LA VILLA DIODATI, UN PARAÍSO INTELECTUAL.
Existen muchos tipos de lugares. Están, por
ejemplo, los lugares de moda, los lugares prohibidos o los lugares santos. Una
clase muy especial de lugares son los sitios míticos, aquellos enclaves que,
por uno u otro motivo, se han convertido en un lugar de peregrinación para
gentes de todo el mundo, encontrándose representados en el imaginario
colectivo.
El Edificio Dakota, el lago Ness, la Torre
Eiffel son solo algunos ejemplos. La Villa Diodati es uno de estos lugares. Su
simple nombre genera resonancias muy especiales en la mente de todos los
amantes de la literatura.
La Villa Diodati (Cologny, Suiza) está situada
sobre una colina al norte del lago Leman, mirando hacía los alpes suizos. La
sombra de los cipreses y los abedules acoge al visitante que se anima a pasear
por las avenidas que llevan hacia el complejo formado por tres bloques de
cemento. Las vistas son majestuosas e inspiradoras. El aíre llena los pulmones
del viajero mientras escucha las historias de vida de los visitantes celebres
que han vivido entre estos muros. John Milton, Voltaire, Rousseau, y, por
supuesto, el grupo formado por Byron, los Shelley y Polidori se han alimentado
de la extraña alquimia que habita entre las piedras de la Villa. Sus creaciones
y obras han llegado hasta nosotros a través del tiempo y la distancia.
La Villa Diodati fue fundada por Charles
Diodati, sobrino de George Diodati (el primer traductor de la Biblia al
italiano), e íntimo amigo de John Milton, el célebre autor de El Paraíso
Perdido.
Esta obra es una alegoría de las ideas que
movían a los dos bandos enfrentados en aquel conflicto. El bando parlamentario
está representado por Satanás y el bando real por los ángeles de Dios. El
propio Milton tomó partido por el bando perdedor (el parlamentario), así que no
es de extrañar que sus simpatías se orientaran hacía el lado del ángel caído.
De cualquier modo, los orígenes de esta visión política (y, por tanto, de esa
cumbre de las letras que es El Paraíso Perdido) pueden rastrearse hasta la
Villa Diodati.
En el siglo siguiente, los célebres filósofos
Voltaire y Rousseau se alojaron entre los muros de la Villa. Pero no fueron
ellos los que dotaron de atractivo universal a la Villa Diodati.
En el verano de 1816, un grupo de cinco
personas (compuesto por Lord Byron, Percy Shelley, Mary Shelley, John Polidori
y Claire Clairmont) decidió resguardarse de la oscuridad de aquel “año sin
verano” en el complejo de piedra. 1816 recibe este apelativo por la gigantesca
nube de polvo volcánico que oscureció el sol durante los meses de julio y
agosto. Fue en aquel encierro cuando se produjo la denominada “noche de los
monstruos”.
Lord Bryon propuso a sus amigos entretenerse
contando historias de miedo. John Polidori rescató al “vampyr” de entre las
leyendas de la mitología eslava en su obra El Vampiro, mientras que Mary
aprovechó para crear un nuevo tipo de monstruo en Frankenstein, o el moderno
Prometeo.
En esta obra, Shelley retomaba las lecciones y
tesis de Milton sobre la autoridad divina y la creación humana. De hecho, las
dos obras tienen su origen en la tragedia griega de Prometeo Encadenado. Los arquetipos representados por Zeus y
Prometo, y por Dios y Satanás, se transmutan en los personajes de Viktor
Frankenstein y su criatura.
Cabe preguntarse porque dos obras tan
similares entre sí tuvieron su origen en el mismo lugar: la Villa Diodati.
En el siglo XIX, la Villa se convirtió en un
lugar de peregrinación para artistas e intelectuales de toda Europa (Balzac la
menciona en varias de sus novelas), antes de caer en manos de propietarios cuyo
único objetivo es sacar rédito económico al mito romántico.
La 2º Guerra Mundial constituye un breve
paréntesis en medio de esta etapa, al refugiarse el extraordinario pintor
Balthus entre las paredes de la célebre villa.
En la actualidad, la Villa se ha convertido en
un destino turístico de lujo para las clases más adineradas de Europa.
Diodati. Su nombre se mezcla y se amalgama con
muchos otros nombres. John Milton.
Satanás. Voltaire. Rousseau. Byron. Percy Shelley. Mary Shelley. Prometeo. Frankenstein. John Polidori. Vampiro. Balthus. Nombres
ilustres que no solo han vivido en la Villa Diodati si no que con sus sueños y
sus escritos y pinturas han alimentado la madera y la piedra que encierra
aquello que pensábamos que ya estaba olvidado en lo más profundo de nuestra
mente.
Fuente: Pablo Menéndez y Nayade García,
Revista de Historia
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