siempre presentes en todas las
facetas de la sociedad americana. Estas eran las cualidades mismas que siempre
habían estimulado su labor científica, según su biógrafo Walter Isaacson. Einstein
no era de esos que se quedan parados y solo miran mientras esperan, en sus
propias palabras, a que "la desgracia alemana de hace años se
repita".
Atributos suficientes para despertar la
sospecha del FBI.
Fuente: Albert Sanchiz, Magnet
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