LAS CLAVES DE LA PROPAGANDA NAZI.
Tras ser nombrado
Gauleiter de Berlín en 1926, Joseph Goebbels, que era un gran orador, comenzó a
interesarse en la propaganda como método de promoción del partido nazi y su
ideología. De este modo cuando llegaron al poder los nazis en 1933 se puso al
frente del ministerio para la Ilustración Pública y Propaganda, llevando la
comunicación y la manipulación de masas a un nivel nunca visto. Goebbels era
omnipresente, se encontraba en todos los niveles de la propaganda. Todos los
medios fuera de su control fueron prohibidos.
Desde el primer
momento Goebbels comenzó a supervisar y controlar todos los medios de
comunicación, como la radio, el cine y la emergente televisión; las artes y la
información en Alemania, para ser usados con fines propagandísticos. Para
Goebbels, la radio era la mayor arma propagandística afirmando que: “con la
radio hemos destruido el espíritu de la rebelión”, y ordenó la producción de
receptores de radio a precios económicos y así llegar a todos los rincones del
III Reich.
Adolf Hitler escribió en Mein Kampf:
"¿A quién debe
dirigirse la propaganda? ¿A los intelectuales o a la masa menos instruida?
¡Ella debe dirigirse siempre y únicamente a la masa! (..). La tarea de la
propaganda consiste(..), en atraer la atención de las masas sobre hechos y
necesidades... Toda propaganda debe ser popular, y situar su nivel en el límite
de las facultades de asimilación del más corto de alcances de entre aquellos a
quienes se dirige(..). La facultad de asimilación de la masa es muy
restringida, su entendimiento limitado; por el contrario, su falta de memoria
es muy grande. Por lo tanto, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos
puntos fuertes poco numerosos, e imponerlos a fuerza de fórmulas repetidas, por
el tiempo que sea necesario, para que el último de los oyentes sea también
capaz de captar la idea."
Goebbels, fue
posiblemente quien marcó de modo más significativo la vida en el III Reich, al
presentar a Hitler como un mito infalible enviado por la Providencia. De este
modo aseguró así el apoyo casi ciego de la nación hasta el final. Para hacer más
efectiva esa doctrina de la propaganda establecida en Mein Kampf, Goebbels
marcó una serie de principios para la difusión, que aún están muy vigentes en
gran parte de la publicidad general y en la política:
El principio de
simplificación y del enemigo único establece una única idea y un único símbolo
a la vez que se individualiza al adversario en un único enemigo.
Con el principio del
método de contagio se debe reunir diversos adversarios en un solo grupo o
individuo.
El principio de la
transposición se encarga de imponer al adversario los propios errores y
respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias,
inventa otras que cambien el foco de atención.
El principio de la
exageración y desfiguración debe convertir cualquier anécdota, por pequeña que
sea, en una amenaza grave.
A través del
principio de la vulgarización adaptamos y simplificamos la propaganda al nivel
del menos inteligente de los individuos a los que va dirigida.
La famosa frase:
"Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en
verdad" resume claramente el principio de orquestación, en el que la
propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas
incansablemente desde diferentes perspectivas, pero siempre coincidiendo el mismo
concepto.
El principio de
renovación se basa en que constantemente hay que lanzar informaciones y
argumentos nuevos a tal velocidad que, cuando el adversario pueda responder, el
público esté ya interesado en otra cosa, de tal modo que las respuestas del
enemigo nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Como un claro
complemento del anterior se deben construir argumentos a partir de varias
fuentes, lanzando globos sonda o informaciones fragmentarias. Este es el
principio de verosimilitud.
Cuando no se tienen
argumentos en algunas cuestiones se debe aplicar el principio de la
silenciación, los mismo que si hay noticias que puedan favorecer al adversario
estás se deben disimular, a la vez que se contraprograma con la ayuda de medios
de comunicación afines.
Generalmente, la
propaganda opera partiendo de una base previa, bien sea un complejo de odios o
prejuicios tradicionales. Con el principio de transfusión se trata de difundir
argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas del público.
El principio de la
unanimidad se encarga de convencer a mucha gente de que piensa "como todo
el mundo", creando la falsa sensación de que "si todos piensan como
yo, no puedo estar equivocado".
El Ministerio para la
Ilustración Pública y Propaganda no llevó estos principios tan solo a los
medios de comunicación y los discursos. Fueron implantados en la sociedad
alemana desde la más tierna infancia a través de la educación de los niños y
jóvenes (en donde se realizó una estudiada purga de docentes), así como en
todas las asociaciones juveniles como las Juventudes Hitlerianas
(Hitlerjugend).
Absolutamente todo
estaba excelentemente orquestado, tanto es así que las ideas esparcidas por
parte del nazismo se encuentran aún en la sociedad actual, donde han aumentado
los extremismos y los populismos.
Referencias: El Cajón
de Grisom
Revisión y Diseño:
elcofresito
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